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Guillén en su propia voz.

A Francisco Guillén

   
    Tendida en la madrugada,
    la firme guitarra espera:
    voz de profunda madera
    desesperada.

    Su clamorosa cintura,
    en la que el pueblo suspira,
    preñada de son, estira
    la carne dura.

    Arde la guitarra sola,
    mientras la lima se acaba;
    arde libre de su esclava
    bata de cola.

    Dejó al borracho en su coche,
    dejó el cabaret sombrío,
    donde se muere de frío,
    noche tras noche,

    y alzó la cabeza fina,
    universal y cubana,
    sin opio, ni mariguana,
    ni cocaína.

    ¡Venga la guitarra vieja,
    nueva otra vez al castigo
    con que la espera el amigo
    que no la deja!

    Alta siempre, no caída,
    traiga su risa y su llanto,
    clave las uñas de amianto
    sobre la vida.

    Cógela tú, guitarrero,
    límpiale de alcohol la boca,
    y en esa guitarra, toca
    tu son entero.

    El son del querer maduro,
    tu son entero;
    el del abierto futuro,
    tu son entero;
    el del pie por sobre el muro,
    tu son entero...

    Cógela tú, guitarrero,
    límpiale de alcohol la boca,
    y en esa guitarra, toca
    tu son entero.

Incluido en Orto, Año XXXI, no. 6, junio de 1942. Tomado de Órbita de Orto. 1912-1957.Selección de Ángel Larramendi Mecías y Maritza Labrada Batista. Prólogo de Ángel Larramendi Mecías. Manzanillo Ediciones Orto, 2012, pp.387-388.

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