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El Alkázar, un recuento

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El Alkázar, un recuento

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El 29 de julio de 1953, en la Avenida de la Libertad quedó oficialmente inaugurado el teatro Alkázar, sin lugar a dudas uno de los mejores de su tipo en el interior de Cuba. Pertenecía a la Empresa Mola e Hijos quienes también tenían bajo su jurisdicción los teatros Avellaneda, Guerrero, América y Camagüey.

En la cuarta página del periódico El Camagüeyano del 23 de julio de 1953, el cronista de la sección Mundo Social asegura que:

En la brevedad de esta nota, resulta imposible reseñar todos los detalles del edificio en cuestión, y lo resumiríamos expresando que el nuevo teatro, dotado de todo el confort necesario y de lo más moderno en materia de espectáculos constituye un orgullo de Camagüey, y motivo más que justificado para que la Empresa Mola e Hijos, que ha realizado importante inversión, para dotarlo a esta ciudad sea fervorosamente felicitada por el notable esfuerzo que acaba de realizar.

Los orígenes del Alkázar se remontan hasta la figura de Alberto Mola Acosta, importante empresario de la compañía Santos y Artigas en el año 1925 —sería empresario de cine y teatro hasta los años cincuenta— y representante de la Metro Goldwin Mayer en Camagüey. Éste, juntamente con Alberto, Ángel y Armando Mola Marín, decidió iniciar en un terreno de su propiedad lo que resultó ser el proyecto de construcción de un edificio para cinematógrafo, salón comercial y viviendas en Avenida de la Libertad con los números 74 y 76.

La construcción del teatro Alkázar estuvo a cargo del arquitecto e ingeniero civil Francisco Felipe Herrero Morato, autor de dos grandes obras en la ciudad de Camagüey, una fue el Gran Mercado de la Caridad, en el año 1952, y el conjunto del teatro Alkázar.

El teatro fue concebido entre 1948 y 1954, con todas las comodidades de un inmueble de su tipo. Su estilo arquitectónico puede ubicarse en la corriente denominada protomoderna, aunque el Grupo Cubano de Documentación y Conservación del Movimiento Moderno (Do.Co-Mo.Mo) lo considera enmarcado en la corriente art déco, debido a su decoración basada fundamentalmente en la línea recta que enfatiza la verticalidad y utiliza detalles geometrizados, características de este estilo arquitectónico.

La fachada del edificio constituye un ejemplo clásico del tránsito hacia la modernidad y la confluencia entre verticalidad y horizontalidad, sin que prime ninguno de los dos criterios; a ambos lados de la fachada contiene elementos inclinados, en los cuales está ubicada la iluminación escenográfica, en clara cercanía del art déco, estilo cuyo nacimiento se puede enmarcar en la Exposición de Artes Decorativas e Industrias Modernas en París en el año 1925.

El Alkázar constituyó una novedad para la ciudad de Camagüey, no sólo por su moderna arquitectura sino también por la conjunción, en el mismo inmueble, de varias funciones que en un principio parecían ser incompatibles. La principal fue el cinematógrafo, por supuesto, con una cafetería de lujo en la planta baja que abría hacia el exterior y una gigantografía, excepcional para la época, de ocho metros de largo. En el entresuelo, encima de la cafetería y del vestíbulo, había un Night Club, y sobre él, dos apartamentos de viviendas privadas con vistas a la céntrica Avenida de la Libertad. El fondo del teatro continuaba, hasta la calle paralela, con otro edificio multifamiliar de tres niveles, propiedad también del señor Alberto Mola.

En los interiores del teatro se podían constatar elementos formales y de confort clásicos del repertorio teatral y de la época. Contaba con escaleras y superficies curvas, con amplios ventanales verticales y de vidrio, y tocadores, además de un local para almacén. El cinematógrafo constó de taquilla, vestíbulo de entrada, foyer (sala de espera) y un salón de espera adicional (fumoir), platea, escenario con una sala de proyección inmensa con platea baja y balcony, y en la planta baja, pasillos de salida posterior.

