¡Ven, oh Musa gentil y placentera
arrójate en mis brazos fraternales;
y al eco de mi voz, huyan los males
que anublaron tu sol de primavera!
Torne a lucir en la celeste esfera
donde viven los puros ideales;
y alumbre con sus rayos inmortales
el camino de gloria que te espera.
Do te arredre el dolor! Vencer procura
la aspereza del mundo que a deshora
turbó el encanto de tu dulce calma...
¡Goza con la esperanza que te augura
el ansiado laurel que el genio adora,
y el infinito amor que llena el alma!
Diciembre 27, 1894
Tomado de El Fígaro. Año X, Núm.46, La Habana, diciembre 30 de 1894, p.599.
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