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Carta a la señora Filomena Loynaz de Agramonte (pésame por la muerte de Ignacio Agramonte Loynaz)

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Carta a la señora Filomena Loynaz de Agramonte (pésame por la muerte de Ignacio Agramonte Loynaz)

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Residencia del Ejecutivo, julio 8, 73.

Sra. Filomena Loynaz de Agramonte
Apreciable señora:

Lejos estaba yo de pensar, cuando me cupo el disgusto de dar a su señor hijo mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz, el pésame por su fallecimiento de mi antiguo condiscípulo y amigo, su señor padre y digno esposo de usted, que no tardaría el tiempo en que me viera obligado a enviar y a reunir dos grandes dolores en la memoria y corazón de usted al expresarle mi sentimiento por la desgraciada aunque gloriosa muerte, del mencionado su señor hijo en los momentos en que recogía nuevos laureles sobre los ya memorables campos de Jimaguayú.

Crea usted, señora, que yo nunca fui enemigo de su hijo; jamás lo ofendí en lo más mínimo, antes bien lo quería, por respeto a las relaciones con su señor padre. Personas mal intencionadas se interpusieron entre los dos para desavenirnos, fundando en los méritos del difunto funestos proyectos que no autorizaban los de ellos mismos, y de ahí una división que siempre deploré y traté de hacer menos honda y sensible con mi conducta. Públicas han sido las distinciones de que había colmado al benemérito general; pero dejando a un lado el pasado cuyas pasiones deben encerrarse en la tumba, séame permitido la lisonja de pensar que usted acepta, como sinceras las manifestaciones de mi profundo sentimiento.

Nada es capaz de servir de consuelo a los dolores de una madre: basta que su hijo no exista para que eternamente llore inconsolable. Pero, señora, no le es negado a usted el más legítimo orgullo y tras él la convicción de que no impunemente se da el ser a hombres del temple de los Gracos. Para ellos siempre las persecuciones y la muerte, para su familia un blasón inmortal, para su patria el deber de elevarles monumentos de gratitud. Éste es el lote de aquellos cuyas acciones se registrarán en las páginas de la historia.

Yo, señora, me uno a su justo dolor, como me uno al tributo de admiración que Cuba rinde a las hazañas de su heroico hijo; y de hoy más estimaré como una dicha que usted me cuente en el número de sus antiguos y mejores amigos, recibiendo con agrado las protestas de mis mayores simpatías y de mi más elevada consideración y afecto.

Carlos Manuel de Céspedes


Publicado originalmente en La Independencia, Órgano de Cuba Libre e Independiente. Año V. número 247.  Nueva York, sábado 12 de mayo de 1877. Tomado de Carlos Manuel de Céspedes: Escritos. Compilación de Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, t.II, pp.445-446.

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