Cuando la silueta distante se desvaneció en la bruma de las lejanías, la patria amada desapareció tras el horizonte, y la noche descendió sobre la planicie del mar rumoroso. Ay! y también sobre las almas bajó la sombra y desplegó su fría niebla la tristeza de la ausencia! Desde la toldilla, bajo el palio gigantesco del infinito tachonado de estrellas trémulas, estuve largo rato con la mirada fija en la línea remota que separa el mar del espacio. Y todas las nostalgias me abrumaron, y subieron a mis ojos todas las lágrimas, pensando en la tierra querida que a mi espalda huía envuelta en las sombras nocturnas. ¡Oh! decir adiós al hogar, a los afectos más caros del alma, a la patria que sufre y lucha, es ciertamente bien triste! Y este desgarramiento íntimo de nuestro corazón nos duele más aún porque nos reprochamos la expatriación involuntaria, porque nos parece una ingratitud para con la patria abandonarla en la desgracia!
Enfrente lo desconocido, la tierra extraña, la sombra, la triste noche de los proscriptos, la nostalgia...