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Caso La Habana de Fito (2)

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Caso La Habana de Fito (2)

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El documental La Habana de Fito, de Juan (Pin) Vilar, fue exhibido el 10 de junio de 2023 sin el consentimiento del realizador ni del productor en el programa de televisión Espectador crítico, que conduce Magda Resik. A continuación, en orden cronológico, incluimos parte de lo publicado al respecto por los implicados y por cineastas e intelectuales cubanos.


Juan Antonio García Borrero en Facebook el 15 de junio:

Ésta es la primera vez que sumo mi firma a un documento público. Tal vez no exista otra vez, porque sigo prefiriendo expresar lo que pienso en aquellos espacios personales que he querido construir, como el blog, la ENDAC, o este muro.

Pero creo que necesitamos entrar en un debate civilizado de los graves problemas que ahora mismo enfrenta la cultura nacional, y que es el espejo de la crisis más profunda que vive la sociedad, o mejor dicho, la nación.

En mi caso personal, es la evocación de intelectuales como Tomás Gutiérrez Alea y Desiderio Navarro, por mencionar dos, lo que me impide silenciar mis consideraciones en medio de la cosa pública. Pienso que ahora mismo lo que nuestro tiempo está pidiendo a la vanguardia intelectual (no solo a los cineastas) es el debate transparente de nuestros problemas, no la postergación o discusión superficial.

La cultura solo nos salvará (y puede salvarnos) si construye puentes para el entendimiento nacional. De lo contrario terminaremos como Los sobrevivientes de Titón, devorándonos nosotros mismos.

Los sobrevivientes, de Tomás Gutiérrez Alea (Titón)


Eloy Viera Cañive en El Toque, 16 de junio de 2023

“LA PROYECCIÓN TELEVISIVA DE LA HABANA DE FITO:
¿ILEGALIDAD O REPRESALIA?” 

Más de cincuenta cineastas y artistas firmaron en La Habana una declaración en la que consideran un “error” de las autoridades culturales cubanas la decisión de suspender la proyección de las obras audiovisuales La Habana de Fito (del realizador Juan Pin Vilar), Existen (de Fernando Fraguela y Yulier Rodríguez) y El encargado (de Ricardo Figueredo), “programadas para la sede del grupo teatral El Ciervo Encantado el día 29 de abril” de 2023.

Además de la cancelación de la proyección de los audiovisuales, los artistas también consideran un “error” la presentación de “una copia no concluida del documental” La Habana de Fito (“ignorando la negativa de su director y su productor”) en el programa de la televisión cubana Espectador crítico; con la presencia de dos vicepresidentes de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

Más allá de considerar errónea la proyección del documental de Juan Pin Vilar en la televisión, otra idea se ha debatido en los últimos días ―sobre todo en las redes sociales cubanas―: ¿es legal un acto como ese? El tema de la legalidad ha sido resaltado por algunos de los más altos funcionarios de cultura del país.

Pero, ¿qué dice la normativa de derecho de autor cubana al respecto?


Autores de una obra audiovisual

La Ley de Derecho de Autor cubana, vigente desde agosto de 2022, reconoce que se consideran “coautores” de una obra audiovisual el “director-realizador”, el “autor de la obra escrita, tales como el argumento, la adaptación, el guion, los diálogos”; y el “autor de la obra musical, con letra o sin ella, creada expresamente para la obra audiovisual”.

Asimismo, la normativa considera que los “productores” son las personas naturales o jurídicas (empresas u organizaciones) que realizan la “coordinación” para la materialización de la obra. De acuerdo con la norma, a los productores (“mediante contrato y salvo pacto en contrario”) se les transmite de forma exclusiva “las facultades de reproducción, distribución, comunicación pública y puesta a disposición del público en redes informáticas” del material audiovisual o cinematográfico.


Derechos de divulgación y reproducción

La Ley de Derecho de Autor reconoce que una creación se divulga cuando se hace accesible por primera vez al público en cualquier forma (publicación editada, representación, interpretación o por cualquier otro medio).

