Le pusiste a Medea una falda de encaje.
De Flora enderezaste el tacón jorobado.
No hay rima de tu verso que no rompa y no raje
ni estrofa en que no vuele un zunzún azorado.
La distancia no existe. Abres una ventana,
albergue de palomas huidizas, y en la nieve,
serenas aparecen por un instante breve
bajo un cielo morado las calles de La Habana.