Nació el 4 de febrero de 1858. Sus padres, Juan Nepomuceno Boza Agramonte (Cheno) y Mariana Sánchez Loret de Mola, pertenecían a las más acaudaladas familias de Puerto Príncipe.
“Bebé”, como cariñosamente le llamaban, comenzó sus estudios a temprana edad en una de las pocas escuelas de instrucción primaria existentes en su ciudad natal en aquella época. Inició los estudios correspondientes al bachillerato en el Instituto, en 1867, pues como se señaló anteriormente, sus padres contaban con recursos suficientes para costeárselos.
En esa misma época, su padre y sus tíos Manuel, Jerónimo y Gregorio (Goyo) ya conspiraban contra el coloniaje español, junto a Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio y Eduardo Agramonte, Ignacio Mora y otros, quienes organizaban un levantamiento armado en territorio camagüeyano.
Al producirse el alzamiento de Céspedes en Oriente, el 10 de octubre de 1868, partió con una tía suya para Barcelona, donde continuaría sus estudios, pues la situación en Puerto Príncipe se hizo insostenible a causa de la exagerada vigilancia y estado de alarma que mantenían las autoridades coloniales.
El 4 de noviembre del propio año, en que los camagüeyanos se reunieron en el paso del río Las Clavellinas para pronunciarse en armas, y así secundar a sus hermanos orientales, entre aquellos 76 valientes se encontraban Jerónimo, Gregorio y Manuel Boza Agramonte y Virgilio Boza Borrero. Su padre, mientras tanto, se había dirigido a Nassau, Islas Bahamas, con el propósito de organizar expediciones para fortalecer el naciente movimiento revolucionario.
Su familia conquistó la gloria de su extinción casi total en el cumplimiento del deber patrio. Manuel , quien había alcanzado el grado de mayor general, y que ocupó la jefatura militar de Camaguey de junio a diciembre de 1870, cayó el 13 de mayo de 1871 y el 21 del propio mes, fueron sorprendidos por la guerrilla del sanguinario comandante Tizón, Gregorio y Jerónimo Boza, acompañados de algunas mujeres de la familia; una de ellas gritó atemorizada: “Somos los Boza, que vinimos a presentarnos”’ a lo que responde Gregorio resueltamente: “Ningún Boza se presenta, fusílennos”, por lo que fueron macheteados inmediatamente los hombres, y las mujeres conducidas a Puerto Príncipe.
“Cheno” Boza, después de haber participado en varias expediciones, cayó prisionero cuando venía para Cuba en la tercera y desafortunada expedición del Virginius, y fue fusilado en la ciudad de Santiago de Cuba, el 7 de noviembre de 1873.
Tan pronto conoció la triste nueva del fusilamiento de su padre, Bernabé Boza embarcó con destino a Cuba, donde se incorporó a las fuerzas revolucionarias de Camaguey. “Se me destinó al primer escuadrón de caballería Agramonte y al pelotón del cabo Demetrio Mola, un negro de alma pura y hermosa, y de vergüenza presente a todas horas’, escribiría posteriormente.
Con dicho escuadrón participó en numerosos combates librados en territorio camagüeyano. De estos, citaremos los de mayor importancia: Carril de Cachaza, La Unión de Llanes, el puente de Carrasco, La Gertrudis y el asalto al poblado de Cascorro.
Posteriormente pasó a Las Villas para unirse al contingente invasor, y combatió en Loma del Jíbaro, Loma Mala, Manajabo, Los Abreu, El santo y el ataque a la Ciudad de Santa Clara.
A fines de 1876, regresó a Camaguey y el 13 de diciembre estuvo en Peralejos, donde cayó en poder de una guerrilla de cubanos al servicio de España, el comandante Elpidio Loret de Mola, ayudante del General Gómez.
Al año siguiente, participó en El Oriente, Zanjón, Imías, San José del Tínima, Antón y Tunas de Guaimarillo.
Cuando se firmó el Pacto de Zanjón ostentaba, con sólo 20 años de edad, el grado de sargento del primer escuadrón del regimiento de caballerías Agramonte.