Considera, además, que para “divulgar y modificar la obra” se requiere el consentimiento de los coautores. En específico, reconoce como facultad de “carácter moral” del autor la capacidad de decidir si la obra “ha de ser divulgada, en qué forma y momento”. Asimismo, establece como derecho moral del autor audiovisual “oponerse a cualquier deformación, mutilación u otra modificación, o a cualquier atentado contra su obra que cause perjuicio a su honor o a su reputación”.

Son precisamente estas dos últimas facultades las que encabezan los cuestionamientos de Juan Pin Vilar (director de La Habana de Fito) y Ricardo Figueredo (productor) cuando afirman que no otorgaron su consentimiento para la divulgación del documental en la televisión nacional. Además, la versión proyectada no fue la definitiva y, por ende, tenía una calidad que puso en tela de juicio la reputación de los realizadores.

Otra de las principales discusiones en torno a lo sucedido en el caso de La Habana de Fito es que la obra había tenido una presentación no comercial en la clausura del Havana Film Festival de Nueva York en noviembre de 2022. Algunas personas preguntan si el hecho de que el audiovisual se hubiese presentado en ese festival implica que la obra ha sido divulgada y, por ende, puede reproducirse en cualquier otro espacio sin necesidad de la autorización de los autores.

La respuesta llana es no. Los autores conservan la capacidad de determinar en qué espacios se “reproducen” sus obras. En el derecho de autor hay una regla bastante aceptada que diferencia el derecho de “divulgación” (derecho a dar a conocer públicamente una obra) y el derecho de “reproducción” (vinculado con los derechos económicos). Que un autor audiovisual o en su defecto un productor otorgue consentimiento para que una película sea presentada por primera vez en un espacio determinado no quiere decir que luego cualquiera puede reproducir la obra en un espacio diferente.

Las películas u obras audiovisuales pueden someterse primero a circuitos de festivales para darse a conocer y sus reproducciones pueden limitarse a espacios cerrados (no comerciales) que permitan la divulgación del producto sin comprometer la posibilidad de reproducción en otros ambientes ni sus capacidades de recaudación de fondos. Solo luego de la explotación amplia de una obra es que, por regla general, los autores autorizan su reproducción en espacios de divulgación masiva que permiten el consumo libre e irrestricto.


Las excepciones y los cálculos

Uno de los señalamientos de los cineastas en su declaración es que la proyección de La Habana de Fito en la televisión tenía como principal objetivo desacreditar a sus realizadores. Después de la proyección del audiovisual, Abel Prieto Jiménez, exministro de Cultura y presidente de Casa de las Américas, en un post compartido en su página de Facebook dijo haber visto el documental y lamentó “que algo tan hermoso como la relación de [Fito Páez] con la Revolución cubana haya sido estropeada por las turbias intenciones del realizador”.

Asimismo, consideró que la situación había obligado a que la periodista Magda Resik “invitara [a su programa] a los historiadores Elier Ramírez y José Luis Méndez y al periodista e investigador Pedro de la Hoz” para “deshacer malentendidos y manipulaciones” del documental “en torno a la desaparición de Camilo y a la aplicación de la pena capital en el contexto peligrosísimo del año 2003”. Terminó diciendo que el “arte (…) se malogra si se mezcla con la provocación política”.

Las palabras de Abel Prieto demuestran con claridad cuál era el objetivo de la proyección de La Habana de Fito en la televisión cubana. El objetivo no era promocionar la obra, sino ofrecer una versión alternativa de los hechos analizados en el documental. Una versión que pudiese servir para “educar” a la posible audiencia de la obra.

Al justificar la proyección televisiva del documental, Abel Prieto apeló al artículo 86.1, incisos e y f, de la Ley de Derecho de Autor. Los preceptos aseguran que es lícito utilizar una obra sin autorización “para su análisis, comentario o juicio crítico con fines de enseñanza o de investigación” o para el desarrollo de “creaciones intelectuales”. Abel Prieto y la burocracia cultural cubana pretenden demostrar que la discusión de tres personas con iguales visiones y sin que los creadores u otras personas con ideas divergentes pudieran contradecir argumentos, es un acto analítico, crítico e, incluso, una creación intelectual. Abel Prieto y la burocracia cultural cubana quieren hacer creer que los cubanos deben ser “educados” mediante la propaganda.

