A mi madre
Por el blanco sendero solitario
que el ocaso en sus sombras envolvía,
bajo la leve túnica sombría
de los sauces —melancólico sudario
que cubre el amplio campo funerario—,
iba con mi dolor, y el alma mía
en alas del recuerdo, se perdía
en un mundo de luz, imaginario...
La cruz de tu sepulcro, negra y muda,
sin una flor, y trágica, desnuda,
me abrió los brazos y al caer de hinojos
a sus pies, de amargura el pecho lleno,
miré allí, florecidos sobre el cieno,
los tristes mïosotis de tus ojos.
Tomado de Antología del soneto hispanoamericano. Selección y prólogo de Mirta Yáñez. La Habana. Editorial Arte y Literatura, 2018, p.121. Publicado también en la revista Orto (Año II, no.23, junio de 1913) e incluido por Ángel Larramendi Mecías y Maritza Labrada Batista en Órbita de Orto. Manzanillo. Ediciones Orto, 2012, p.320.
El Camagüey agradece a Argel González la digitalización de la foto de Luis Carracedo.