Si a mi angustia y pregunta no respondes,
yo sé que soy abeja de tu oído.
Dios silencioso, Dios desconocido,
¿por qué si más te busco, más te escondes?
Las olas de los cuándos y los dóndes
manchan de sombra el litoral perdido
en donde clamo... Si no estás dormido
tal vez mi hoguera parpadeante rondes: