Te Deum
(Paráfrasis)
A Ti ¡oh Dios! alabanza
Tributa nuestro labio reverente:
A Ti de cuya diestra omnipotente
Procede cuanto bien el hombre alcanza.
Todos los tiempos llena
De tu bondad la inenarrable historia;
Y en cielo y tierra sin cesar resuena
La aclamación de tu infinita gloria.
A Ti los querubines
Que de tu luz reflejan los destellos,
Los puros serafines
Y los ángeles bellos,
Que en fuego eterno de tu amor se inflaman,
Santo! tres veces a una voz te aclaman
Con respetuoso anhelo;
Y en ecos de las bóvedas del cielo
Repetido su canto,
—Santo! se oye do quiera: Santo! Santo!
Ejército de mártires triunfantes;
Apóstoles; profetas inspirados;
Las vírgenes amantes;
Y cuantos justos en tu empíreo moran;
De tu amor abrasados
Tu nombre ensalzan, tu grandeza adoran.
A Ti la Iglesia santa
Por todo el orbe extenso
Te confiesa y te canta
Padre inmortal de poderío inmenso;
Con tu nombre sublime
Celebrando también el nombre amado
Del Hijo Salvador que nos redime;
Del Verbo por tu amor en Ti engendrado;
Y al paráclito Espíritu Divino
Que de los dos procede coeterno,
Y es en solio superno
Dios, con el solo Dios que es Uno y Trino.
Tú, ¡Cristo Celestial! que el ser humano
Tomando de una Virgen en el seno
Te hiciste nuestro hermano:
Tú, que de oprobios lleno
Pasaste por un mundo que es tu hechura.
Tú, que a la tumba oscura
Bajaste cual despojo de la muerte,
Y al someterte al golpe de su saña
Por prodigio de amor, rompiste fuerte
Su sangrienta guadaña...
Tú, que a la diestra augusta
De tu Padre divino estás sentado,
Y a dar al mundo la sentencia justa
Vendrás el postrer día
De excelsa gloria y majestad cercado;
Vuelve a nosotros tu mirada pía,
Dignándote, Señor, por tu clemencia
Conservar esta herencia
Con tu sangre comprada,
Haciendo te ame cual de Ti es amada.
Grey tuya somos, aunque grey indigna,
Y humildemente nuestra voz te implora:
¡Piedad, Jesús! que tu piedad benigna
Salve a tu grey ingrata y pecadora.
A ella tu augusta bendición descienda
Cual te pide ferviente:
Que la rija. Señor, y la defienda
Tu brazo omnipotente;
Hasta que, con tu gracia enriquecida,
Llegue a la eterna vida
Do entre goces supremos
Por siglos de los siglos te ensalcemos.
Toda nuestra esperanza en Ti se funda,
Y de Ti aguardo ¡oh Dios! y en Ti confío
No dejarás que mi alma se confunda
En la mansión precita del impío.
Amén.