En el afán justificativo, olvidan que la ley en la que se respaldan reconoce que los actos de crítica o enseñanza en los que se utilice una obra sin consentimiento de sus autores deben ser realizados “en la medida justificada por el fin que se persiga, debiendo indicar la fuente y sin manifestar una explotación encubierta de la obra”.

Lo que ocurrió en Espectador crítico no fue un acto educativo y mucho menos intelectual. Fue un acto que encubiertamente explotó la obra, en tanto se dio a conocer a un público amplio (mediante una copia defectuosa) sin haber señalado la fuente y utilizando un medio de más alcance que el que hubiese sido necesario para una actividad con fines educativos. Si se quería “educar”, bastaba con el análisis de los tres invitados del programa. Bastaban las referencias al material audiovisual que no necesitaba ser proyectado. Pero lo que se perseguía no era la educación de una ciudadanía que ha demostrado tener capacidad suficiente para alimentarse de fuentes más diversidad que la propaganda estatal. Lo que se perseguía era demeritar la obra, a sus autores, y limitar la futura explotación y reproducción del documental. Para ello, un medio de alcance masivo como la televisión ―como tantas otras veces han hecho― es el más efectivo.

Más allá de lo que diga un apparatchik de larga data como Abel Prieto, las intenciones reales detrás de la proyección del documental en Espectador crítico quedaron claras en las palabras del viceministro de Cultura, Fernando León Jacomino. A través de su cuenta de Twitter ―y refiriéndose a lo sucedido con La Habana de Fito― expresó: “Nunca hubo censura”. Alegó, además, que durante días dialogaron en vano con Juan Pin y su equipo “para que retiraran la injusta acusación”. Ante la negativa de los realizadores de autocensurarse y mutilar su obra, las autoridades decidieron actuar. Jacomino reconoce que “[l]as manipulaciones históricas del filme” los “[obligaron] a la proyección con acompañamiento crítico” del documental. Para la proyección no eligieron espacios cerrados como la Sala Chaplin, sino un medio de mayor alcance: la televisión nacional. A fin de cuentas, desde Padilla, pasando por Ochoa y hasta los más recientes ejemplos, está demostrado que el espacio más efectivo para los asesinatos de carácter del régimen cubano siempre ha sido la televisión nacional.


Cine cubano: contra la historia única

El cine insular es también la lista de censuras y purgas que matizan desde hace décadas la política cultural en Cuba. En 2022, diversos proyectos independientes buscan recuperar esas voces y relatos negados por el poder.

Más allá de los intentos de la burocracia de justificar un acto ―cuando mínimo― éticamente reprochable tras el velo de la educación y la creación intelectual, lo sucedido con el documental de Juan Pin Vilar pudo haberse justificado de una forma más sincera desde lo legal, pero menos redituable políticamente.

En la práctica, quienes detentan el poder en Cuba manejan todo en lo que invierten dinero público (de los cubanos) como algo exclusivamente suyo y no “nuestro”. Por esa razón, controlan con impunidad las obras que se materializan con fondos estatales o que necesitan de la institucionalidad para su divulgación. Por esa razón, “solicitan” a los creadores beneficiados con sus/”nuestros” recursos que mutilen sus obras para impedir “injustas acusaciones”. Por ello también, en caso de negativa, censuran o desprestigian y utilizan el poder del aparato de propaganda monopólica que conservan y de una institucionalidad que no responde a gremios afines, sino a un poder que entiende la libertad de creación como riesgo para su supervivencia.

El poder introduce provisiones en casi la totalidad de sus normativas para “legitimar” sus políticas de control y censura. La Ley de Derecho de Autor no es la excepción. En el artículo 86.1, inciso n, reconoce que: “[es] lícito y no requiere autorización ni remuneración alguna, pero sí referencia al nombre del creador, la utilización de (…) creaciones sustentadas con recursos materiales o financieros del presupuesto del Estado por las instituciones estatales para el cumplimiento de sus fines”.

