Nueva York. 16 de marzo de 1896.
Sor. Arístides Agüero
Santiago de Chile
Nueva York. 16 de marzo de 1896.
Sor. Arístides Agüero
Santiago de Chile
Mi distinguido amigo: su detallada y minuciosa carta de 2 de Febrero me trae brillante testimonio de la actividad con que V. pone en juego toda clase de resortes a fin de alcanzar progresos para la causa de Cuba en esas regiones, de las cuales podríamos prometernos más decidida cooperación si su estado actual de independencia no tuviese amortiguado el recuerdo de que no hace muchos años eran colonias expoliadas por España que se sublevaron por las mismas razones que han puesto las armas en las manos de nuestros compatriotas. Estoy sinceramente satisfecho de V. y del inteligente giro que V. da a nuestros negocios: juzgo excelentes los resultados que V. obtiene, materialmente considerados. Reunir y tener ya en caja dieciocho mil pesos chilenos —suma que se elevará a veintidós o veinticinco mil en sus excursiones por Santiago, Valparaíso y Norte de Chile—, en un país en que sólo residen quince cubanos, azotado por una gran crisis monetaria y que se halle entre las zozobras de una guerra posible con la Argentina, es un esfuerzo gallardo que lo hace acreedor a mis parabienes y a los plácemes de la justicia.
No se los escatimo a V. en otros aspectos que completan sus gestiones, si bien el éxito en este sentido está sujeto a circunstancias diferentes y hay que contar, para dominarlas, con el tiempo como factor indispensable. Ahí, al igual que en las demás repúblicas hispanoamericanas, obsérvase por regla general el contraste entre el pueblo que nos favorece y el Gobierno que permanece indiferente o impasible por acomodarse al molde de las socorridas conveniencias internacionales. Contra esa preocupación dañosa urge luchar con todo y solos, y V. tiene parte del camino andado puesto que está próximo a caer el actual gobierno en que impera el derechismo, amigo de la España monárquica; pueden reemplazarlo los hombres de la alianza entre radicales liberales doctrinarios y balmacedistas, y tiene V. a su devoción periódicos de importancia, amén de otros que, neutrales, no le cierran sus puertas. Las circunstancias pues, no dejan de ser propicias. En la prensa cabe hacer mucho: llevando a todos el conocimiento de la cuestión cubana, en sus orígenes y en su desarrollo, la verdad ha de abrirse paso y la opinión se fijará en tales términos que, movida e interesada la masa popular por medio de una agitación saludable, su actitud ha de producir efecto en las clases directivas que tengan o representen el poder.
Investido como está V. ya del carácter de Agente diplomático en el Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, tiene V., a la vez que más autoridad, más ancho campo en que desplegar sus dotes y aptitudes. Sería muy conveniente que V. persuadiera al Sr. D. Adolfo Reyes y demás miembros de la alianza a que iniciaran en las Cámaras algunos debates, ya por interpelaciones, ya por medio de otros recursos parlamentarios. Puesto que la idea es popular, prohijada y defendida en los cuerpos legislativos aura popular traerá consigo. Buena oportunidad brindaría, a no dudarlo, el reconocimiento de la beligerancia por los Estados Unidos; pero creo que no debe subordinarse la iniciativa a ese hecho, mucho menos considerada su situación presente.
En Washington, en el Senado y en la Cámara de representantes se han adoptado resoluciones de importancia sobre este particular. Ha habido grandes debates con el objeto de ponerse de acuerdo el Senado y la Cámara; a fin de venir a una solución común, y hoy deben reanudarse. En uno y otro cuerpo mayorías abrumadoras y extraordinarias se han pronunciado por Cuba. Hay quien pretenda posponerlos para el 6 de abril próximo. El aplazamiento no sería largo, empero, según todos los indicios, seguirán sin interrupción su curso normal, y será aceptado lo propuesto por la Cámara, cuyo texto conocerá V. por todos los periódicos. La actitud de Mr. Cleveland es desconocida; si salen las cosas como se piensa, se verá forzado a definirla y acaso se inspire en los sentimientos de justicia tan enérgicamente expresados por los legítimos representantes de la república.
