En 1810, comenzaron a circular en la villa de Puerto Príncipe los primeros ejemplares de papel periódico, con el nombre do El Espejo, éste era manuscrito, y fue fundado por el abogado dominicano Antonio de Herrera, que residía en la villa desde 1800, año en que fue trasladada a la misma, procedente de Santo Domingo, la Real Audiencia, de la cual era Herrera funcionario. Para la confección del citado periódico eran utilizados veinte escribientes, que copiaban con tinta en un pliego de papel el texto que les dictaba el propio Herrera. Si curiosa resultaba su confección, más lo era aún su distribución. Cada uno de los veinte ejemplares se repartía entre igual número de suscriptores, teniendo éstos, una vez concluida su lectura, el compromiso de hacerlos llegar a otros diez suscriptores, con lo cual veinte ejemplares daban servicio a 220 suscriptores. Este novedoso papel periódico se confeccionaba quincenalmente.
En 1812. Mariano Seguí trajo a Puerto Príncipe la primera imprenta, y a partir de octubre del propio año, comenzó a publicar El Espejo de Puerto Príncipe, recogiendo hechos ocurridos en el extranjero, algunos hasta con cinco meses de anterioridad a la salida del ejemplar, y algunos avisos oficiales. En sus primeros años fue semanal, y luego bisemanal, hasta 1814 y 1815 en que salió diariamente. En 1816, volvió a imprimirse dos veces por semana. hasta el 31 de octubre del propio año en que dejó de publicarse, con motivo de venderse la imprenta, y ausentarse definitivamente de la villa su redactor y propietario, Mariano Seguí.
A pesar de que El Espejo de Puerto Príncipe, fue muy pobre en contenido, como la mayoría de los periódicos que le sucedieron, no hay duda de que tuvo aceptación entre los principeños, por el hecho de que entre 1814 y 1815 se publicara diariamente con el nombre de El Espejo Diario, pues pasaron más de cuarenta años, pare que volviera a publicarse otro periódico diario en Puerto Príncipe.
Al año siguiente, el rey de España, Fernando VII, otorgó a la villa el título de ciudad, concediéndole el uso de escudo de armas. En dicho año, no hubo ninguna publicación periódica en la ciudad, pues la imprenta, propiedad del gobierno, sólo se limitaba a imprimir edictos y otros documentos de carácter oficial.
En noviembre de 1818, comenzó la publicación de un nuevo periódico semanal Gaceta Constitucional de Puerto Príncipe, que como una modalidad, publicaba en cada número la llamada “acta capitular”, o sea el acta de la sesión del cabildo o ayuntamiento de la ciudad. A partir de 1823, cambió su nombre por el de Gaceta del Gobierno de Puerto Príncipe, añadiendo, además de las noticias oficiales, los nombres del Juez Provincial de la Real Audiencia y los de los Regidores Diputados del ayuntamiento encargados del abasto público, cargos que aquel entonces eran rotativos En 1831, cambió su nombre nuevamente, esta vez por Gaceta de Puerto Príncipe. Su contenido mejoró, aunque a base de reproducir diversos trabajos de periódicos de La Habana y España. Entre 1837 y 1842, su contenido mejoró notablemente con las colaboraciones periódicas de Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño), que escribió para la misma la sección Escenas Cotidianas y otros artículos, en todos los cuales plasmó vivamente el ambiente social, político, cultural y económico del Puerto Príncipe de dicha época, satirizando a una serie de personalidades, que en algunos casos llegaron a polemizar con él, aumentando aún más el interés del público. Durante 1833 y 1834, se publicó dos meses por semana. Su último ejemplar salió el 23 de diciembre de 1848, cediendo sus suscriptores a El Fanal. Gaceta de Puerto Príncipe se caracterizó por su liberalismo, dándose el caso de que en numerosas ocasiones los trabajos fueran mutilados por los censores.
Entre 1822 y 1823, se publicaron numerosos periódicos, todos ellos de vida efímera, sin embargo, merecen mencionarse, pues en algunos casos fueron voceros de las tendencias políticas de la época. Estos fueron: El Instructor General, fundado en 1821 por José Minueses; La Corneta Leonesa, órgano de los realistas; El Censor de Puerto Príncipe; El Patriota Principeño; El Zurriago Principeño, fundado en 1823, que se cree era redactado por Minueses, de tendencia liberal, y que su redactor declaró pertenecer a los Soles y Rayos de Bolívar; El Amigo de la Paz; y Los 32 Labradores, fundado también en 1823, que atacaba a los elementos liberales.
El Telégrafo de Puerto Príncipe, se fundó en 1829, y se editaba en la imprenta de Manuel de Sed Colón y Lorenzo Latorre. Este periódico se publicó hasta 1831, en que Manuel de Sed compró a Latorre, su socio, la parte de éste en la imprenta. Poco tiempo después la trasladó a lomo de mulos hasta Villaclara (hoy Santa Clara), donde fue el introductor de la misma y fundador del primer periódico de aquella villa, El Eco de Villaclara, en diciembre del propio año.
El Fanal fue fundado en 1843 por Antonio Freyre, salía lunes, miércoles y viernes. Por fallecimiento de Freyre pasó a ser propiedad de Rafael Zaldívar de la Puerta, que fue su dueño por más de veinticinco años.
En sus comienzos no fue excesivamente españolizante, aceptando colaboraciones de Esteban de Jesús Borrero (padre e hijo), Concepción Agüero, Sofía Estévez, Martina Pierra, Enrique José Varona, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), Manuel de Monteverde y Cristóbal Mendoza Durán. En 1868. al estallar la revolución, se convirtió en furibundo enemigo de los insurrectos, y en 1876 se convirtió en órgano oficial del Casino Español. Pocos años después de su fundación, comenzó a publicarse diariamente.
