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Conclusiones (De Apuntes históricos. Propaganda y movimientos revolucionarios cubanos en los Estados Unidos desde enero de 1880 hasta febrero de 1895)

Conclusiones (De Apuntes históricos. Propaganda y movimientos revolucionarios cubanos en los Estados Unidos desde enero de 1880 hasta febrero de 1895)

El autor de estos Apuntes no necesita hacer muchas. El lector es el encargado. Los hechos de quince años de movimientos revolucionarios en los Estados Unidos contra la España colonial en Cuba, evidencian que los revolucionarios no se han movido por sistema, sino impulsados por un malestar en la Isla, producido por las torpezas de una metrópoli injusta y recalcitrante.

La política de los revolucionarios del exterior se ha fraguado en Cuba. La política en Cuba desgraciadamente se ha fraguado en Madrid, desde donde sus políticos no han hecho más que explotar, vejar y despreciar al paciente y sufrido pueblo cubano.

Para la Revolución del 24 de febrero de 1895 han contribuido muchos y poderosos factores. Los autonomistas en Cuba con su propaganda, pues prepararon al pueblo para la reivindicación de sus derechos. Entran en escala menor los reformistas, con el Diario de la Marina, que presentaron al pueblo el dilema: “las reformas o la guerra.” En la escala personal, valiosa fue la propaganda de Manuel Sanguily, desde Occidente en sus Hojas Literarias, y Eduardo Yero, en Oriente, en su periódico El Triunfo.

El Partido Revolucionario creado por Martí fue, indudablemente, otro poderoso factor. Cualesquiera que fueran sus errores de reglamentación y la dictadura civil que envolvía, sirvió para unir el sentimiento, estimular la Revolución, congregar los jefes militares, levantar el espíritu, fomentar esperanzas, propagar y ofrecer la chispa para arrojarla al combustible.

Si las reformas de Maura se implantan, el Partido Revolucionario perece por completo en Fernandina en enero de 1895. Su Tesoro se agotó; pero el mal estaba latente en el seno del país cubano, y el pueblo dispuesto al sacrificio o al triunfo de la causa de su redención. Con Partido Revolucionario o sin él la Revolución hubiera surgido en Cuba. El Partido Revolucionario logró decidir al país, porque se había preparado algo. De ahí su mérito, por eso su beneficio, porque sirvió para determinar la guerra inmediata. Hubieran bastado las reformas de Maura para anular el propósito de Martí. No hubiera tenido fuerzas vivas el país que apoyaran al Partido Revolucionario, si las reformas de Maura se implantan.

Concluyamos con otro punto.

Circula, como leyenda misteriosa, como mandato bíblico, que Martí solo, completamente solo realizó su propósito, o su obra, como la llaman. En el periódico que debía considerarse sagrado, porque en él no deben consignarse sino cosas muy grandes y muy nobles, en El Cubano Libre, que se imprime en la tierra cubana, que se empapa con la sangre de sus hijos que defienden su decoro político, en la edición del 19 de mayo de 1896, que consagra a la memoria de Martí (Mártir de Dos Ríos), entre los escritos necrológicos aparece uno que firma “Valdés Domínguez.”

De seguro que si el muerto venerado saliera de su tumba le pediría cuenta de la ofensa que hace a dama tan digna como noble y austera en la acepción mística, el necrologista. Porque Martí, caballero, no podría consentir eso. No faltará quien con el tiempo recoja ofensa tan bastarda; y por nuestra parte nos toca recoger opiniones, que como comentaristas de asuntos cubanos nos corresponden, con respecto a la supuesta soledad de Martí en su vida y en su obra revolucionaria.

Martí para sus propósitos contó con muchos y buenos y muy desinteresados colaboradores. No hemos sabido de amigos que le traicionaran. Por lo contrario, en lo político, los amigos de la causa de la Independencia de Cuba, lo consideraban. Los obreros de Cayo Hueso y Tampa lo idolizaron. En uno y en otro punto lo llevaron en andas, como efigie sagrada. ¡Pues vaya una soledad, cuando lo rodeaba un pueblo sediento de oír la buena nueva!

En Tampa tuvo a su lado, desde el primer momento a los cubanos más prominentes del lugar: Néstor Carbonell, Ramón Rivero y Rivero....

En Cayo Hueso le dio su sombra Poyo, el cacique del lugar, el incorruptible y tenaz periodista revolucionario; Fernando Figueredo, que tenía su prestigio de diez años de guerrero y su limpia ejecutoria de patriota; Teodoro Pérez, manufacturero rico, de gran corazón; Francisco Ibern, de abolengo de títulos honrosos; Martín Herrera, de gran popularidad; los industriales todos.

En Nueva York, donde por cierto espíritu aristocrático natural de las grandes ciudades y de los diversos elementos de emigración, podía encontrar algunas dificultades, le ayudaron eficazmente Manuel Barranco, rico y de juicio; Benjamín J. Guerra, en brillante posición social y mercantil; Gonzalo de Quesada, que a su actividad de joven animoso y decidido unía el prestigio de dos familias de distinción, que dieron carácter a las reuniones iniciadas por Martí; Juan Fraga, patriota viejo, de gran popularidad entre los artesanos; el doctor B. H. Portuondo, con su nobleza y su sangre joven.

En Cuba contó con muchos y buenos aliados.

Y por último: el Partido Revolucionario creado por Martí no hubiera tenido razón de ser si no vienen en su ayuda las espadas redentoras de Máximo Gómez y Antonio Maceo!!!

Tomado de Apuntes históricos. Propaganda y movimientos revolucionarios cubanos en los Estados Unidos desde enero de 1880 hasta febrero de 1895. Nueva York, Tip. de El Porvenir, 1896, pp.221-223.

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