En el sótano, y bajo el foyer, estaban los servicios sanitarios principales y de lujo, uno para damas a un lado y en el otro extremo, bien separados, los de caballeros. También en el sótano estaba ubicado un salón para el equipo de acondicionamiento de aire, característica ésta que hizo que el teatro gozara de mayor popularidad, debajo del escenario, asimismo un sótano donde se guardaban los útiles del cinematógrafo y un balcony, el cual tuvo su propio foyer (encima del anteriormente mencionado).

El área ocupada por el cine dentro del solar fue de novecientos ochenta metros cuadrados en una de las avenidas más céntricas de la ciudad, con salida a la calle del fondo, la calle Cuba. La platea tuvo una capacidad de quinientos sesenta metros cuadrados; el balcony doscientos cuarenta metros cuadrados, y ambos un volumen aproximado de cinco mil quinientos metros cúbicos. Las lunetas eran de madera, cómodas y apropiadas para las costumbres y clima de esos años; cabe mencionar que dicho lunetario ha sobrevivido hasta la actualidad en muy buen estado.

La caseta para los proyectores fue de mampostería de ladrillos con pisos y techos de hormigón armado, a prueba de incendios y dotados de extinguidores químicos, baldes con arena y un paño de amianto. Dada la costumbre de aquel entonces, de celebrar tandas continuas, resultó innecesaria la sala de espera; no obstante, para mayor seguridad y comodidad del público se proyectaron dos foyers y un espacioso vestíbulo de entrada.

El proyecto fue asumido con la más moderna técnica y teniendo como ejemplo edificios similares construidos en las principales ciudades de los Estados Unidos de América y en diversos lugares de la República, en especial de La Habana. Para su construcción se utilizaron materiales de primera calidad.

Afiche de Reynold Brown para El Caballero del Mississipi, vista en Cuba como La Octava Maldición.

La noche de la inauguración contó con la magnífica producción La octava maldición, filme en technicolor de la Universal, con Tyrone Power, Piper Laurie y Julia Adams como principales intérpretes. A partir de ese momento pudo contar la sociedad camagüeyana con un lugar de reunión, para públicos selectos, donde convergieron todas las manifestaciones artísticas, pues se exhibieron las mejores producciones cinematográficas y se presentaron espectáculos teatrales, provenientes de todas partes del mundo.

Después de tan grandiosa apertura, el Alkázar mantuvo una programación muy diversa, siempre teniendo en cuenta los diferentes tipos de público. La proyección de filmes fue uno de los espacios más populares, debido a la calidad de las cintas y de su condición, casi siempre, de estrenos, amén de la variedad de géneros y la selección de actores.

Tamara Toumanova en los años 40.

Sirvan de ejemplo Todo o nada, filme de interesante trama y actuaciones impecables, y la producción musical Sinfonía Eterna, la cual presentó notabilísimas estrellas del Metropolitan, como Ezio Pinza, excelente bajo y gran actor, y el tenor de hermosa voz Jan Peerce y la notable danzarina Tamara Toumanova. Otro de los espectáculos presentados en el moderno teatro estuvo a cargo de la pareja de bailes acrobáticos Chiquita and Jonhson, la cual triunfó en el show del cabaret Tropicana durante varios meses. Con Chiquita and Jhonson se presentaron también la cancionera mexicana Lolita Chanquet y los bailes afrocubanos de Tirso Guerra y Miguelito CMQ.

Otro filme que gozó de gran popularidad en la gigante pantalla del Alkázar fue la exquisita superproducción cinematográfica en technicolor La Embajadora, protagonizada por Ethel Merman, Irving BerlinGeorge Sanders, Donald OʼConnor y Vera-Ellen, así como El soldado de la Reina, por Tyrone Power, también en technicolor, la cual estuvo acompañada de los asuntos cortos y los noticiarios acostumbrados en los programas de cinema. La cinta Melba fue también un elevado exponente de producción fílmica, de belleza musical y de interesante trama, donde la gran soprano del Metropolitan, Patrice Munsel, hizo una verdadera creación del papel de Nellie Melba, una cantante que maravilló a su generación.

