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Elegía por Martín Dihigo

Elegía por Martín Dihigo

      Así como después de la tormenta
      el guardabosque sale
      para saber cuál ácana,
      cuál guayacán, cuál ébano
      cayó desarraigado por el viento,
      así yo me detuve ante su cuerpo,
      tronco de ramas frescas, húmedas todavía,
      y lloré su caída.

                                  Ahí viene.

      Se lo llevan.
      Con la fuerte cabeza reclinada
      en su guante de pitcher va Dihigo.

      El rostro de ceniza (la muerte de los negros)
      y los ojos cerrados persiguiendo
      una blanca pelota, ya la última.

      Silencio.
      Callados los amigos. El cortejo
      pisa calles de fieltro.
      Ojos enrojecidos miran de las ventanas.

      Está hecha de lágrimas la tarde.


Incluido en
La rueda dentada (1972); tomado de Obra poética. Compilación, prólogo, cronología, bibliografía y notas de Ángel Augier. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2002, t.II, pp.279-280.

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