La Habana de Fito se produjo en amplia medida con el apoyo del Fondo de Fomento del Cine Cubano. El Fondo fue establecido en junio de 2019 luego de la emisión del Decreto Ley 373/2019 “Del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente y sus normas complementarias”. De acuerdo con lo expresado en la normativa, el Fondo tiene como objetivo “la asignación de recursos financieros a los mejores proyectos de creadores audiovisuales y cinematográficos independientes o Colectivos de Creación Audiovisual y Cinematográficos que se presenten a la convocatoria pública que a ese efecto emite el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos” (Icaic). Una de las fuentes fundamentales que alimentan el fondo es el presupuesto del Estado.

Por otra parte, a pesar de que el artículo 37.1 de la Resolución 22/2019 del Icaic (Reglamento para la Asignación de Financiamiento a Proyectos cinematográficos por el Fondo de Fomento del Cine Cubano) reconoce que la “asignación del financiamiento no implica la cesión al [Icaic] de los derechos de utilización sobre la obra”, las previsiones de la Ley de Derecho de Autor indican otra realidad, la cesión absoluta de derechos a favor de un ente superior al Icaic: el Estado cubano, o lo que es lo mismo, el Partido Comunista y la institucionalidad que lo soporta.


Fondo de Fomento del Cine Cubano: entre el entusiasmo y las reservas

A pesar de que existen algunos pesimistas que intentan sabotear la gestión del Fondo de Fomento, y aseguran que el cine cubano solo puede garantizar su independencia fuera del ICAIC y de sus estructuras, es notoria y estimulante la participación de los cineastas independientes en estas convocatorias.

En resumen, lo sucedido con La Habana de Fito es la demostración de dos asuntos fundamentales. El primero es evidente desde el momento en que se estableció la política cultural de la “Revolución” en el discurso de Fidel Castro que ha trascendido bajo el nombre de Palabras a los intelectuales. Es una paradoja hablar de arte independiente bajo el control y el auspicio del Estado/Gobierno/Partido Comunista cubanos o cualquier institución reconocida por estos. Es un hecho que la recepción de fondos estatales en Cuba impide hacer arte libre sin el riesgo de la censura, la manipulación, la limitación de recursos o simplemente el desprestigio.

El segundo aspecto que demuestra lo sucedido con el documental de Juan Pin es que la libertad de creación y la expresión de ideas divergentes o plurales en el espacio cubano no es un tema de “errores” o de leyes. Es el reflejo de la esencia de un modelo político que entiende la libertad y el pluralismo como atentado a su supervivencia y que dobla o viola la legislación en función de sus necesidades puntuales.

Quienes pretendan crear de forma independiente y libre en Cuba no encontrarán nunca protección ni en la ley ni en la institucionalidad, a menos que cambie el modelo político que hoy necesita la censura y el escarnio para continuar reproduciéndose.


Eloy Viera Cañive. Tomado de El Toque

Asamblea de Cineastas Cubanas reunida el 15 de junio.


El 16 de junio, la página en Facebook de la Asamblea de Cineastas Cubanos publicaba esta nota:

RESUMEN DE LAS PRIMERAS ACCIONES

  • 1. Convocatoria abierta a la Asamblea de Cineastas del 15 de junio en el cine 23 y 12 y a través de Google Meet para cineastas de otras provincias, quienes no están en Cuba o que por cuestiones de trabajo no pudieron asistir presencialmente en La Habana. 
  • 2. Encuentro de Cineastas en Asamblea de la cual se derivó la firma de la “Declaración de Cineastas Cubanos del 15 de junio de 2023”.
  • 3. Creación de un correo electrónico y página en Facebook comunicándose la declaración, a la que pueden sumarse cineastas, intelectuales, otros artistas y profesionales vinculados al ejercicio del cine. 
  • 4. Ratificación de que cualquier encuentro entre las instituciones y los/las cineastas deberá ser bajo el formato de Asamblea Abierta con que nos reunimos el 15 de junio de 2023. 
  • 5. Reafirmación de la importancia de una Ley de Cine en Cuba y, por la cual hemos abogado durante años. Una ley que proteja realmente a las obras y sus creadores, y cuya formulación cuente con la participación y consenso de los y las cineastas.


