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Carta a Julio Antonio Mella (31 de agosto de 1928)

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Carta a Julio Antonio Mella (31 de agosto de 1928)

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¡Cuántas cosas en un año!

Mi querido Julio:

Hace varios días recibí una postal tuya, que ahora contesto. Nadie me ha escrito aún de La Habana, además ¡el largo tiempo de espera y mis múltiples angustias me han hecho perder la fe! Veo que nadie me ayuda, bien sé, desde luego, que no debo confiar, pero ¿qué quieres? El temor de lanzarme a la aventura con Natasha me sujeta, y continúo esperando no desde hace largo tiempo. Por otro lado, mi situación no ha cambiado nada.

Por esto y por otras causas necesito me envíes un código civil, Comentarios al Derecho Civil de Marco Julio, La legislación industrial de Gutiérrez Gamero, el Derecho Procesal y lo que haya de mercantil. No tengo dinero para comprar libros; es más, para la matrícula oficial.

Voy a ver qué puedo vender de lo poco vendible que yo tengo, pues siempre hago el esfuerzo. Yo deseo desesperadamente trasladarme. Si no me matriculo ahora pierdo el chance, aunque vaya más tarde. ¿Comprendes?

Además necesito que me envíes la partida de nacimiento de Natasha ya transcrita al consulado cubano para que tenga validez, pues la necesito, pues quiero llevarla al Concurso de Maternidad, puede que pesque algún premio (ya que ella es un ejemplar de buena raza) lo cual me vendría bien pues hasta estoy endeudada. Envíamela certificada y pronto.

Pasando a otras cosas. El día 19 cumplió un año. Pasó el día muy contenta. Ya corre por toda la casa y es alegre como una campanilla.

Pensé que te acordarías y escribirías, pero inútilmente esperé la carta que no llegó... 

Antier, día 29, también te recordé mucho, hacía justamente un año que nos separamos en aquella casa de la calle Talavera y pensando fuera solo por un mes y ya ves. ¡Cuántas cosas en un año! A veces pienso que ya no nos volveremos a ver más. ¡Tiene la vida tantas cosas inverosímiles!

Mi vida igual, lucho y una de dos o triunfo o me lleva el diablo; ya me voy cansando, amigo mío; nada para mí tan doloroso como la esterilidad, la inutilidad del esfuerzo. ¡Veremos!

De tu casa hace muchos días que no sé nada.

Tu retrato no llegó a mis manos.

Deseaba haber retratado a Natuska para enviarte un retrato; pero siempre la eterna historia, ni para eso tengo.

Aquí tengo casa y comida, pero perdí las clases y además vegeto; este pobre Camagüey con sus múltiples iglesias, sus tinajones y todo lo que tú conoces, no es más que un lugar donde todo llega tarde, si es que llega, y donde sólo se muere.

No pienso vivir sólo comiendo y durmiendo. En fin, no quiero vivir sólo comiendo y durmiendo. En fin, no quiero vivir con la esperanza “de eternas esperas”, escríbeme y dime en definitiva qué has hecho, a quiénes has escrito con respecto a mí, qué vas a hacer tú.

Veo que mientras más tiempo va pasando, más te alejas y más te ocultas de mí.

Contéstame.

Supe por casualidad que R.M.V. se había casado. Que Aponte estuvo en la H. y que siguió rumbo a Nicaragua.

Escríbeme.

Saludos.

Oliva Margarita


Tomada Adys Cupull y Froilán González: Julio Antonio y Natasha Mella: Reencuentro al final del camino. México, Editora Alternativa Periodística S.A. de C.V., 2020, pp.30-32.

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