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Sabores del Camagüey: plátanos borrachos

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Sabores del Camagüey: plátanos borrachos

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Esta receta tiene tantas variantes como autores han escrito sobre ella y quizá más. En todos los libros consultados, ¡una tonga!, aparece con el raro nombre de “plátano en tentación” y, en muchos casos, las recetas no tienen nada que ver unas con otras. Algunos los preparan al horno y otros simplemente los hierven. En mi familia este plato se ha conocido siempre como “plátano borracho” y si usted le habla a alguien de la tentación, lo va a dejar pasmaʼo.

Aquí les propongo mi variante del plátano borracho, gústele a quien le guste o disgústele, le aseguro que es una deliciosa borrachera.


Ingredientes:

plátanos maduros y firmes (macho, burro), no pasados.
½ taza o más de azúcar prieta.
vino blanco seco y agua a necesidad.
1 chorrito de ron cubano (opcional).
2 limones o ½ naranja agria.
pizca de sal.

Elaboración:

Lave los plátanos y quíteles la cáscara, déjelos enteros. En una olla o cacerola de fondo plano y suficientemente grande, acomode los plátanos uno al lado del otro. Vierta agua hasta poco menos de la mitad de los plátanos y ponga la pizca de sal. Cocine a fuego moderado. Pasados 2 o 3 minutos después que rompa el hervor, volteé los plátanos para que se cocinen por el otro lado. Mantenga la operación de voltear los plátanos hasta que se haya consumido casi toda el agua. Ponga el vino seco hasta menos de la mitad de los plátanos, agregue el chorrito de ron cubano a gusto (no es obligatorio, pero es divino) y espolvoreé con abundante azúcar prieta. Voltéelos con frecuencia hasta que se consuma el vino y se haga un almíbar espeso. Si fuera necesario, agregue más azúcar. Mantenga el volteo constante hasta que el almíbar comience a quemarse y tome un color dorado fuerte. Exprima los limones o la naranja agria por toda la superficie de los plátanos. Deje la preparación a fuego lento por varios minutos más, volteando constantemente y cuidando que no se queme. Retire el recipiente de la candela y déjelo refrescar.

En estos plátanos verdaderamente borrachos (a mí me gustan subiditos de ron cubano) los sabores van sucediéndose desde el más tierno en el corazón de los plátanos hasta el fuerte agridulce de la costra exterior: todo un gusto al paladar. Sírvalos, tibios o al tiempo, acompañando arroces, carnes, o fríos, como postre. A esta altura de la receta la única tentación que verdaderamente siento por estos plátanos es la de comérmelos. 

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