El 16 de junio, Juan Pin Vilar publicaba:

UNA ACLARACIÓN IMPRESCINDIBLE

He conocido por diferentes vías que próximamente pudiera tener lugar una reunión de los cineastas con representantes del Ministerio de Cultura y el Icaic.

Dejo claro que:

Durante el proceso de rodaje. 
Cortesía de Juan Pin Vilar
  • 1- Cualquier narrativa o conversación relacionada con nuestra obra, La Habana de Fito, en la que no participemos el productor Ricardo Figueredo o yo, autores y dueños legales de la misma, estará condicionada por la subjetividad, desconocimiento o tergiversación de lo ocurrido. 
  • 2- Creemos que las dinámicas de participación establecidas ayer por los cineastas son las correctas. En caso de que alguno de nosotros no pueda estar presente físicamente, debe articularse una forma de intervención a través de la red o alguna plataforma que nos permita escuchar e interactuar. 
  • 3- Ricardo y yo no somos responsables de las posibles demandas que se originen en el extranjero contra funcionarios o instituciones cubanas implicadas en este robo y exhibición ilegal de una obra artística. Hay varias disposiciones legales que se han violentado, colocando al cine y al arte cubano en general, en un limbo de indefensión. No olvidar además que un artista de renombre internacional ha sido agraviado por representantes de la cultura en medios de alcance nacional.

Juan Pin Vilar
16 de junio del 2023
La Habana. IV Año Pandémico.


Así anunciaba el cineasta Ian Padrón su directa, en Derecho a réplica, el 16 de junio:

LA VIOLENCIA Y LA CENSURA NO PRESCRIBEN... AL MENOS NO PARA MÍ. Por primera vez en casi 20 años, me dirijo directa y públicamente a quien me agredió físicamente en pleno lobby del ICAIC: el reconocido cineasta JORGE LUIS SÁNCHEZ; durante la censura de mi documental FUERA DE LIGA. También expreso mi opinión sobre lo que considero otro nuevo acto de censura, al intentar HOY recordar este hecho durante la más reciente ASAMBLEA DE CINEASTAS CUBANOS (Jorge Luis Sánchez presente) y cuyo tema era precisamente debatir sobre la censura cinematográfica en Cuba. Todo a raíz del documental La Habana de Fito del realizador JUAN PIN VILAR, a quien he mostrado públicamente mi apoyo y solidaridad.


El 17 de junio la Asamblea de Cineastas Cubanos publicó:

ACLARACIONES NECESARIAS DE LA ASAMBLEA DE CINEASTAS CUBANOS:

1. En la Asamblea del día 15 de junio de 2023 un grupo de cineastas nos dimos cita por derecho propio en nuestro espacio común, UN CINE, (lugar físico) para hablar y debatir sobre un caso en particular, pero no único, de violación de derechos de autor y de censura.

En este lugar, con medios propios creamos un link para que los y las cineastas residentes en Cuba y los que no, también pudieran participar.

Se dio lectura a dos cartas, una de Ricardo Figueredo, productor del largometraje documental La Habana de Fito —que la hizo llegar desde Argentina—, y otra de Juan Pín Vilar, director del mismo —desde la EICTV donde se encontraba—, que dieron inicio al debate.

En algún momento de la reunión, alguien comentó que estaba siendo grabada, lo mismo por personas ajenas, que por algunos de los presentes o por las personas conectadas desde otras latitudes.

Los que logramos hacer la trasmisión NO GRABAMOS porque para hacerlo habríamos tenido que usar otras plataformas que están bloqueadas para Cuba, y el uso de un VPN iba a ralentizar o impedir aún más la comunicación o imposibilitar que cineastas dentro de la isla por estas mismas razones no pudieran conectarse.

