Mi muy querido amigo:
Acaban de quitarme el tiempo que tenía reservado para darle a larga las gracias por El poeta anónimo, sobre el que lleva unas líneas El Economista, y para decirle lo que sin cartas mías sabe Ud. bien, porque de alma a alma llegan siempre, sin administrador que les levante el sobre, ni sellos de correos, las cartas que por desconsuelo, o por miedo de estar ya olvidado, o por consideraciones de prudencia, no se escriben.
Yo no veo en mi tierra, fuera de los afectos naturales de familia, persona a quien deba yo querer más que a Ud., por la limpieza de su carácter y la hermosura de su talento. Ud. no me manda lo suyo, porque lo del “El Poeta” ha sido una casualidad, para mí bien entendida; pero yo, más que en lo que publica, lo leo en lo que calla. Yo no le mando lo mío porque escribiendo a destajo para diarios de afuera, no hago cosa que luego no me saque la vergüenza a la cara. Así es mejor tal vez, por lo de Miguel Ángel “grato mʼê il sonno, e piú lʼesser di sasso; / mientre che il danno e la vergogna dura”.
Ya le dije, pues lo que quería: que lo quiero muy de veras y que “El Poeta” desgarrador como es, me fue visita gratísima.
Vea que sólo de esos consuelos se vive en esta soledad odiosa, y de vez en cuando, como ahora, acuérdese de su amigo.
José Martí
Consulado del Uruguay, 120 Front St.
En Obras Completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, t.20, pp.330-331.
Tomado de Escala de varia intención. Compilación y prólogo de Cira Romero. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2011, pp.461-462.