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Desde su creación, la tienda El Encanto ha sido uno de los referentes más importantes dentro de los establecimientos comerciales de la ciudad de Camagüey. Surgió como una sucursal de la prestigiosa cadena de tiendas por departamentos del mismo nombre radicada en La Habana, que ya por los años 1940 se había consolidado como símbolo de elegancia y exclusividad.

El inmueble camagüeyano adquirió casi inmediatamente gran fama dentro y fuera de la urbe tanto por la calidad y variedad de sus servicios como por el impacto de su arquitectura insertada en el centro histórico. Solís, Entrialgo y Compañía S.A., su arrendataria, designó al arquitecto René Ramiro Campi y Rodríguez para el diseño, quien debió utilizar las estructuras existentes de tres antiguas casas coloniales. En 1951 fue presentado el proyecto y las obras constructivas terminarían en 1954.

Para el exterior se escogió una imagen muy cercana al estilo streamline moderne. Aprovechando su privilegiada posición, la esquina fue moldeada con un volumen curvo para darle continuidad a las fachadas de proporciones achatadas, solución que le confirió al objeto arquitectónico un marcado dinamismo horizontal y aerodinámico, acentuado por el gran alero corrido y también por las ornamentales bandas estriadas; las mismas, junto al chaflán curvo y los detalles decorativos en forma de diamante que jerarquizan las entradas por ambas calles, constituyen reminiscencias de los recursos visuales empleados en la tienda matriz habanera.

El dinamismo horizontal es cortado por momentos con la pronunciada verticalidad de los dos accesos y también por una especie de aleta cercana a la esquina, elementos que refuerzan la estética streamline.

Si bien los recursos mencionados tuvieron un mayor auge en décadas anteriores, podemos decir que esta tienda fue un edificio de vanguardia para Camagüey, pues en ese momento predominaban en la zona los edificios eclécticos y art déco, de expresión vertical y decorativista, junto a antiguas construcciones coloniales.

La fachada lateral (calle General Gómez) en 2011. 
Diango Esquivel.

En la expresión formal del inmueble adquirió mayor protagonismo la volumetría simple y los componentes inherentes de la construcción: los muros lisos continuos interactúan con los aleros y las vidrieras que además de exhibir los productos a la venta aportan al cuerpo superior la ilusión de flotar en el aire, características más acordes a la arquitectura racionalista europea. La simpleza decorativa no fue casual sino estuvo condicionada por la incidencia del movimiento moderno, corriente arquitectónica que se había establecido definitivamente en La Habana a finales de la década del cuarenta y comenzaba a florecer en Camagüey entrados los cincuenta.

Detalle del segundo nivel de la fachada principal (calle Maceo) de la tienda El Encanto, tal como lucía en 2015. 
Diango Esquivel.

Dicha modernidad se hace aún más visible en su interior; desarrollado en dos niveles, en él nada es superfluo, innecesario. La planta baja resalta como un gran espacio continuo interrumpido solamente por las columnas de fuste circular liso y los exhibidores de la zona central. Las funciones se organizan a partir de mostradores y entrantes de diferentes formas que enmarcan todo el perímetro y virtualmente delimitan los diferentes departamentos. A esta configuración se sumó un falso techo desarrollado a diferentes niveles para ocultar los equipos de clima y a la vez darle mayor atractivo visual al salón.

El interior se vio muy afectado por un lamentable incendio en 2008, donde gran parte de sus componentes originales se destruyeron. Por fortuna, las acciones de recuperación comenzaron de inmediato a partir de un proyecto de rehabilitación dirigido por el arquitecto Osmar Vasallo Cañizares, quien al frente de un equipo multidisciplinario y en estrecha colaboración con el grupo Docomomo-Camagüey, trató de respetar lo mejor posible la imagen original del inmueble.

En la intervención las fachadas no sufrieron cambios sustanciales, aunque no pudo restituirse la vidriera curva de la esquina sustituida por bloques de vidrio presumiblemente en la década de 1990. Los cambios fueron más significativos en el interior, los antiguos elementos divisorios de madera fueron sustituidos por paneles ligeros de propiedades ignífugas, respetando la forma de los nichos perimetrales, mientras que el falso techo se reinterpretó para adaptarse a las exigencias de los equipos de climatización. Como un aporte funcional, se logró independizar los accesos de las zonas administrativa y comercial, aspecto no considerado en el proyecto original.

Gracias a la conciencia de los profesionales que actuaron en la rehabilitación, la tienda fue renovada respetuosamente y adaptada a las condiciones funcionales y técnicas actuales, manteniendo así su integridad como uno de los edificios que marcan un punto significativo en la evolución constructiva del centro histórico y de la ciudad.

Así era visto El Encanto en los años cincuenta.


Un encanto más en
El Encanto 

La tienda por departamentos El Encanto era la más grande y famosa de Cuba. Su casa principal radicaba en La Habana, en San Rafael y Galiano, y tenía sucursales también en Santiago de Cuba, Holguín, Cienfuegos, Varadero y Santa Clara. Según cifras de 1958, llegó a emplear unas mil personas, de ellas 300 en las oficinas centrales.

Los principales ejecutivos de la firma eran de origen asturiano y puede afirmarse que éstos llevaron a España el esquema organizativo y la imagen de la tienda moderna por departamentos. Tanto es así, que a partir de El Encanto surgieron los dos grandes almacenes más importantes de ese país: Galerías Preciados —fundado por el antiguo ejecutivo de El Encanto, José, Pepín, Fernández Rodríguez— y El Corte Inglés, fundado por César Rodríguez González y su sobrino Ramón Areces Rodríguez, el primero gerente de El Encanto en La Habana, el segundo, a su vez, comenzó a trabajar como aprendiz en la tienda habanera en 1919, año de su arribo a Cuba.  

Lamentablemente no tenemos otras fotos que muestren lo que era El Encanto en Camagüey; sin embargo, estas imágenes, facilitadas a El Camagüey por Diango Esquivel y por Pável García, permiten suponer cómo sería todo aquí.

El Encanto, en San Rafael y Galiano, tal como lucía en los años cincuenta.
Edificio que ocupaba en París, según una imagen aparecida en la revista Social en 1924.
Christian Dior en La Habana, pues El Encanto comercializaba sus creaciones.
Muchos venían desde los Estados Unidos a comprar productos franceses. 
La modernidad en su esencia misma.
Bolsa para las compras.
La elegancia como un valor.
Todo cuesta menos de lo que usted piensa...
¡Tomemos té!
También en las fiestas.
La Navidad de 1953.
¿Le muestro algo, señorita?
Un bello mantel...
...y una cena deliciosa.
¡La mejor desde los años veinte!
¡Por supuesto!
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