El 1ro. de mayo de 1916, Su Santidad el Papa Benedicto XV confirmaba solemnemente, con la autoridad apostólica, lo que ya era una realidad hacía tres siglos, y proclamaba oficialmente a la Santísima Virgen María de la Caridad del Cobre, patrona principal de la República de Cuba.
¿Cuándo empezó la Santísima Virgen María de la Caridad a ser nuestra patrona, la reina y madre de nuestro pueblo? Yo diría que desde aquel mismo día de principios del siglo XVII en que tres hombres humildes de nuestra tierra encontraron su imagen flotando sobre las aguas de Nipe, como paloma mensajera de gracias y bendiciones del cielo. Por ser nuestra patria una isla larga y estrecha, nuestra vida está íntimamente ligada al mar. Los cubanos amamos el mar, que siempre nos quedaba cerca, que forma parte de nuestra psicología y de nuestra vida. Hoy, si tenemos que vivir en grandes países, tierra adentro, una de las cosas que más echamos de menos es precisamente su azul incomparable, que se pierde en el horizonte y serena y eleva el espíritu.
El primer trono de la Virgen María de la Caridad fue el mar. Su primer dosel, el cielo. Así apareció Ella, bajo la azul inmensidad del cielo y sobre la azul inmensidad del mar, como un punto blanco y luminoso que venía de Dios y que nos señalaba el camino para ir a Él.
El segundo trono de la Virgen María de la Caridad fueron las manos de tres hombres humildes y sencillos de nuestro pueblo. En ellos estaba representado todo el pueblo cubano. Sus manos rudas y encallecidas de obreros, se hicieron tiernas y sedosas para recoger con amor aquel regalo del cielo.
El tercer trono de la Virgen María de la Caridad fue el verdor de nuestros campos. El verde, ¡qué metido lo tenemos en la retina de nuestros ojos los cubanos! Nuestros campos, nuestras palmas, nuestras llanuras, nuestras montañas, ¡todo es verde como la esperanza! Ella misma escogió el lugar: fue en El Cobre, sobre las montañas más altas de la patria, como para que desde allí Ella nos pudiera ver a todos, y nosotros para mirarla tuviéramos que levantar la vista hacia lo alto; entre los penachos de las palmas que se agitan en saludo vibrante y las cañas que se mecen suavemente a sus pies en oración callada, como ofreciéndole la dulzura del azúcar que contienen en su seno. Allí, donde Ella quiso, sobre el trono verde, quedó su imagen.
El cuarto trono de la Virgen María de la Caridad fue rojo. Rojo vivo, como el amor, como el sacrificio, como el martirio, como la sangre: fue el corazón de cada cubano. Y allí llega María para traer a Cristo. Ella es el camino por donde Cristo viene a nosotros y por donde nosotros vamos a Él. Ella quiere encontrar allí, no el amor sentimental de la devoción insulsa y supersticiosa, sino el amor valiente de la plena vivencia de nuestra fe cristiana, y ese amor es fuerte como el sacrificio, y rojo como el martirio callado y oculto del deber heroico de todos los días, o como el martirio cruento del sufrimiento y de la sangre que se vierte por Cristo y por la patria.
Han pasado tres siglos en los cuales, como la madre convive con sus hijos, la Virgen María de la Caridad ha compartido nuestra historia, nuestras ansias de liberación, nuestras penas y nuestras alegrías, nuestras inquietudes y nuestras esperanzas. Ella ha escuchado plegarias de muchas generaciones de cubanos.
Terminada la lucha independentista, cuando ya la República comenzaba a asentarse sobre bases firmes, los veteranos sintieron que les quedaba un deber que cumplir, y en nombre de todos, los que residían en las zonas más cercanas se reunieron en El Cobre y allí firmaron el precioso documento que elevaron al Papa Benedicto XV, pidiéndole que confirmara oficialmente a la Santísima Virgen María de la Caridad como patrona de Cuba. El Papa leyó aquella petición emocionada; miró a Cuba y vio a la Virgen de la Caridad como reina de aquel pueblo en el trono azul de las aguas ondulantes, en el trono blanco de las manos limpias, en el trono verde de las montañas, en el trono rojo de varios millones de corazones cubanos, y gozoso firmó el documento que confirmó en forma solemne y oficial aquel título y aquella realidad tres veces secular. Era el 1ro. de mayo de 1916.
Hermoso relato que mezcla nuestra Historia con la de la Virgen de la Caridad. Excelente escritor el padre Boza Masvidal, que apoyó con su participación personal la lucha contra la tiranía. R.
