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Cartas a José Martí (Puerto Príncipe, 1881)

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Cartas a José Martí (Puerto Príncipe, 1881)

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Puerto Príncipe, enero 7 de 1881

Pepe:

Las aflicciones porque está pasando mi espíritu son demasiado tristes para que yo pueda ocuparme de contestar tu romance y tu última carta: yo no estimo sino lo que es absolutamente cierto, tus acusaciones no lo son, por lo tanto, no me angustian.

Deseo mucho que puedas al fin ir al pueblo que elijas, no tanto por mí como por mi hijo; se acerca el tiempo en que el niño note que la sombra del padre le falta; tiene tanta inteligencia y ya lo habla todo de manera que muy pronto me preguntará por ti.

Yo no sé qué sucederá, ni que día dejaré de sufrir, pero cuenta con que iré donde quieras el día que tengas seguro lo necesario para vivir.

He sabido que escribiste una carta a Papá en la que le decías yo había venido porque no quería pasar pobreza a tu lado; mi contestación a eso está dada, todos saben que ya sólo la ropa teníamos que empeñar para vivir, y que tú no tenías donde trabajar.

Desde hoy espero tus órdenes para hacer cuanto me mandes. Créeme Pepe, yo no quiero sino que olvidemos el pasado, es necesario estar unidos por nuestro hijo, no se le da vida a un ser para sacrificarlo, sino para sacrificarse por él.

Dios te ponga pronto bueno, y haga tengas recursos para emprender tu viaje, acá rogamos mi hijo y yo porque seas feliz.

Carmen

El niño está bueno del ojo ya.


Pto. Pre. Enero 13 de 1881

Pepe:

Ignoro por qué no has podido enviarme a decir adiós, por consideración siquiera a quien ha tenido la desgracia de ver morir tantos afectos y tan grandes en un día. Ha amanecido uno en que he creído morir, tanta soledad y desconsuelo tenía en el alma.

Ayer recibí carta de Manuel con la letra para que fuera a vivir con ellos. Arrojada otra vez de mi casa por mi padre con pretextos de que era yo quien sostenía los disgustos y sólo por darle ese placer a Barrios. Viendo yo desde hacía tiempo por los insultos de mis hermanos que todo el motivo que tenían contra mí era que yo estaba en la casa sin deber, haciendo gastos, consulté a Azcárate sobre si podía pedir a Papá, sin estar tú aquí mi haber materno pues no tenía ni para zapatos del niño, me contestó que sí y yo guardé la consulta para cuando se ofreciera. Vino el día en que Barrios deseó verme fuera de la casa (Isabelita y Ángela estaban indignadas de ver la conducta de Barrios, Amalia y los muchachos y en detalles que quiero callarte.)

Fui a hablar con Papá que ha cedido todo lo que Barrios ha querido en contra mía, me dijo que me viniera a vivir con mis tías porque yo no tenía derecho a estar en casa; entonces le dije si no lo tengo a estar sí lo tengo a mi haber materno pues no tengo con qué vivir y hace tres años que V. debió dármelo y nunca lo he molestado. Gritó, dijo que no tenía un medio que acabara con su fortuna, que lo quemara lodo, que nunca debí hablarle de esto, que me cogiera una casa, acepté y entonces retrocedió y me dijo que solo podía darme 40$ papel ¡para vivir y todas mis necesidades como rédito de mi haber materno! Vivo en la calle Mayor 16 comiendo escasamente con tal de salvarle la leche a mi hijo. El pueblo está escandalizado, pues se sabe Barrios impedirá tu venida con cualquier infamia. Aquí no se habla de otra cosa, todos saben que Barrios quiere alejarme para pedir dinero. Isabelita y Ángela han sido muy dignas y me sostienen, no las sacan a ninguna parte y les tiran a muerte. Mis tías hermanas de Papá hasta fueron a hablar con éste y están en su contra viendo la iniquidad que ha cometido; los escándalos que se han dado en casa hoy son origen de todas las conversaciones. Escribo, Azcárate dándole poderes para que escriba a Papá pues quiero que se me de...

[Carmen]

Interior con madre y niño (fragmento)
Carl Vilhelm Holsøe


[Habana, julio de 1881]

[...] el puritanismo casi salvaje de mi alma está casi muerto, las relaciones con las maldades y mezquinas pasiones de los demás arranca una inocencia del pensamiento que no se vuelve nunca a poseer.

A mí me han herido, me han injuriado, me han ofendido todos, todos; a ninguno devolveré mal por mal, a todos los perdono; algo pierden con perder mi estimación. Ellos me han herido por la ambición y yo los perdono por mi interés. Azcárate me ha dicho “V. es madre y no debe olvidar la cuestión de intereses” y yo me he dicho vamos allá y veamos y estemos presentes. Además, cómo atarte de pies y más con una carga cuyo peso no es posible que soportes hoy.

Más imprudencias no es posible soportar ni hacerlas perdonables.

Tu decoro, tu orgullo, y cuanto has dicho queda en salvo, ellos saben que voy a pesar tuyo.

