Nuestra tendencia es a vivir del presupuesto, no de la tierra.
La guerra y su impacto en la ciudad.
Han pasado tres siglos en los cuales, como la madre convive con sus hijos, la Virgen María de la Caridad ha compartido nuestra...
Una plaza en la que se levantan los bustos del gran estadista norteamericano, Franklin D. Roosevelt y del gran educador cubano...
Vivía en el campo y me criaba al suave calor de las costumbres patriarcales del Camagüey...
Compatriotas principeños / Ya que Bolívar, Victoria / Nos tienen en su memoria / Y han hecho fuertes empeños / Porque no tenga...
María del Carmen, aunque no te he visto / podría pintarte en todos tus detalles. / María del Carmen, será inevitable / que un...
No dudes jamás, ángel adorado, de que tu amor es la dicha de esta alma enamorada,
Las palabras introductorias no son para un niño, ni tratan sobre un niño. Más bien quieren declarar (a alguien) lo que signifi...
Si no hay amor, no hay nada, y es oportuno el adiós.
No te embadurnes con cosméticos capitalinos, villa del Hatibonico.
Y desde entonces fue más ardiente, Cuba adorada, mi amor por ti.
Al negro de negra piel / la sangre el cuerpo le baña; / la misma sangre, corriendo, / hierve bajo carne blanca.
Cada mes nos enviaban desde Puerto Príncipe las raciones necesarias para el hospital y guarnición, aprovechando al efecto el t...
¿Cómo ha de realizar el esposo esa educación especial de la esposa que le impone su condición de hombre, maestro en la triste...
¡De que callada manera / se me adentra usted sonriendo, / como si fuera / la primavera! / (Yo, muriendo.)
Yo te ofrezco la vida si me la pides...
No sé por qué piensas tú, / soldado, que te odio yo, / si somos la misma cosa / yo, / tú.
Ven, porque el sol ya se muere / Y mi alma no quiere, / Preciosa guajira, / Vivir sin tu amor.
Llegó, así, el generoso escritor, a identificarse con la historia del soldado cubano, y sus tendencias literarias se impregnar...
Uno de los mejores parques de la República, lo es sin dudas alguna el Casino Campestre de Camagüey, una magnífica extensión de...
Yo te ruego, Ignacio idolatrado, por ellos, por tu madre y también por tu angustiada Amalia, que no te batas con esa desespera...
Alza tu voz sobre la voz sin nombre de todos los demás, y haz que se vea junto al poeta, el hombre.
Ay, ¿por qué este tenerte sin tenerte? Este llanto ¿por qué, no la alegría? ¿Por qué de mi camino te desvía quien me vence...