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Soneto sin palabras

Soneto sin palabras

    Ya sólo soy la sombra de tu ausencia,
    una oscura mitad que se acostumbra;
    dulce granada abierta en la penumbra,
    madura a tu rigor. Sorda existencia.

    Desmayado vivir, ciega obediencia
    que la memoria de tu voz alumbra.
    Pupila fiel; ojo que no vislumbra
    su cielo. ¡Angel caído a tu sentencia!

    Desterrado de asombros y colores
    beso mi cicatriz y la humedezco
    en salobres cristales lloradores.

    Me aclimato al olvido que padezco.
    Y a los agudos garfios heridores
    la inútil apagada carne ofrezco.


Tomado de Antología del soneto hispanoamericano. Selección y prólogo de Mirta Yáñez. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1988, p.186.

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