Se preguntan algunos, por qué siendo cineastas, no la grabamos.

Casi nadie llevó un equipamiento o medio técnico acorde, solo nuestros celulares, porque no se sabía cómo seríamos tratados durante o luego de ese encuentro. Nuestra historia ha recogido otras tristes experiencias. Nada de lo que ahí se dijo, es un secreto. Si se insistió en hacer la transmisión, fue para ser lo más participativos posible.

2. Queremos ofrecer una disculpa formal y pública al realizador cubano Ian Padrón. Tienes toda la razón. Perdón por la manera en que se dieron los hechos.

Una de las cosas que arrastramos a lo largo de esta historia es no saber pedir perdón, y disculparnos cuando es lo que toca.

No fue la manera justa y correcta el pedido que se te hizo de no hablar de cosas personales. Esto tiene que ser un proceso colectivo y todos y todas tenemos que ser parte, tenemos que escuchar lo que todos tienen para decir, por eso tuviste por derecho, nuevamente la palabra, para terminar la idea.

NO podemos permitir que siga el ciclo de censura selectiva.

Para nuevas convocatorias intentaremos hacer lo posible para que se logre escuchar a todas las personas que deseen ser partícipes de un diálogo respetuoso, aunque las limitaciones tecnológicas, trascienden a nuestra capacidad y voluntad.

NO queremos reproducir o perpetuar el linchamiento de cineastas. No podemos hacerle el juego a quienes quieren dividirnos. Por tanto, una vez más, disculpas para Ian.

3. Se produjo un lamentable error tecnológico, que no deja de ser gravísimo: al realizarse desde el perfil de la Asamblea de Cineastas Cubanos —un@ de l@s cineastas con acceso, emitió un criterio hablando de lo sucedido creyendo que lo hacía a título personal y por privado, cuando fue desde la página de Facebook de la Asamblea.

Como no vamos a permitir que nos dividan más o que se produzcan acciones en su contra, nos reservamos el nombre de la persona.

4. El día de la Asamblea se comunicó por parte de un funcionario del ICAIC, que el martes 20 de junio, querían reunirse con l@s cineastas mediante citación y expresamos nuestro desacuerdo colectivo.

Si existe verdadera voluntad de reunirse debe ser con todas y todos los cineastas, bajo el mismo formato con que convocamos el encuentro del 15 de junio, incluyendo a colegas de otras provincias y a quienes no están en Cuba.

Hoy, varios de los firmantes han sido llamados con motivo de la reunión del martes, pero sin garantizarnos el formato abierto que permita incluir a todos y todas las cineastas que deseen y puedan asistir.

Las razones de nuestra negativa se exponen a continuación:

- Queremos saber quién quiere reunirse con La Asamblea de Cineastas, nombre, apellidos y el cargo que ocupa dentro de la institución pertinente.

- Es voluntad de la Asamblea una reunión que incluya a todos y todas las cineastas. El Cine Cubano es uno solo, ya sea en el Oriente, Centro y Occidente, como fuera de la Isla.

NO queremos más división, ni que existan separaciones o grupos selectos, eso también es censura.

- En caso de realizarse esta reunión con la Asamblea el próximo martes, porque aún no ha sido pactada, debe ser mediante convocatoria pública y no selecta a todos los cineastas cubanos, y en nuestro espacio común el cine —donde siempre se han realizado todas las demás—, y no en un ministerio o a puertas cerradas.

El cine es un arte colectivo, no individual, se hace gracias a la concurrencia de artistas, talento artístico y técnicos de las distintas especialidades, con procesos en los que intervienen otras manifestaciones o expresiones del arte; pero todo este sueño y esfuerzo, no sería posible sin el acompañamiento de otros roles y personas sin cuya entrega es imposible hacer una película.

En el cine TODOS y TODAS somos IMPORTANTES.

La Habana, 17 de junio de 2023


El 19 de junio el realizador Juan Pin Vilar publicaba:


Mi criterio:

Se ha venido hablando de una próxima reunión de los cineastas con diferentes autoridades del gobierno, el Partido, el Ministerio de Cultura y el ICAIC. Instituciones que, de alguna manera, aparecen relacionadas con el robo y posterior exhibición pública de mi documental La Habana de Fito.