Ésta es la fase exterior, por decirlo así, de la beligerancia, si favorecida por la opinión pública, mantenida también por los admirables progresos de las valerosas huestes revolucionarias. Weyler no se ha dado a conocer más que por sus feroces bandos y por algunos hechos vandálicos de sus tropas; sus empresas militares, nulas hasta ahora. Sus columnas no han impedido ni impiden las marchas triunfales con que los generales Gómez y Maceo se burlan de su táctica. El primero manda y es obedecido mejor que el Capitán General, dentro de los territorios mismos en que éste puede hacer sentir sus atribuciones; y el segundo, a despecho de combinaciones y de miles de soldados, contramarcha, vuelve a la Habana, se pasea victorioso por la provincia y acaba de tomar a Batabanó a la vista de dos cañoneros surtos en la rada. Prometió Weyler que Maceo, acorralado en Pinar del Río, no se reuniría con Gómez, y Gómez y Maceo se juntaron con descrédito del ejército regular de una nación que se juzga poderosa, y después con sus famosas conchas han sembrado el espanto entre las fuerzas españolas desmoralizadas. Prometió Weyler que para mediados de este mes molerían los ingenios, y aparte de la ignorancia que implica semejante pretensión en época tan avanzada del año, se siguen al pie de la letra las instrucciones contrarias comunicadas por nuestro Gobierno. Y en las Villas, Camagüey y Oriente, donde fue tomado Sagua de Tánamo, todo va muy bien; de modo que ya es bastante deslucido el papel de Weyler, el cruel general en quien cifraron sus esperanzas de casi inmediata pacificación el gobierno de Madrid y la quijotesca impresionabilidad de las muchedumbres que tan entusiásticamente le despidieron, de la pujanza de la revolución, más que mis palabras le dará a V. razón elocuente el hecho de que ya se anuncia que España enviará 50 000 hombres más, lo que elevará a 25 000, inclusos los voluntarios, el ejército que se mueve contra una turba de negros asesinos o incendiarios. No en vano corren ya rumores muy significativos, y las correspondientes rectificaciones. Ayer no más se habla en un telegrama de Madrid de que Cánovas del Castillo ha negado formalmente que el Gobierno estuviese descontento de la táctica del General Weyler, y que tuviera la intención de llamarlo. Omito comentarios porque V. sabe lo que valen estas salidas de los políticos y gobernantes españoles.
Cuando ocupamos tan ventajosas posiciones, grato y oportuno sería que resonara la voz de los pueblos de Sur América. A V. le toca excitar a sus amigos, sin perder de vista la alta conveniencia de la acción simultánea que aconseja el Sr. Payán(nota), con quien le ruego se ponga V. al habla acerca de éste y otros asuntos de gravedad en que deben proceder de acuerdo. Los ministros plenipotenciarios del Ecuador y del Brasil en Washington están a nuestro lado, como lo están los pueblos de sus respectivas naciones. Son buenas disposiciones que hay que aprovechar. Yo pensé enviar al Brasil como agente diplomático que extendiera sus funciones a la Argentina, el Uruguay y el Paraguay, al Sr. D. Enrique José Varona, pero éste no se ha determinado a ir por razones de familia que yo respeto y que lo disuaden de emprender tan largo viaje. Así es que estoy sin saber a quién mandar, a tiempo que no se me oculta la urgencia de establecer en esos puntos relaciones diplomáticas. Si V. y el Sr. Payán conocen alguna persona a propósito para el cargo, con méritos y aptitudes bastantes, háganme el obsequio de indicármela para nombrarla. Mientras tanto, en Montevideo está el Sr. D. R. Valdés García, Agente general del partido, y en Buenos Aires reside D. Emiliano Estrada que está al frente del Comité por ausencia del Dr. Domínguez Delaney(nota). Con ellos puede V. entenderse, sin perjuicio de que V. y el Sr. Payán ejerzan en dichos países todas las influencias posibles para mantener vivas las simpatías del Brasil y promover en los demás cuanto nos sea útil o nos ponga en camino de lograr algo en tanto que la situación se normaliza.
Procuro por mi parte que el esfuerzo de las emigraciones esté en cuanto cabe a la altura del de los revolucionarios. Serios perjuicios y contrariedades causaron los fracasos del Hawkins y del Bermuda, el primero a fines de enero y el segundo a fines de febrero. Sin desmayar, sin retroceder una línea, se han proseguido los trabajos para acudir a Cuba, y en estos días han salido Collazo con una expedición y Braulio Peña con otra, y antes de anoche fue despachada otra en que se embarcó el general Calixto García. Todas llevan buena cantidad de armas y abundantes municiones que darán a las fuerzas libertadoras mucho auge moral y material si llegan sin tropiezo. Hasta hoy no se tiene noticia de ninguno que haya ocurrido.
Tengo curiosidad de saber el atentado de que V. fue objeto en Concepción, por lo pronto me congratulo de su buena fortuna y de que el golpe al...(nota) redunde en bien de su situación personal y de los intereses cubanos que tiene a su cargo.
Sea toda esta carta expresión del gusto con que observo su conducta y de la estimación en que tengo sus excelentes servicios. Son ellos el tributo que le paga a su patria y su recompensa la conducta... en sí mismo los buenos cubanos como V. No pre... ofrecerle estímulos que V. no ha menester … mítame sin embargo, alimentar la co... V. verá en un aplauso el que ha dado a... la opinión pública.
De V. atto. y affmo. amigo
T. Estrada Palma.
P. D. Nos conviene en esas repúblicas trabajar por el reconocimiento de la independencia.
Tomado de Correspondencia diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York durante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Prefacio: Dr. José Agustín Martínez. Compilación y notas: Joaquín Llaverías. La Habana, Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, 1943, t.I, pp.