En 1895, cuando los cubanos reanudaron la lucha armada contra el colonialismo español, Bernabé Boza se incorporó a las fuerzas del General Gómez, el 22 de junio de ese año, ante quien se presentó durante el ataque y toma del poblado de San Jerónimo; éste lo admitió, e ingresó como Sargento de Regimiento Agramonte a las órdenes del comandante Francisco Redio. Participó en el combate de Ciego de Molina, en que Gómez lo ascendió a Teniente y lo eligió como jefe de su escolta.
Cuando el alto mando de las fuerzas cubanas decidió los planes de la Invasión a Occidente, el general en jefe le encomendó la organización de su escolta que debía acompañarlo en empresas de tal magnitud y le pidió que explorase la voluntad de todos, pues no deseaba ser acompañado sino por hombres resueltos y decididos. Unos días después, Boza se presentó al Generalísimo y le dijo: “General, estos hombres nos han de seguir a todas partes, ya había previsto el caso y tengo a mi gente preparada para la hora que usted decida marchar”.
Tal como lo predijo, la escolta demostró su valor en los combates de Pelayo, Iguará, Mal Tiempo, Calimete, etc., y Boza fue ascendido a teniente coronel en mayo de 1897, y a coronel en agosto del propio año, en que alcanzó la distinción a ser designado jefe de Estado Mayor del General Gómez, quien lo llamó el Cambronne camagüeyano, comparándolo sin duda al famoso militar francés, uno de los hombres de la batalla de Waterloo.
El 21 de julio de 1898, embarcó hacia Cayo Hueso en comisión especial. El 11 de julio, mientras se hallaba ausente, fue ascendido a General de Brigada. Regresó en agosto del propio año, después de cumplir su misión de entrevistarse con el jefe del ejército de los Estados Unidos.
Terminada la guerra y ocupada la isla por las fuerzas interventoras norteamericanas, fue designado Alcalde de Santa María del Rosario, cargo que desempeñó con reconocido celo.
Al instaurase la República el 20 de mayo de 1902, ocupó un escaño en la Cámara de Representantes, pues había resultado electo por la provincia de La Habana.
Publicó su diario de campaña con el título Mi diario de la guerra desde Baire hasta la intervención americana, obra de gran valor para el estudio y el conocimiento de la guerra del 95.
Hasta la muerte de su querido jefe el Generalísimo Máximo Gómez, quien lo llamó “su querido hijo”, se mantuvo siempre junto a él, y ambos discutían los problemas políticos de Cuba.
En 1906, después de la funesta reelección de Estrada Palmas que culminó con la llamada Guerrita de Agosto, a pesar de ser contrario al gobierno constituido, se puso de su parte con el propósito de salvar a su país de la injerencia extranjera, y con un grupo de compañeros de la guerra de independencia y algunos más que se le incorporaron salió al campo en busca de los alzados, para hacerlos desistir de sus propósitos, y que volvieran a la legalidad. Aquellos, olvidaban lo que había costado liberar, aunque a medias, a Cuba, iban por el camino de encadenarlas aún más con los férreos yugos de la segunda intervención.
Desgraciadamente, Estrada Palmas no cumplió sus palabras, sino que se aferró aún más al poder y se vió claramente que prefería entregar las riendas de la nación a sus amos antes de llegar a un acuerdo con los rebeldes, para lo cual utilizaba el pretexto de que su dignidad personal y su decoro no le permitían entrar en ningún arreglo.
Decepcionado, Boza disolvió sus fuerzas y se retiró a su hogar.
Pobre, después de haber sido su familia una de las más adineradas de Camaguey, pero satisfecho de que estos ofrendaran a la patria sus vidas y propiedades, y con la tristeza de no ver a Cuba libre e independiente, falleció en La Habana, el 16 de marzo de 1908, como consecuencia de una intervención quirúrgica.
El Camagüey agradece a Ricardo Muñoz la posibilidad de publicar este texto y las fotos que lo acompañan.