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96 lágrimas... camagüeyanas

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96 lágrimas... camagüeyanas

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A los siempre jóvenes camagüeyanos, sesenteros

Existieron grupos musicales de un solo éxito, quienes pasaron a la historia con ese único hit; pero pocos deberían de poder atribuirse la rarísima peculiaridad de que su único temazo se escuchara exclusivamente en una sola provincia de un país, en este caso, Camagüey.

Me refiero al grupo chicano Question Mark and The Misterian, quienes por determinados avatares quedaron unidos indisolublemente a la juventud camagüeyana de finales de los sesenta y principios de los setenta; e insisto, a ningunos otros adolescentes más allá de las fronteras agramontinas.

El tema en cuestión fue “96 tears” (96 lágrimas) y entre sus múltiples peculiaridades tiene la de haber triunfado universalmente en momentos que el rock (con contadísimas excepciones) NO le daba espacio a músicos que no fueran genuinamente anglosajones; sin embargo, con sólo enunciar la alineación de la banda, se denota que descendientes de latinos, en ese único momento de 1966 (o por ahí) destronaron a ingleses y norteamericanos alcanzando el puesto no. 1 en los Billboard Hot 100. ¡Ah!, de toda esta información, los fans camagüeyanitos... ¡ni idea!

Como tampoco la inmensa mayoría de estos, al escuchar aquel rock que sonaba genuinamente yuma, podía imaginar que sus intérpretes, al menos por el apellido, pudieran haber sido (en broma, claro) parientes suyos. A saber:

Rudy Martínez, vocalista y autor,
Robert Balderrama, guitarra,
Frank Rodríguez, órgano,
Frank Lugo, bajo,
Robert Martínez, batería,

Téngase en cuenta que, sin Internet, los informados a través de alguna revista traída un poco furtivamente por un socio marino mercante, o por un padre que viajara oficialmente, eran excepciones.

Develando el misterio

¿Cómo ese fonograma de dos minutos treintaiocho segundos llegó a ser parte importante en la vida de los camagüeyanos de entre catorce y dieciocho años, aproximadamente?

Todo empezó cuando a una joven del reparto Vista Hermosa, Monchy Villegas, unos primos residentes en España le enviaron unos discos de vinilo de dos canciones por cara, denominados Extended Play. Recuerdo tres: unos de los conocidísimos The Beatles y The Monkees; el tercero, de los perfectos desconocidos objetos de esta crónica.

Entonces los afortunados propietarios prestaban sus discos y los melómanos menos favorecidos, como yo, los escuchábamos en tocadiscos de aguja, también ajenos, una y otra vez; ¡no sé cómo resistían! Una incidental: las visitas no solían avisarse; el grupo se aparecía con los discos bajo el brazo y los tolerantes padres soportaban la incivil invasión (Mariíta, ¿quiénes son los “peluses” esos?).

Para no aburrir con el tema: un j..., Papo Saavedra (EPD), llevó a la emisora provincial Cadena Agramonte el disquito para que lo grabaran y ¡allí fue eso!, comenzó la difusión, la grabaron los montadores de quinces y tuvo la consiguiente entusiástica acogida, sin ninguna conexión con la que ocurría en Norteamérica y resto del mundo, y sin extenderse fuera del territorio.

No se “extraterritorializó”

Mis amigos la escuchaban al mediodía, en el estelar programa Miscelánea de Radio Cadena Agramonte, mientras se preparaban para la sesión vespertina en el Pre del Casino. Yo no (siguen las incidentales; más bien digresión), yo en el cañaveral cortando castrensemente la puñetera (¿dulce?) gramínea durante el Servicio Militar Obligatorio, donde nadie que no fuera camagüeyano reconocía la melodía que yo tarareaba, nostalgicón.

En la excelente y personalísima locución de Rafael López Álvarez (EPD) se escuchaba la mención: Ahora la canción “96 lágrimas”, por Los Misteriosos, que así se españolizó acá el nombre de la banda de mexicanos-americanos.

Jamás se anunció con las engoladas voces características del superestelarísimo Nocturno de Radio Progreso; ni tampoco el gran Chucho Herrera, del programa Sorpresa, supo de su existencia.

Colofón

La canción ha quedado para la historia del rock, incluida en listas de prestigiosas publicaciones, como la Rolling Stone, Pitchfork y otras; pero de eso ¿qué sabían aquellos muchachos que en las fiestas de quince saltaban cuando oían los primeros acordes del órgano de Frank Rodríguez, con la áspera voz de Rudy Martínez: “Too many tears drops”.

P.S. Gracias a las posibilidades multimediales de la tecnología, con ustedes...

Question Mark & The Mysterians: 96 Tears
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