La prestigiosa institución cultural Lyceum de Camagüey tuvo un notable protagonismo en el desarrollo de las actividades efectuadas en el teatro Alkázar. Entre estas actividades estuvieron la presentación de un notable conferencista, el prestigioso intelectual cubano Dr. Luis Rodríguez Tejera; otro de los actos que figuró en el programa fue la presentación de una exposición, enviada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en la que figuraron impecables reproducciones de sus más destacadas obras y que comprendieron un magnífico grupo de los impresionistas franceses y de notables artistas pertenecientes a tendencias posteriores; en esta exposición figuraron, además, libros de alta calidad artística. Constituyó un verdadero orgullo para el Lyceum auspiciar un evento de tan importante categoría cultural, que fue presentado en las más grandes capitales europeas y americanas.

Paralelamente, la Sociedad de Conciertos de Camagüey, prestigiosa institución artística, presidida por el urólogo Dr. Chalón Rodríguez Salinas, se dio cita en el teatro Alkázar, en función exclusiva para sus asociados, con el hermoso ballet de la eminente bailarina cubana Alicia Alonso, gloria cubana, que ya paseaba triunfalmente su nombre por Europa y América, cosechando los más inmarcesibles laureles.

Alicia Alonso en Giselle 
Tito Álvarez

Alicia Alonso presentó en la primera parte el pas de deux del ballet Don Quijote, con música de Ludwig Minkus y coreografía de Marius Petipa, y en la segunda parte, el ballet Giselle en dos actos, con música del maestro Adolf Adam y coreografía de Coralli y Perrot, cuya genial interpretación le concedió a la bailarina cubana el estrellato en Nueva York y que la catalogaran entre las primeras bailarinas del mundo. La orquesta fue dirigida por el maestro Jorge Bolet.

El Dr. Rodríguez Salinas hizo constar que todas las localidades del teatro serían ocupadas por los socios y que no habría localidades disponibles para ningún transeúnte, ni invitado. Fue una noche inolvidable la de la presentación de Alicia Alonso, en el teatro Alkázar: la noche del dieciséis de noviembre, de 1953, a las nueve en punto.

Siguiendo en la variada línea de presentaciones de espectáculos en el teatro Alkázar, estuvo la función de Las abejas, función de modas con el fin de reunir fondos para las obras de caridad. En esta función fueron presentadas cincuenta modelos de la conocida casa de modas habanera “Rosalba”, así como creaciones en sombreros, de la más alta novedad, del diseñador Luis Cruz. La misma noche del “fashion show de Las abejas” se exhibieron también magníficas películas.

También fue muy aclamada la función de Navidad organizada por el Colegio Zayas con el fin de recaudar fondos para el reparto de ropas y juguetes en los barrios pobres de la ciuad. El programa presentado fue el siguiente: 

  • Proyección cinematográfica de cartones y documentales en colores
    Alegoría de Navidad
    La Rosa Niña, de Rubén Darío (recitación)
    En un mercado holandés (fantasía)
    Ronda alemana (coro con movimientos)
    Números de ballet:
    Danzas antiguas
    Caperucita Roja
    Poupée Valsante
    Despedida

También tuvo lugar en el teatro Alkázar —denominado “el suntuoso coliseo de la Avenida de la Libertad en las crónicas de El Camagüeyano—, el solemne acto de la Investidura del Grado a las maestras de la Escuela Normal de Jardines de la Infancia (antigua Normal de Kindergarten), donde recibieron sus diplomas de graduadas las señoritas Mirtha Álvarez Fernández, Vilma Albaisa Rivero, Martha Basulto de la Torre, Myriam Canellada Fernández, María Concepción Domínguez Carballo, Rita Fernández, Gladys Figueroa Estévez, Milagros Figueroa Mazorra, Ileana García Emperador, Darys Guevara Martin, entre otras.

José Mojica.

