A Felipe Pichardo
Iglesita
escondida en un hueco de la plaza
vieja volanta rota
empolvada de silencio,
mientras a tu lado corretean
los vehículos jóvenes.
A Felipe Pichardo
Iglesita
escondida en un hueco de la plaza
vieja volanta rota
empolvada de silencio,
mientras a tu lado corretean
los vehículos jóvenes.
Rincón
en el hogar ruidoso
de la urbe.
Abuelita,
arrugada de años
tu tapia centenaria:
sólo te visitamos cada domingo
—los demás días brega y deporte—
y te encontramos haciendo calceta
en la aguja de tu pararrayos
con el ovillo interminable de los días.
Iglesia —alma de hostia
de incienso y cirio vivo—
palpitando tan lento
tu corazón de bronce,
siempre de penitencia
arrodillada
en el reclinatorio duro
de tus cimientos.
Iglesita:
con tus brazos tendidos al cielo
y plegadas las manos
en una sola Torre.
Publicado en Antenas, enero 1 de 1929; tomado de Obra poética. Compilación y prólogo de Enrique Saínz. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2007, pp.188-189.
Comentarios
PILAR RODRÍGUEZ BRIZ
2 añosPreciosa poesía. La foto es de la iglesia de Santa Ana, mi parroquia. Allí se casaron mis padres. Allí me bautizaron en el año 1941. ¡Cómo me gustaría volver a rezar allí de nuevo!
Damaris Hernández
2 añosMe recuerda a mi barriada, que aunque no es la descrita por Ballagas tiene una iglesia y se respira ese aire de "hogar ruidoso de la urbe" que tiende sus "brazos al cielo".
Damaris Hernández
2 añosMil gracias por compartirlo, a través de El Camagüey nos acercamos de primera mano a textos que son lienzos valiosísimos de la cultura cubana y de la cultura de nuestro querido Camagüey.