Como ya he expresado, lo sucedido recientemente no es sólo un grave asunto a dirimir, ya que varios de mis colegas se refirieron a desafortunados momentos anteriores de nuestra historia cultural en los que autores, obras e ideas fueron objeto de censura, persecución y manipulación. Percibo en ello, que hay una comunidad integrada por creadores, intelectuales y artistas que ahora mismo están señalando con sus firmas y declaraciones, su rechazo a esa forma de practicar, entender y conducir las políticas culturales.

Nuevamente, parece articularse un “control de daños” cuando los responsables de todo este entuerto pretenden ejecutar su estrategia favorita convocando a reuniones selectivas. Alerto sobre este proceder consagrado a anular cualquier debate profundo sobre los problemas que han quedado expuestos.

Fernando Pérez y Juan (Pin) Vilar

Los cineastas cuentan con mi apoyo. Han dejado claro que no aceptarán tal estrategia; que cualquier encuentro tiene que ser abierto, respetuoso y transparente donde estén presentes todos los involucrados. Debe permitirse además, alguna manera fiable de transmitir y grabar la reunión. La Historia tiene que ser contada desde diferentes aristas, no por un grupo selecto y desde posiciones o intereses de clase. Quién a nombre del pueblo habla, debe tener la honestidad de revelarse delante del pueblo.

Seguramente, tendremos un diálogo o intercambio de ideas donde habrá posiciones encontradas, pero todos debemos ser escuchados en igualdad de condiciones.

Ni Ricardo Figueredo ni yo y mucho menos Fito Páez, hemos pretendido dañar la imagen de Cuba, ni la relación del artista con sus miles de seguidores en nuestra isla. Nada de lo que ese documental expresa es mentira o corresponde a alguna oscura manipulación internacional. Son los funcionarios cubanos implicados, directamente, los causantes de todo este embrollo. Su proceder sí deteriora la imagen del país, y evidencia el abuso de un poder, obsesionado con el control de la memoria, los recuerdos y las palabras de un individuo.

Juan Pin Vilar
La Habana, 19 de junio del 2023
IV Año Pandémico.

Antonio Rodríguez Salvador en La Jiribilla, 21 de junio

DIALOGAR

He estado siguiendo este asunto relacionado con la Declaración de Cineastas, luego de la polémica por la exhibición del documental sobre Fito Páez (La Habana de Fito), y veo que esta ha sido suscrita por intelectuales y artistas de mucho prestigio, que siempre se han caracterizado por su altura de pensamiento. Bajo tal principio pienso que a la mayoría sobre todo le anima no el enfrentamiento con las instituciones culturales, sino un diálogo donde la Cultura sea ganadora.

De hecho, la propia Declaración es prueba de que existen razones que deben ser debatidas. Es una mirada, un punto de vista sobre el asunto en discordia que, para juicio de un tercero ─digamos el Soberano─ solo tendría sentido con su adecuado complemento.

En otras oportunidades ocurrieron desacuerdos, y la búsqueda cooperativa de la verdad permitió aproximar y converger razones para finalmente crecer. De anteriores debates surgieron ideas ─hoy logros─ como el Fondo de Fomento, el Decreto Ley del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente y la nueva Ley de los Derechos del Autor y del Artista Intérprete, por citar lo más reciente.

Somos hombres y mujeres de la cultura, y quizá el ejercicio —o el milagro— que más nos justifica es nuestra capacidad de diálogo. Sin ese acto entre conciencias, entendidas como totalidad orgánica de la personalidad: suerte de democracia íntima donde somos juez y parte —donde el ego no vota, sino la razón de las cosas—, no es posible el arte ni la cultura.

