A través de su reja mi ventana
mide el paisaje, pauta la distancia
y no opone pared a la fragancia
que de la rosa virginal emana.
Si pierde en infinito es porque gana
la vista mía en la porción que escancia
y, caja de divina resonancia,
finos colores de la luz devana.
Así a tu escueta cárcel me someto
y a tu cinceladora geometría,
O! tú piedra adorable del soneto.
Entra y sale de ti la poesía
con la sombra imponente del abeto
y la fragancia de la rosa fría.
Incluido en Cielo en rehenes (1951) Tomado de Obra poética. Compilación y prólogo de Enrique Saínz. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2007, p.151.
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