Loading...

Caso La Habana de Fito (3)

5

Caso La Habana de Fito (3)

5

El documental La Habana de Fito, de Juan (Pin) Vilar, fue exhibido el 10 de junio de 2023 sin el consentimiento del realizador ni del productor en el programa de televisión Espectador crítico, que conduce Magda Resik. A continuación, en orden cronológico, incluimos parte de lo publicado al respecto por los implicados y por cineastas e intelectuales cubanos.

Asamblea de Cineastas reunida el 15 de junio en el cine 23 y 12.

El 22 de junio de 2023, la Asamblea de Cineastas Cubanos hacía público lo siguiente:

Cineastas, es nuestro deber informar que el ICAIC y el Ministerio de Cultura, nos convocan a una reunión mañana viernes 23 de junio a las 9:00am en el 9no piso del ICAIC, para discutir las demandas presentadas en la declaración de la Asamblea de Cineastas del pasado 15 de junio de 2023 en el Cine 23 y 12 en la Capital Cubana.

La presencia de todo el gremio es esencial para cualquier evento de tal magnitud e importancia para el futuro del cine cubano.

Pedimos a quienes nos invitan que entiendan que este encuentro en el 9no piso no es coherente con nuestro deseo de que esté todo el gremio representado.

Es nuestro deber informarles también, que mañana estarán en la entrada del cine Chaplin todos los cineastas que deseen sin restricciones, en nuestro espacio común.

Recomendamos puntualidad para que todos y todas puedan ser parte.

Las personas que no pueden estar de manera presencial, les pedimos sus propuestas de cómo poder participar teniendo en cuenta que el internet en estos últimos días ha sido muy inestable; y exhortamos a los organizadores del encuentro a colaborar también con propuesta de soluciones para hacer posible el mismo.

#nuestrocineserálibreonoserá

Una vez efectuada la reunión, el Ministerio de Cultura publicó esta nota en su perfil institucional:

INFORMACIÓN DEL MINISTERIO DE CULTURA

En el día de hoy tuvo lugar en el Icaic un encuentro de trabajo con cineastas participantes en la reunión del pasado 15 de junio en el cine 23 y 12 y otros invitados.

Participaron el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Rogelio Polanco Fuentes; la Viceprimera Ministra, Inés María Chapman; el Ministro de Cultura, Alpidio Alonso; el Presidente del ICAIC, Ramón Samada; el Presidente de la UNEAC, Luis Morlote; el Vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz, Yasel Toledo; funcionarios del MINCULT, del ICAIC y otros escritores y artistas.

En la reunión se propuso una plataforma de trabajo conjunta entre el ICAIC y los realizadores para buscar soluciones a los problemas del desarrollo de la producción audiovisual y cinematográfica. Se creará un grupo de trabajo de las instituciones y los artistas para el seguimiento de las tareas.

Los planteamientos de los artistas merecieron la mayor atención de los dirigentes de las instituciones.

Los artistas escucharon con atención los argumentos de los representantes de las instituciones y expresaron sus opiniones en total libertad.

La reunión transcurrió en un clima franco, constructivo y de respeto mutuo, como caracteriza a la política cultural de la Revolución.

El actor Luis Alberto García hizo pública su inconformidad con esta nota del Mincult. Así lo resume CubitaNow:

“Es la narrativa oficial y oficialista que yo repelo y detesto. Relatoría infiel hasta la médula.

Justamente porque este proceder se ha entronizado en nuestras vidas, es por lo que insistimos e insistiremos en grabar en video y sonido estas reyertas. Para que luego no puedan hacer estos cuentos de hadas y aparentar que todo está genial”, cuestionó el popular actor, uno de los rostros más reconocidos del cine cubano.

