Loading...

    Compróse un hombre en el estanco un puro
    tan apagado, tan malo y detestable,
    y, por decirlo así, tan infumable
    como pudiera serlo un palo duro.

    Debió arrojarlo, pero en grave apuro
    viérase allí cualquiera... ¡Miserable,
    al triste fumador nunca fue dable
    comprar otro mejor sobre seguro!

    ¡Y quería fumar...! Y veces ciento
    el fósforo encendió para que ardiese,
    y las quijadas fatigó chupando...

    Suele ser la existencia algún momento
    horra, apagona como el puro ese; 
    mas, ¿qué remedio? Hay que chupar, y ¡andando...!

     Tomado de Gráfico, 1914. Cortesía de Jaime López. 

7
También en El Camagüey:

El boletín de El Camagüey

Recibe nuestros artículos directamente en tu correo.
Subscribirse
¿No tienes cuenta? Créate una o inicia sesión.