La década del 50 exhibió una programación verdaderamente de lujo integrada por lo mejor en cuanto a premieres cinematográficas y espectáculos. El inicio del ciclo de la década tuvo lugar en enero del año 54, y tuvo como primer gran espectáculo del año que acababa de comenzar la actuación de Fray José Mojica, el tan celebrado tenor de otros tiempos, que conservaba sus facultades de magnífico cantante y quien acababa de filmar El Pórtico de la Gloria, en la que actuaron, junto con él, los niños del Orfeón Infantil Mejicano, bien conocidos en el público y que llevaron una parte de importancia en la cinta, la cual fue exhibida esa misma noche en la pantalla del Alkázar.

Otra de las películas exhibidas para los socios del Lyceum fue la producción de la Cifesa titulada Condenados, protagonizada por la actriz hispana Aurora Bautista, la genial intérprete de Locura de Amor, y Carlos Lemos, el cual actuó brillantemente. El argumento desarrollado en los hermosos campos manchegos, apasionante y humano, fue realizado espléndidamente. La película fue dirigida por Manuel Mur Oti, que tantos laureles conquistó desde su sitial de director.

Carlos Lemos.

Gran debut tuvo, con una numerosa concurrencia al teatro, la magnífica compañía de Alta Comedia de Carlos Lemos, el eminente primer actor español, con la interesante y divertida comedia de costumbres andaluzas de Quintero y Guillén titulada María la Famosa, el cual cosechó numerosos aplausos a la par de Lolita Villaespesa, figura estelar femenina, que hizo una encantadora María.

En crónica del periódico El Camagüeyano del 13 de mayo de 1955 el crítico José María Peman afirmó: “Carlos Lemos es el actor de la seguridad y el dominio. Pisa la escena colmándola con su presencia. Órgano de mil registros, dispone de la risa, el terror, el grito y el silencio. Él solo es compañía repertorio y biblioteca.”

La Compañía de Comedias y Canciones de Asturias se dio cita también en el teatro Alkázar, con un espectáculo folklórico lleno de vida y luz, que recogía las costumbres, glorias y alegrías, las penas y sinsabores del pueblo asturiano, a través de un puñado de obras magistrales del teatro y un rosario de emotivas canciones, hermosas danzas, etc. Las obras que subieron a escena fueron: Altar Mayor, la honda y bellísima comedia, inspirada en la novela de Concha Espina; Nieve en el Puerto y El Gallo de la Quintana, ambas de Eladio Verde. Además, complementaron el grupo el cantor asturiano Luto Rubiera, el monologuista Arsenio Díaz y el magnífico conjunto vocal Covadonga. El público camagüeyano pudo disfrutar durante tres noches de fino y exquisito arte.

Otra gran premiere que gozó de gran popularidad fue la producción Cuando el alma sufre y el estreno de cortos sobre vidas de pintores que constituyeron para esos años verdaderas joyas de la cinematografía en colores; especialmente destacado fue el que se refería a Sandro Botticelli, artista del Renacimiento y en la cual figuraban escenas de la hermosa ciudad de Florencia y de la pintoresca campiña italiana. Uno de los más hermosos cuadros de Botticelli, La Primavera, figuró en ese film.

En este mismo ciclo de presentaciones tuvo lugar en el elegante coliseo de la Avenida de la Libertad el bellísimo espectáculo Coros y Danzas de España, anunciado desde las dos semanas anteriores, otro importante conjunto folklórico español, que recorría América, en embajada artística, con la música y los bailes típicos de España, y que contaba con ciento cincuenta y dos personas, divididas en once grupos y representativo de las diversas regiones españolas. Los artistas trajeron los bailes andaluces: chacarráes, zambras y otras danzas típicas, así como canciones y tonadas del país. Los gallegos bailaron muñeiras, la danza de los petos, etc.; los vascos, su famoso arresku y sus danzas suletinas; los canarios entonaran sus folias y bailaron sus simpáticas malagueñas, y así cada grupo representativo de una región interpretó la música y la danza peculiar del país.

La propia Sociedad de Conciertos cerró su brillante temporada con la presentación de la Orquesta Filarmónica de La Habana, gloria de Cuba y prestigioso dentro de los conjuntos filarmónicos de la América Hispánica, el cual respondió a los gustos más exigentes y demostró que esta prestigiosa institución filarmónica estaba a la altura de las grandes sociedades musicales de cualquier país, pues, a través del ciclo en cuestión, presentó a Alicia Alonso la genial bailarina cubana, a pianistas, violinistas, cantantes, etc., todos de renombre continental que merecieron los comentarios más elogiosos de la crítica y el aplauso cerrado de todo Camagüey.