“Cualquiera que NO HAYA ESTADO en esa reunión de manera presencial y lea esta nota informativa, podría inferir que aquello fue dame la mano y danzaremos, dame la mano y me amarás, como una sola flor seremos, como una flor y nada más. Y después, el gatico Vinagrito. A los ojos de nuestros camaradas de profesión que no asistieron por razones de muy variada índole y de otras muchas personas ajenas al gremio, quedaríamos como ingenuos e insulsos. O cobardes. O peor, tontos. No. No y no. Fue durísima esa reunión de hoy. Hace mucho tiempo no escuchaba en Cuba argumentos tan tristemente feroces, expuestos con sinceridad y valentía. Sin miedos. Sin trastiendas”, aseguró García.

Juan (Pin) Vilar y Luis Alberto García 
Cortesía de Juan (Pin) Vilar

Una de las frases que le quedó en su memoria, explica, fue cuando una joven le dijo a las autoridades que la ayudara “a no querer irme de Cuba”.

“Se les dijo frontalmente a todos esos funcionarios o dirigentes todo lo que han hecho mal, les cantamos las cuarenta (con Rolando Laserie), sacamos a flote sus desmanes, ninguneos, olvidos, esos comportamientos que nos regalan dictados por testosteronas stalinistas y puro viagra de soberbia bruta, sus suspicacias, los linchamientos mediáticos ordenados desde no sabemos dónde. Alguien pidió hasta sus dimisiones”, aseguró.

“¿En serio? ¿Estuvimos, ustedes y nosotros, durante horas, dentro de la Sala Charles Chaplin, pero en dos dimensiones diferentes? ¿Dos mundos? ¿El Hotel Ambos Mundos?”, concluyó.


Disponible en CubitaNow


Manuel Alejandro Rodríguez Yong en Facebook:

Fueron nueve horas intensas en la que parte de la Asamblea de Cineastas Cubanos estuvimos debatiendo en el emblemático Cine Chaplin.

Frente a nosotros tuvimos a Rogelio Polanco, jefe del Dpto. Ideológico del PCC, Inés Maria Chapman, Viceprimera Ministra, Alpidio Alonso, Ministro de Cultura, Ramón Samada, Presidente del ICAIC, Luis Morlote, Presidente de la UNEAC, Fernando Rojas, Viceministro de Cultura y Yasel Toledo, vicepresidente de la AHS. Además, estaban los viceministros de Cultura Kenelma Carvajal y Fernando León Jacomino.

Hoy no solo se puso sobre la mesa lo relacionado con el documental La Habana de Fito sino otros muchísimos temas medulares para la libre creación artística en Cuba.

Allí estuvimos no solo como artistas e intelectuales sino como parte de un pueblo que padece todos los días en carne propia las malas decisiones que se puedan tomar por parte del gobierno y las instituciones. Estuvimos como entes sociales a los que les duele y ocupa Cuba en todos los sentidos.

¿Que fue fácil el diálogo? No.

Hay muchas cosas en las cuales no coincidimos ni estamos de acuerdo.

¿Que fue una discusión rica y con la altura intelectual que ameritaba? Si y mucho.

¿Que fue un encuentro “caliente”? Sí. Yo diría más. Fue como en buen cubano diríamos “a camisa quitá”.

¿Que también fue respetuoso? No puedo mentir. Lo fue. Incluso a pesar de expresar cosas sumamente fuertes y de mencionar nombres concretos como parte de cosas que no creemos correctas.

Hoy también faltaron muchos que están fuera de La Habana o que han emigrado. Allí les tuvimos presentes porque ellos también son parte importante del cine cubano y tenemos que buscar mecanismos para su participación en este tipo de encuentros.

De hoy pudiera decir mucho, pero ha sido una jornada intensa y ya habrá tiempo de seguir hablando al respecto. Pero si quiero compartir algo para mi puntual. Nunca había estado en un encuentro con altos representantes del PCC y del gobierno en el que se expusiera sin pelos en la lengua y con tanta libertad y transparencia las cosas que hoy allí se expresaron.

A mis colegas: no somos todos de una misma generación. No tenemos todos iguales ideologías. Somos muy diversos y no pensamos de la misma manera y que bueno que así sea. Porque a pesar de tanta diversidad hoy mas que nunca hemos demostrado unidad y de la de verdad.

Estoy sumamente orgulloso de ustedes, de nosotros.