@Romel H. Zell Y de quien, me parece, muy poco se habla hoy en día, incluso en Camagüey. Roberto Méndez rescató este texto cuando estuvo al frente de la revista Palabra Nueva. Tenemos otros textos suyos que poco a poco iremos publicando, prácticamente desconocidos.
Cada vez que leo un artículo como este, siento emoción y respeto por el legado que nos han dejado nuestros antepasados. La Virgen de la Caridad del Cobre, estaba presente en casi todos los hogares de nuestros padres y abuelos. Aún conservo una pequeña imagen que pertenecía a mi querida madre, fue un regalo de mi padre, en su viaje al Cobre en julio de 1953.
En el Archivo de Indias (España) se halla este documento (Audiencia de Sto. Domingo. Legajo 363) con el testimonio de Juan Moreno, el niño negro que, junto con Juan y Rodrigo de Hoyos, encontraron la imagen de la Virgen de la Caridad en la Bahía de Nipe. El documento fue encontrado por el historiador cubano Leví Marrero.
DECLARACIÓN DE JUAN MORENO, NEGRO, NATURAL DEL COBRE, DE 85 AÑOS
“En el lugar de las minas de Santiago del Prado, en primero día del mes de abril de mil seiscientos ochenta y siete años, el Señor Beneficiado Juan Ortiz Montejo de la Cámara, Cura Rector de la Parroquial de este dicho lugar, Juez comisario, por el señor Licenciado Don Roque de Castro Machado, Juez Oficial Provisor, y Vicario general de la Ciudad de Cuba y su Distrito, por su Señoría muy Venerables Señores Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de dicha Ciudad, a cuyo cargo está el gobierno temporal y espiritual de este Obispado, sede vacante (signo ilegible) para que conste de la aparición y milagros de la Santísima Virgen María Madre de Dios y Señora Nuestra de la Caridad y Remedios, hizo parecer al Capitán Juan Moreno, del cual fue recibido juramento por Dios y una cruz, que hizo según forma de derecho, prometió decir la verdad de lo que supiere y le fuere preguntado.
Se le preguntó lo siguiente: Fuéle preguntado cómo se llama, de dónde es natural, qué edad, estado y oficio tiene. Dijo: que se llama Juan Moreno, negro esclavo, natural de este dicho lugar, y que fue capitán de este dicho lugar, y que es de edad de ochenta y cinco años y casado. Y esto responde.
Preguntado declare lo que sabe en razón de la aparición de Nuestra Señora de la Caridad y Remedios. Dijo que sabe este declarante que siendo de diez años de edad fue por ranchero a la Bahía de Nipe, que es en la banda del norte de esta Isla de Cuba, en compañía de Rodrigo de Hoyos y Juan de Hoyos, que los dos eran hermanos y indios naturales, los cuales iban a coger sal y habiendo ranchado en Cayo Francés que está en medio de dicha Bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar en calma salieron de dicho Cayo Francés antes de salir el sol los dichos, Juan y Rodrigo de Hoyos, y este declarante. Embarcados en una canoa para la dicha salina y apartados de dicho Cayo Francés, vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramos secas. Dijeron dichos indios, parece una Niña, y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima, con un Niño Jesús en los brazos, sobre una tablilla pequeña, y en dicha tablilla unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos y decían: “YO SOY LA VIRGEN DE LA CARIDAD” y siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto llenos de gozo y alegría, cogiendo solo tres tercios de sal, se vinieron para el Hato de Barajagua donde estaba Miguel Galán, Mayoral de dicho Hato y le dijeron lo que pasaba, de haber hallado a Nuestra Señora de la Caridad. Y el dicho Mayoral muy contento y sin dilación envió luego a Antonio Angola con la noticia de dicha Señora al Capitán Don Francisco Sánchez de Moya, que administraba las minas de dicho lugar, para que dispusiese lo que había de hacer, y mientras llegaba la noticia pusieron en la casa de vivienda de dicho Hato un altar de tablas, y en él a la Virgen Santísima, con luz encendida, y con la referida noticia, el dicho Capitán, Don Francisco Sánchez de Moya, envió orden al dicho Mayoral Miguel Galán que viese una casa en dicho Hato, y que allí pusiese la imagen de Nuestra Señora de la Caridad y que siempre la tuviese con luz.”
Comentarios
Jaime A. López
4 añosSimplemente hermoso, poético...
Lourdes Fernandez
4 añosHermoso relato.❤
Romel Hijarrubia Zell
4 añosHermoso relato que mezcla nuestra Historia con la de la Virgen de la Caridad. Excelente escritor el padre Boza Masvidal, que apoyó con su participación personal la lucha contra la tiranía. R.