Esther Borja

Otra de las aplaudidas presentaciones en el nuevo teatro de la alta sociedad camagüeyana fue la de la soprano cubana Esther Borja, organizada por el Lyceum. El teatro Alkázar sirvió de escenario a la intérprete para un recital de canciones en el que se congregó una numerosa audiencia.

El 26 de mayo de 1955 una noticia llenó de júbilo a todos los lectores de la crónica social del periódico de la época, El Camagüeyano, y no fue otra que la actuación de la magnífica Compañía de Ópera La Traviata, la cual rindió una triunfal temporada en el Auditorium de La Habana, bajo los auspicios de la Sociedad Pro-Arte Musical, la cual ofreció una sola función en Camagüey, precisamente en el teatro Alkázar.

La obra seleccionada para esta función de gala, que congregó en el coliseo de la Avenida de la Libertad a una amplia concurrencia, fue nada menos que la inmortal ópera de Giuseppe Verdi titulada La Traviata, inspirada en la novela de Alejandro Dumas (hijo), La dama de las Camelias. La Traviata es una pieza lírica exquisita por su música romántica, sus escenas emotivas, su trama impresionante y su trasunto fiel de las páginas de Dumas. La interpretaron cantantes de la calidad de Antonmieta Stella, soprano de bellísima voz, el tenor Gianni Poggi, el barítono Aldo Protti, así como Adelaide Bishop, Nicola Moscona, León Lishner, Gerard Fechner, José Sosa y otros.

Frank Sinatra y Debbie Reynolds en La edad del deseo.

En esta década se proyectaron cintas como la magnífica producción en cinemascope de la Metro Goldwyn Mayer, La edad del deseo, con las actuaciones de Debbie ReynoldsFrank Sinatra y David Wayne. Figuró en el programa, para hacerlo más atractivo aún, otra cinta de grandes méritos: Todos los hermanos eran valientes, en la que se destacaron Robert Taylor, Steward Granger y Ann Blyth. La superproducción La Escondida fue otro de los filmes mostrados, cuya interpretación estuvo a cargo de los más destacados actores de la época dorada del cine mexicano: María Félix, Pedro Armendáriz, y Andrés y Domingo Soler.

Producciones diversas sustentaron el ávido interés del público camagüeyano. Se disfrutó de cine ruso, asiático, alemán, español, francés y una fuerte presencia de las dos potencias cinematográficas más consumidas de América: México y Estados Unidos y, con un menor aporte, Argentina. En materia de muestras fílmicas, el teatro se colmó de novedades, como: La mujer del río, de la gran estrella italiana Sophia Loren; El cardenal Lambertini, interpretada por Gino Cervi; la producción de Paramount Los Violentos, realizada en VistaVisión y en Technicolor, e interpretada por un soberbio reparto, que encabezaron Charlton Heston, Anne Baxter, Gilbert Roland y Tom Tyron. También se proyectaron Las tres noches de Eva, Las Fuentes de Roma y La mujer más bella del mundo, basada esta última en la vida de Lina CavalieriSucedió en Montecarlo, filme con la belleza, el color y la conmoción del último paraíso que queda en el mundo de los románticos, la Riviera, producida en technicolor y Technirama, e interpretada por dos grandes artistas, Marlene Dietrich y Vittorio de Sica.

La producción italiana Pan, amor y fantasía en la que aparecieron artistas tan notables como Gina Lollobrigida y Vittorio de Sica fue presentada en el moderno teatro Alkázar para los socios del Lyceum y siguiendo este variado repertorio fílmico, el público camagüeyano contó también con la producción El bolero de Raquel, protagonizado por Cantinflas y que batió los records de taquilla dondequiera que se exhibió. A este filme le siguieron Policía Internacional, por Anita Ekberg y Víctor Mature; ¡Oh, doctor!, por Dirk Bogarde y Brigitte Bardot, y El orgullo y la pasión, por Cary Grant, Frank Sinatra y  Sophia Loren, todas en Technicolor.

