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        Es inútil, no insistas; no comprendo
     las frivolidades de la vida...
     yo, como Jorge Sand, sólo pretendo,
     ganando el pan, pasar inadvertida.

        Porque he ayudado a hacer, quizás un nombre
     —que alguna vez ha sido periodista—
    sé lo que vale y cuesta ese renombre
    y cómo se suplica esa conquista.

       Prefiero mi aislamiento de reacio
    donde nada a mi espíritu se vede: 
    el águila que vive en el espacio
    no suele mendigar lo que ella puede.

       Gloria y vulgaridad, casi es lo mismo
    para un ser como yo, medio salvaje; 
    lo mismo puede ser cumbre o abismo, 
    cuestión de situación del peritaje.

       La gloria que mi alma ha preferido
    me la ofreció un amor: puso vehemente
    la más bella corona que ha existido,
    sus besos de pasión sobre mi frente.

       Extinta ya esa gloria, soy asceta; 
    sin corona de besos mi cabeza,
    no quiero ya laureles: al poeta 
    le basta su corona de tristeza.


Tomado de Revista de la Asociación Femenina de Camagüey. Año III, Camagüey, noviembre de 1923, Núm.35, p.3.

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Comentarios
Emilio Antonio Barreto Ramírez
1 año

De la mejor poesía que yo haya leído!: transgresora en cualquier tiempo histórico, rebelde en cada circunstancia, responsable en todo momento porque asume cuanto expone. Por si fuera poco, se aprecia un derroche de lírica. Hay tanta capacidad para crear belleza, que se da el lujo de derrochar lirismo.

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Responder
María Antonia Borroto
1 año

@Emilio Antonio Barreto Ramírez: Para mí fue un descubrimiento, por llamarle de alguna forma. Ya había leído (y editado, con vistas a su publicación en este sitio web) otro texto suyo que me había mostrado su pensamiento jurídico y sus avanzadas ideas, también tenía referencias suyas (era tía de Gilda y Olivín Zaldívar, la fundadora de los estudios de ballet en Camagüey y la diplomática y viuda de Mella, respectivamente). En este sitio hay un texto de Roberto Méndez a propósito de su vida y la de Rosa Anders: https://bit.ly/3PRu3u7. Por cierto, ella fue la única de la familia que apoyó a Olivín en su deseo de casarse con Mella, y alentó la formación de ésta como jurista. Y tengo entendido que de alguna manera manera se implicó en las batallas legales de Mella. Hemos publicado también una semblanza de Gilda Zaldívar, una entrevista a Olivín y cartas cruzadas con su esposo.

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