No encuentro paz, ni me permiten guerra; De fuego devorado, sufro el frío; Abrazo un mundo, y quédome vacío; Me lanzo al cielo, y préndeme la tierra. Ni libre soy, ni la prisión me encierra; Veo sin luz, sin voz hablar ansío; Temo sin esperar, sin placer río; Nada me da valor, nada me aterra.
Busco el peligro cuando auxilio imploro; Al sentirme morir me encuentro fuerte; Valiente pienso ser, y débil lloro. Cúmplese así mi extraordinaria suerte; Siempre a los pies de la beldad que adoro, Y no quiere mi vida ni mi muerte. Tomado de Obras literarias de la Señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Madrid, Carlos Bailly-Bailliere, 1869, t.I., p.6
Comentarios
José Antonio González
8 meses¿Ecos del formidable barroco español?
Jenny Hernández Carbó
8 mesesDios mio! !habia olvidado yo esta obra...quizas por tantas emociones encontradas tal cual poema de Gertrudis...gracias infinitas gracias me mueve muy dentro y es bueno reencontrar tantos recuerdos que también llevaban luz.