Las tandas cinematográficas aumentaron de manera considerable; el teatro abría sus puertas desde muy temprano hasta altas horas de la noche, con una programación invariable y renovada. No olvidemos que, tal como afirmo en mi tesis de maestría “Significación cultural del Teatro Principal 1920 a 1963”: 

El cine, como negocio próspero, no cesaba en sus exhibiciones, y muchas fueron las casas productoras de filmes que suministraron los materiales necesarios al teatro Principal para la proyección en la gran pantalla, las más conocidas, en ese tiempo, fueron: la Casa Fox Film Corporation, Casa productora FOX, Casa 20th Century Fox, Casa Warner Bross, Casa Paramount Beau Geste, Casa Firsth National, Paramount Film de Cuba, Metro Goldwyn Mayer, Columbia Pictures, Agencia Films Argentinos Pictures, Casa Internacional Film, Continental Film, Tropical Film, Casa RKO Radio Pictures y la Casa Rep. Picture.p.65

Al triunfar la Revolución, la política cultural del país se transformó. El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), fundado el 24 de marzo de 1959, fue a partir de entonces la institución encargada de regir las políticas de exhibición filmográfica en Cuba. A raíz de ello, la programación disminuyó un poco en cuanto a las presentaciones de artistas internacionales, pero no cesó del todo.

Un ejemplo fue la presentación de la cantante cubana Farah María, acompañada de su guitarrista Noel de la Cruz, también actuaron los solistas camagüeyanos Pedro Bello, Octavio Salazar y Gladys Valdivieso, los cuales estuvieron acompañados por el grupo Girón. En el año 1980 el público camagüeyano pudo disfrutar de la solista de la orquesta pop del Comité para la Televisión y la Radio de Bulgaria, Katia Philipova acompañada del grupo Yakos.

La proyección de filmes para los infantes también jugó un papel importante en la programación de esos años en el cine-teatro. Esta estaba destinada para los domingos a las diez de la mañana y se proyectaban una o dos cintas y otros cortos. Los dibujos animados eran en su mayoría norteamericanos, pues Walt Disney monopolizaba el género desde su surgimiento en los años ‘30. Algunos de los filmes que se proyectaron y que eran de estreno fueron: La bella durmiente; Willow en la tierra del encanto; Gigantis, el monstruo de fuego; La telaraña de Carlota; Elpidio Valdés contra dólar y cañón y Las aventuras de los Muppets entre otras. Muchos otros dibujos contaron siempre con la simpatía y preferencia de los niños que asistían a la matiné. También tuvo lugar en actuación especial para los infantes y todo el público en general el circo “Montalvo Pubillones” con dieciséis números estelares, acróbatas, trapecistas y payasos.

Resulta importante destacar que de abril a diciembre del año 1973 se realizó un remozamiento del teatro, reinaugurado el 11 de diciembre con el estreno del filme francés en colores El  rubio alto con un zapato negro. El reacondicionamiento del Alkázar comprendió la instalación de un nuevo telón de boca y el revestimiento de las paredes de la sala de proyecciones. Todas las butacas fueron tapizadas nuevamente y el antiguo falso techo, sustituido por placas de fibra de vidrio. La reparación incluyó los servicios sanitarios y el equipo de proyección. La obra fue ejecutada por trabajadores del Departamento de Construcciones del ICAIC, que operaba en Las Villas y Camagüey, con la cooperación de personal del DESA.

El Teatro Alkázar hizo eco en la ciudad de Camagüey por sus grandes y maravillosas funciones teatrales además del hecho de reunir a las familias más ilustres de la sociedad camagüeyana. En los nuevos tiempos, el Alkázar se ajustó a las condiciones de transformación revolucionarias en el campo de la cultura, y siguió constituyendo una referencia obligada en el panorama del espectáculo y la filmografía en el territorio camagüeyano.

Pedro Armendáriz y María Félix en La Escondida, una de las exitosas películas mexicanas vistas en el Alkázar.
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