¿Que este es solo un paso? Sí. ¿Que quizás todo sea en vano? Puede ser o quizás no. Aun no lo sabemos.

Pero lo que nadie si nunca podrá cuestionarnos es que no lo intentamos y que a pesar de cualquier cosa seguiremos intentándolo.

#TodosSomosImportantes
#NuestroCineSeráLibreONoSerá

La Asamblea de Cineastas Cubanos publicó el 24 una nueva declaración:

Cineastas:

Ayer, 23 de junio de 2023 a las 9:00 A.M., en el cine Chaplin de la capital cubana, tuvo lugar la reunión convocada por el Ministerio de Cultura, el ICAIC y el PCC.

La agenda del encuentro estuvo regida por la propia declaración de la Asamblea de Cineastas Cubanos del pasado 15 de junio de 2023 que cuenta, hasta este momento, con el apoyo de casi 600 firmas.

La respuesta del Ministerio de Cultura al nuevo acto de exclusión y censura con el documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar y producido por Ricardo Figueredo, y las condiciones en que su transmisión en televisión nacional fue hecha, es que existen bases legales para tomar ese tipo de acciones en situaciones excepcionales.

Como gremio, manifestamos y sostenemos nuestro total desacuerdo con esa respuesta y denunciamos ese y todos los hechos similares que, basados en cualquier legislación puedan suceder. Ellos quedaron en continuar estudiando el asunto.

Temas medulares como el ejercicio continuado de la censura, la política cultural y el panorama del cine cubano actual, compuesto por cineastas diseminados por todo el mundo, de diferentes ideologías, generaciones y tendencias, fueron analizados en un extenso debate.

La Vice Primera Ministra Inés María Chapman Waugh manifestó que existe una disposición al diálogo y al trabajo en equipo para lograr tener resultados concretos ante todas las demandas allí expresadas.

Los cineastas presentes, al concluir el debate, decidimos citar en los próximos días, a una asamblea en la cual se pueda elegir a un grupo que nos represente y funcione como organizador de futuros encuentros y acciones.

Esta asamblea será convocada con todos los cineastas dentro y fuera de Cuba. Ya estamos en función de garantizar la tecnología adecuada para que pueda ser un espacio donde los cineastas cubanos de todas las latitudes que deseen, puedan participar. Creemos que será un excelente espacio para hablar de lo aprendido desde el 15 de junio hasta ahora, y las acciones a tomar en lo sucesivo.

En las próximas jornadas continuaremos actualizando el listado de firmantes en apoyo a nuestra declaración.

El 24 Juan Pin Vilar hizo pública su intervención en reunión efectuada en 23:

Como advertí, y que quede en la memoria de aquellos que cabildearon no grabar: Ahora no se quejen por la narrativa oficial. Sabiendo lo que iba a pasar, leí mis dos intervenciones. Aquí mis textos:

    1

Buenos días, disculpen mi facha, pero me encontraba en San Antonio y no tuve hasta ahora, que la lucidez, el cariño y el respeto de algunas amigas y amigos, posibilitaron que yo asistiera a esta reunión. Espero que algunos de los jóvenes presentes la estén grabando, porque le estará haciendo mucho bien, a los archivos de la cultura cubana, desde muchos puntos de vista. Esta vez, nadie tendrá que conseguir clandestinamente un archivo de audio o imagen, e imponer, casi siempre para bien, su narrativa sobre cualquier pasaje de lo vivido. Como ha ocurrido con la reunión de Fidel con la AHS en 1988, y con la reciente encerrona del 27N.

Quienes a nombre del pueblo censuran, no deben tener inconveniente en que el pueblo los escuche razonar y mucho menos, el mundo. Las ideas se defienden dando la cara y sin apelar a procesos tramposos e ilegales, mucho menos a procesos que nos criminalizan por el solo delito de expresar, libremente, nuestro desacuerdo con las políticas inconstitucionales y, específicamente, denunciar la camisa de fuerza que representan las Palabras a los Intelectuales.

