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    Mi prima Vera venía
    por marzo, en la Primavera.
    Mi jardín la recibía,
    al tiempo que le decía:
    —Bienvenida, prima Vera.

    Mi prima Vera tenía
    muy negra la cabellera
    y la mirada fulgía
    como una hoguera.

    Ayer mi ensueño pedía:
    —Vuelve, vuelve, Primavera...
    Más nadie me respondía.

   

    Ahora gritaré al Verano:
    ¿No tienes calor, hermano?

    Al Otoño le diré:
    ¿Qué por fin es lo de usté?

    Y al Invierno oscuro y frío: 
    ¡Diciembre no es un mes mío!

    Oh, ven pronto, Primavera: 
    Mi prima Vera te espera. 

Tomado de Por el mar de las Antillas anda un barco de papel. La Habana, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1978, pp.39-40.

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