En el diálogo cultural no puede haber más árbitro que lo consustancial a la Cultura. Por tanto, se hace necesario movilizar la voluntad hacia un camino donde converjan empatía y racionalidad, discreción y reconocimiento mutuo. “Diálogo” con condiciones, o precedido de acciones donde no se potencie la razón, no es diálogo cultural. En este, por tanto, se hace necesaria determinada cercanía: aproximación que permita una palabra ciertamente en libertad, pero también libre de asuntos que no vayan dirigidos a su pertinencia práctica.

Uno dice “diálogo”, “cultura”, “arte”, y es asombrosa la coincidencia en lo esencial de sus significados. Son tres naturalezas entrelazadas que hacen posible el descubrimiento multiplicado de la armonía y la consistencia de las cosas. Sin ellas no es posible cohesión social alguna; sin ellas, ni siquiera existiese semejante Declaración.

El 21 de junio, Gustavo Arcos publicó este análisis:

MIEDO A TODO

Para aquellos funcionarios o directivos de la cultura que padecen de amnesia y no reconocen las acciones de censura o control institucional realizadas por ellos, sobre obras audiovisuales y autores cubanos, aquí tienen una lista de nombres que seguramente tienen mucho que decir al respecto.

El decreto ley 373 (del 2019) que legitima la figura del creador audiovisual independiente no ofrece garantías a la exhibición o distribución regular de las obras. Las salas de cine y los espacios en la televisión son operados por entidades del gobierno y el partido, que en Cuba son la misma cosa, y no por los cineastas o figuras asociadas a ellos.

Proyectar puntualmente una película en un festival no es considerado en ninguna parte, una exhibición comercial o regular de la misma. La mayor parte de los filmes cubanos realizados en las últimas dos décadas no han circulado por nuestras salas y el público los desconoce.

El sistema cine (producción, distribución, exhibición) está quebrado en nuestro país, porque en alguna oficina alguien teme al arte, a los gestos y las palabras.

No es un autor (a), son decenas. No se trata de un asunto “difícil”, ya cualquier tratamiento o visión de la realidad, será motivo de sospecha, irritación y ataque. No es un caso aislado, es una práctica que lleva décadas.

No son los artistas los causantes de los agudos problemas del país. Dejen de acusarlos. El cine cubano está vivo a pesar de todo lo que han hecho para desmembrarlo y enterrarlo. Ahí están los cineastas, dentro y fuera de la isla contando las historias que ustedes, jamás podrán silenciar, ni ocultar.

Los nombres:

Miguel Coyula, Enrique Colina, Ricardo Figueredo Oliva, Jorge Molina Enriquez, Carlos Díaz Lechuga, Juan Carlos Cremata Malberti, Carla Valdés León Heidi Hassan, Pavel Giroud Eirea, Carlos Quintela, Eddie del Llano, Marcel Beltrán, Juan Vilar, José Luis Aparicio Ferrera Fernando Fraguela Fosado, Yimit Ramírez, Marcelo Martin, Alejandro Ramírez Anderson, Karel Ducase Manzano, Daniela Muñoz Barroso, Ian Padrón, Kiki Alvarez, Lázaro J. González González, Arturo Infante, Alan González, Juan Carlos Sáenz de Calahorra, Maykel Pedrero, Yunior García Aguilera, Víctor Alfonso Cedeño, Alejandro Alonso Estrella, Yaíma Pardo , Enmanuel Martín, Damián Sainz, Katherine T. Gavilán, Susana Barriga, Zoe Miranda, Lázaro Lemus , Rafael De Jesús Ramírez Pupo, Janis Reyes, Luis A Yero, Amilcar Melián Jr., Maryulis Alfonso, Sandra Gómez, Deymi DʼAtri, Maysel Bello Cruz, Irán Hernández, Eliecer Jiménez Almeida, Juan Pablo Daranas Molina, Camila Carballo , Daniel Santoyo, Gustavo Pérez Fernández, Jessica Franca, Leandro de la Rosa, Ana A. Alpízar, Alina Rodríguez Abreu , Armando Capó Ramos, Rosa María Rodríguez...

Fito Páez y Pablo Milanés


Nota de El Camagüey: Es continuación de 
Caso La Habana de Fito (1). Se han respetado los subrayados de los documentos originales.

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