Dále (sic) a tu alma y más que a ésta a tu cabeza el tiempo necesario y el que tú acostumbras darle ahora para escribirme. Escríbeme a Pto. Pre. Mayor 16, pues he puesto por condición vivir con mis tías que han sido madres para mí. Me llevo la triste convicción de que tu familia no me querrá jamás, al niño sí lo quieren, de lo que sufro dicen que yo no he sufrido nada pues he vivido siempre como una marquesa y veo cómo el delito no lo pagaré nunca a sus ojos de haberme casado contigo. Tengo sed de cariño de ver solícitas esas gentes que me quieren todavía sintiendo y llorando contigo. ¡Qué buenos son los Izaguirre! Baltazar es uno de los que más ha contribuido a que me vaya. José María Izaguirre viene también a fines de año.

¡Qué te diré del niño! ¡Si no podrás nunca imaginarlo! ¡Qué lengüita, no para!, todo lo dice, te conoce y no te equivoca, se llama Martí José, es muy valiente y lindo, no te quisiera decir que creo será un talento, todos se asombran y yo lo adoro. ¡Cuándo lo verás!...

[...] que he evitado escollos, que he hecho cuanto una mujer digna puede hacer y que, siendo tan joven como soy, he tenido el peso y sufrimiento de las almas más templadas en la adversidad, sólo no he hecho una cosa, ni la haré: aplaudir tu conducta, porque mi hijo es olvidado y tus viajes y tu imposibilidad de vivir bajo ningún gobierno me tiene llena el alma no sé de qué dolor tristísimo.

Mi dirección es Mayor 16 Manuela Z. B.


[Puerto Príncipe, 10 de agosto de 1881]

Pepe: al fin estoy en este pueblo tan desventurado como yo. Mis fuerzas se han acabado con este último viaje, y naturaleza y espíritu están rendidos. Vivo como una anciana sin esperar; y como un guerrero antes del combate, sin fatiga, y pronta a luchar hasta que el espíritu me anime por mi hijo. Ninguna indiferencia para él, ningún deber sin cumplir, ningún amor dormido o muerto me pondrán fuera de combate, y si las fuerzas me faltaran renacerían con solo oírlo decir con sus bracitos apretados a mi cuello “Mucho te quiero, Mamá”.

Cada día me afirmo más y más en mi dolorosa resolución de no ir por ahora a Venezuela. Esta determinación me amarga pero me fortalece. Contraer nuevos compromisos para ir a buscar una miseria cierta no debe ser aceptado por mí, ya que un fanatismo incomprensible te impulsa en un camino que tiene muchos abismos. Yo no quiero cerrar los ojos e ir adelante! —es necesario ir limpiando y no sembrando de espinas el camino que unos pies delicados han de recorrer.— Mucho más que tú tienen méritos estos hombres que lucharon y hoy se rinden no a un gobierno que combatieron, sino a la necesidades de sus hijos no satisfechas, y al provenir tan sagrado como el presente. Vestidos andan de [palabra ilegible] y labran por sí mismos estas tierras que fueron antes productoras de sus riquezas, pero los hijos a quienes le dieron la existencia tienen satisfechas sus necesidades con el trabajo honrado de su padre y podrán ser hombres ilustrados. Sacrificar a todos y cantar pureza lejos del contagio, olvidando cuanto hay de más sagrado en la tierra y más serio en la vida; ni es valor ni así se cumple con el deber.

A que hablarte de mi hijo si es un dolor mayor a todos los sufrimientos que me atormentan hasta el cariño que me tiene me hace sufrir, la distinción natural de su espíritu es notabilísima, está sumamente delgado, pero altísimo y se parece cada día más a ti.

Adiós, Dios te ilumine y no me abandone.

Carmen


Pto. Pre. Setiembre 12 de 1881

Pepe: Todavía débil, y no tranquilo mi corazón, te escribo; he tenido mi hijo atacado de una fiebre maligna que lo ha tenido privado de sentido días enteros, por fortuna hoy se ha levantado hecho una sombrita, pero alegre, aunque con la impertinencia natural que deja toda enfermedad. Lo que pensé y lo que sufrí junto a su cama lo lleva mi corazón todavía muy impreso. Sólo una cosa pedía a Dios, ¡que no solo él se fuera de esta vida, bastante falta le hace a mi alma el reposo de la eternidad! No quiero ocuparme mucho tiempo de lo que sufrí porque me siento presa de todas estas angustias, por fortuna pasadas.

Recibí tu carta y Revista Venezolana nada he podido leer. Te escribo aprovechando un momento en que duerme el niño. Ojalá que allí hallaras lo que buscas, pero óyelo bien: nada estable conseguirás. Te estás matando por un ideal fantástico y estás descuidando sagrados deberes. Nunca se manchó ningún hombre por volver a su tierra esclava ante la necesidad urgentísima de vestir a su mujer y a su hijo, saber con qué curar sus enfermedades y enterrarlos si se mueren. Si es bueno lo que haces sea por Dios, si es malo no olvides tu conciencia. Adiós.

Carmen

Mujer y niño en el comedor 
Carl Vilhelm Holsøe


Tomadas de Luis García Pascual: José Martí: documentos familiares. Compilación y notas: Luis García Pascual. La Habana, Casa Editora Abril, 2008, pp.246-252. 
Las cartas se encuentran en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de la República de Cuba, en la carpetina 13. (Nota de Luis García Pascual.)

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