¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre. Déjame
tu santo y seña
para que yo te reconozca
siempre
a través de otras noches diferentes.
Tú me ofreces su frente en medialuna
(medialuna de carne),
sus labios (pulpa en sombra)
y su perfil al tacto…
(Mañana mi derecha
jugará a dibujar su contorno en el aire).
¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre. Déjame
tu santo y seña
para que yo te reconozca
siempre
a través de otras noches diferentes.
¡Y que pueda llamarte gozoso,
trémulo,
por tu nombre!
Incluido en Sabor eterno (1939). Tomado de Obra poética. Compilación y prólogo de Enrique Saínz. La Habana, Letras Cubanas, 2007, p.106.