María Antonia Borroto
4 años@Romel H. Zell Y de quien, me parece, muy poco se habla hoy en día, incluso en Camagüey. Roberto Méndez rescató este texto cuando estuvo al frente de la revista Palabra Nueva. Tenemos otros textos suyos que poco a poco iremos publicando, prácticamente desconocidos.
Fernando Ibarra
2 añosCada vez que leo un artículo como este, siento emoción y respeto por el legado que nos han dejado nuestros antepasados. La Virgen de la Caridad del Cobre, estaba presente en casi todos los hogares de nuestros padres y abuelos. Aún conservo una pequeña imagen que pertenecía a mi querida madre, fue un regalo de mi padre, en su viaje al Cobre en julio de 1953.
Beatriz M Goenaga
2 añosEmociona leer este texto tan inspirado dedicado a la Santa Patrona de Cuba.
Eugenio Saez Tejedor
1 añoExcelente escrito de nuestra Madre y Patrona La Virgen de la Caridad del Cobre...
Yamila Ferrá Gómez
7 mesesGracias, excelente texto
María Antonia Borroto
3 minutosEn el Archivo de Indias (España) se halla este documento (Audiencia de Sto. Domingo. Legajo 363) con el testimonio de Juan Moreno, el niño negro que, junto con Juan y Rodrigo de Hoyos, encontraron la imagen de la Virgen de la Caridad en la Bahía de Nipe. El documento fue encontrado por el historiador cubano Leví Marrero. DECLARACIÓN DE JUAN MORENO, NEGRO, NATURAL DEL COBRE, DE 85 AÑOS “En el lugar de las minas de Santiago del Prado, en primero día del mes de abril de mil seiscientos ochenta y siete años, el Señor Beneficiado Juan Ortiz Montejo de la Cámara, Cura Rector de la Parroquial de este dicho lugar, Juez comisario, por el señor Licenciado Don Roque de Castro Machado, Juez Oficial Provisor, y Vicario general de la Ciudad de Cuba y su Distrito, por su Señoría muy Venerables Señores Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de dicha Ciudad, a cuyo cargo está el gobierno temporal y espiritual de este Obispado, sede vacante (signo ilegible) para que conste de la aparición y milagros de la Santísima Virgen María Madre de Dios y Señora Nuestra de la Caridad y Remedios, hizo parecer al Capitán Juan Moreno, del cual fue recibido juramento por Dios y una cruz, que hizo según forma de derecho, prometió decir la verdad de lo que supiere y le fuere preguntado. Se le preguntó lo siguiente: Fuéle preguntado cómo se llama, de dónde es natural, qué edad, estado y oficio tiene. Dijo: que se llama Juan Moreno, negro esclavo, natural de este dicho lugar, y que fue capitán de este dicho lugar, y que es de edad de ochenta y cinco años y casado. Y esto responde. Preguntado declare lo que sabe en razón de la aparición de Nuestra Señora de la Caridad y Remedios. Dijo que sabe este declarante que siendo de diez años de edad fue por ranchero a la Bahía de Nipe, que es en la banda del norte de esta Isla de Cuba, en compañía de Rodrigo de Hoyos y Juan de Hoyos, que los dos eran hermanos y indios naturales, los cuales iban a coger sal y habiendo ranchado en Cayo Francés que está en medio de dicha Bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar en calma salieron de dicho Cayo Francés antes de salir el sol los dichos, Juan y Rodrigo de Hoyos, y este declarante. Embarcados en una canoa para la dicha salina y apartados de dicho Cayo Francés, vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramos secas. Dijeron dichos indios, parece una Niña, y en estos discursos, llegados, reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima, con un Niño Jesús en los brazos, sobre una tablilla pequeña, y en dicha tablilla unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos y decían: “YO SOY LA VIRGEN DE LA CARIDAD” y siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto llenos de gozo y alegría, cogiendo solo tres tercios de sal, se vinieron para el Hato de Barajagua donde estaba Miguel Galán, Mayoral de dicho Hato y le dijeron lo que pasaba, de haber hallado a Nuestra Señora de la Caridad. Y el dicho Mayoral muy contento y sin dilación envió luego a Antonio Angola con la noticia de dicha Señora al Capitán Don Francisco Sánchez de Moya, que administraba las minas de dicho lugar, para que dispusiese lo que había de hacer, y mientras llegaba la noticia pusieron en la casa de vivienda de dicho Hato un altar de tablas, y en él a la Virgen Santísima, con luz encendida, y con la referida noticia, el dicho Capitán, Don Francisco Sánchez de Moya, envió orden al dicho Mayoral Miguel Galán que viese una casa en dicho Hato, y que allí pusiese la imagen de Nuestra Señora de la Caridad y que siempre la tuviese con luz.”