En 1866, se fundaron tres periódicos de importancia: El Camagüey, de Antenor Lezcano y Salvador Cisneros Betancourt, marqués de Santa Lucía, de filiación reformista, que tuvo por directores a Francisco M. Rubalcaba a Ignacio de Miranda Agramonte, y colaboraron en el mismo Cristóbal Mendoza Durán y Adolfo Márquez Sterling. En mayo del propio año, fue clausurado por orden del gobernador Mena, quien intentó cerrar definitivamente la imprenta, lográndolo después de numerosas tentativas. El Oriente, fue fundado a mediados del propio año, bajo la dirección de Francisco M. Rubalcaba con la colaboración de numerosas personalidades ya citadas anteriormente, y que se publicó hasta la Guerra de los Diez Años. A fines de este año, Federico Peyrellade fundó El Céfiro, que se tiraba en la imprenta de El Fanal. Su redactor era una joven de sólo veinte años: Sofía Estévez Valdés, que ejerció el periodismo en aquella época, llevando a las páginas de El Céfiro, desde su novela Alberto el Trovador, hasta comentarios, editoriales y noticias del día, sin olvidar sus inspiradas poesías, Posteriormente, fue redactora del mismo, Domitila García Duménigo, también destacado poetisa. El Céfiro se publicó hasta noviembre de 1868.
La mejor publicación de todo este período, fue sin duda El Popular, de carácter eminentemente didáctico, y al parecer de tendencia separatista, por las numerosas críticas que hizo El Fanal del mismo. Dicho periódico era semanal, salía cada domingo al precio de diez centavos. Su director y fundador fue Antenor Lezcano, ya citado anteriormente, y que según nuestra opinión fue uno de los pioneros del periodismo en Puerto Príncipe, por lo mucho que aportó a su desarrollo, y por su gran interés en educar a los sectores más humildes de la población, Este, además de los editoriales y algunas poesías, escribía sobre Química, Historia, Geografía, Botánica, etc., y contó además con la valiosa colaboración de Eduardo Agramonte Piña, Cristóbal Mendoza Durán, Juan Manuel García de la Linde, Francisco Agüero y Agüero y Enrique José Varona, que publicaron interesantes trabajos de Anatomía Descriptiva, Literatura, Historia Natural y poesías. Su primer salió el 17 de mayo de 1868. De dicho número, copiamos a continuación algunos fragmentos del editorial, escrito por Lezcano:
Al levantarse en armas los camagüeyanos, el día 4 de noviembre de 1868, sólo continuó publicándose El Fanal, como dijimos anteriormente, pues algunos periodistas y colaboradores se sumaron a la insurrección, otros periódicos fueron clausurados por estimar las autoridades españolas que sus redactores eran desafectos a la metrópoli.
En 1870, comenzó a editarse en la imprenta El Fanal un libelo con el nombre de El Gorrión, con el lema “Que canta en castellano la verdad, la justicia y la salvación”, enemigo implacable de los cubanos, que salía cada vez que ocurría un hecho de armas desfavorable a los cubanos, o se ocupaba a éstos alguna documentación valiosa, etc. Su director y redactor fue Justo Salinero, integrista intransigente que se había destacado en La Habana, al frente de El Espectador Militar en 1868.
Ese mismo año, el 7 de mayo, comenzó a publicarle en Guáimaro El Mambí, redactado por Ignacio Mora. Los números siguientes se imprimieron en los campos de Cuba Libre hasta 1871, para todos ellos se utilizó la imprenta llamada Libertad, manejada por Clodomiro Betancourt. Posteriormente, en julio del mismo año, comenzó a editarse El Cubano Libre en los campos de Camagüey, éste fue el segundo paródico de ese nombre, el primero, se publicó en Bayamo a partir del 20 de octubre, en que las fuerzas cubanas tomaron dicha ciudad.
Durante la Guerra de Independencia, cayeron algunos periodistas y colaboradores de éstos; Cristóbal Mendoza Durán. que había sido Secretario del Exterior del Gabinete de Céspedes, que alcanzó el grade de coronel, fusilado en Puerto Príncipe, el 18 de noviembre de 1870; igual suerte corrió el Secretario del Interior, Eduardo Agramonte Piña, con el grado de coronel, el 8 de marzo de 1872 en el combate de San José del Chorrillo; y Francisco M. Rubalcaba, con el grado de general, fusilado el 5 de marzo de 1873. Participaren en la insurrección Salvador Cisneros Betancourt que fue figura principalísima tanto en los preparativos como en el curso de ésta, alcanzando la presidencia de la República en Armas después de la deposición de Céspedes; Enrique José Varona; Antenor Lezcano. También se destacaron algunos por la labor de propaganda realizada en la ciudad, como Francisco de Agüero (El Solitario), Sofía Estévez y otros, que redactaron proclamas contra España, a la vez que servían de comunicantes.
Tomado del periódico Adelante, 5 de mayo de 1972, p.2.
Forma parte de una serie de publicaciones relacionadas con la conmemoración del centenario de Ignacio Agramonte, y aparece precedido por la siguiente nota: “Por considerar ilustrativo, interesante y profundo este trabajo, hemos creído oportuno hacerlo llegar a nuestros lectores, ya que les servirá para poder adelantarse mejor en el estudio de la situación política, económica y social de Puerto Príncipe en la época en que nació y vivió Ignacio Agramonte.”
El texto ha sido transcrito a partir de un recorte que nos facilitara Juan Carlos Gil Palomino.
El Camagüey agradece a Eduardo Vázquez y a Rodolfo Tamayo Castellanos las imágenes que acompañan este texto, y a Eduardo Rodríguez la digitalización de El Céfiro.