Adiós, Camagüey de ayer
tierra de dulce leyenda,
tierra en que puse la ofrenda,
de la flor de mi querer;
tierra de gentes amigas
de costumbres patriarcales,
de edificios señoriales
y de églogas y cantigas.
Adiós los grandes aleros,
adiós ventana severa
de balaustres de madera
que inspirara a los troveros.
Ventanas de ayer, ventanas
testigos de los amores
que en otros tiempos mejores
tuvieron las hoy ancianas.
Ciudad que en el alma llevo,
Puerto Príncipe de antaño
que retrocedes hogaño
ante un Camagüey más nuevo,
Sepulta pronto en olvido
los típicos tinajones,
los guardapolvos llorones
y el callejón retorcido,
modernista en buen hora,
caigan las cosas pasadas
¡sobre sus ruinas sagradas
hay un poeta que llora!
que mientras corre el progreso
el céfiro a cada palma
arranca un pedazo de alma
que es para el ayer un beso.
Camagüey, se van tus rejas,
se van tus costumbres santas,
ya se fueron tus volantas,
Camagüey, ¡cómo te alejas!
Ya los tuyos son más fríos
y en las modernas mansiones
no caben los tinajones
y emigran a los bohíos.
Ya de las cosas aquellas
que cuentan viejos ufanos
sólo en los tiempos que andamos
quedan tus mujeres bellas.
Tomado de Medardo Lafuente: Ofrendas líricas. Imprenta Ramentol, Camagüey, 1940, pp.161-162.