Si nuestro gobierno y los que en las instituciones culturales lo representan, conciben su panorama contextual como dentro de una guerra, no tienen derecho a imponer, generación tras generación, esa narrativa de manera soberbia, antidemocrática y represiva.

Voy al centro del dilema. El documental no miente. Es el testimonio de un artista que no milita en el Partido ni se debe al ministerio de cultura. Su relación con el pueblo no pasa por las sucesivas políticas de cuadro, al contrario, se debe a su percepción sobre nuestra realidad.

Quien conoce a Fito sabe que es ofensivo pensar e inducir que un director cubano o de cualquier parte de este planeta, pueda manipularlo. Muchísimo menos yo, que soy su amigo y lo respeto y me respeto.

Desde su primera presentación en Cuba se le viene cuestionando, además, ha sido maltratado y humillado el más revolucionario de los artistas cubanos vivos, y él lo sabe y lo sintió, me refiero a Pablo Milanés. Cuya relación con Fito y conmigo fue y es de respeto, amor, y un profundo agradecimiento a él.

Si fue robado y exhibido ilegalmente el documental. Porque se lo advertí a Fernando Rojas y a Samada. Yo no tenía inconveniente, pero le tenía que consultar al productor Ricardo Figueredo porque él y las distribuidoras, son los verdaderos dueños de la película. Y un productor argentino, que está insultado porque su inversión está en peligro.

Fueron estos funcionarios quienes colocaron en peligro a este productor argentino, y ofendieron a Fito Páez.

Lo que está en juego es el derecho de todo artista de, sin mentir, exponer libremente su punto de vista sobre cualquier hecho o narrativa de nuestra historia. Es algo a lo que no debemos continuar renunciando, al menos yo no lo haré. No somos religiosos. No puedo aceptar como intelectual que se me impida exponer mi punto de vista sobre cualquier hecho de nuestra historia.

La esencia de este debate no es la censura, es el derecho y el papel que juegan los intelectuales en una sociedad que ya no se parece a la que se involucraron nuestros abuelos y padres.

Si dejan pasar este acto, condenaran el futuro del cine y la cultura cubana, otra vez, una vez más, al medioevo de un hecho.

   2

Compañera Inés Chapman, quiero dirigirme, específicamente, a usted. Como usted puede constatar, son tantas las penas que se agolpan. Y quiero transmitirle a usted mi opinión sincera.

Con las personas que están sentadas a su alrededor, que usurpan y mal utilizan lo que es ser revolucionario, las instituciones que ellos representan corren el peligro de profundizar la ruptura.

Esa es mi opinión sincera desde el 27 de noviembre. El liderazgo de la revolución cubana y la dirección del país que usted representa, no debe continuar siendo representado por estas personas, porque los problemas graves de esta mañana, se van a multiplicar. Ellos no han sabido resolver para lo que están nombrados y solo han creado diferencias y abismos entre nosotros. Han utilizado los instrumentos mediáticos del Estado para calumniar, para manipular al pueblo.

Fito Páez y su mánager van a responder a esta novela rosa que algunos de estos funcionarios han pretendido dar. Si no existieran las redes sociales, si no hubieran fracasado en sus intenciones de dialogar con Fito, me hubieran criminalizado y posiblemente inventado una causa con fines más profundos. Pero esta situación y la respuesta de numerosos artistas e intelectuales, por lo menos demuestra, que estas personas no tienen un ápice de convocatoria real en el medio que dirigen.

Mis hijos no tienen miedo, son descendientes de leonas y leones. Nosotros no tenemos miedo. Pero esas personas que la rodean, ni son jóvenes, ni son revolucionarios. Y colocan a nuestro país y a nuestra cultura en situaciones cada día más insalvables. Cuando menos, son cerebros vencidos de un modelo de sociedad represiva, autoritaria y antidemocrática. Es decir, una sociedad muy poco revolucionaria.

Si los criterios en que la dirección del país se basa para nombrar como sus representantes en las instituciones culturales a estas personas que los han llevado a esta situación continúan, estarán condenando a un contrasentido sin rumbo, a la revolución que fundaron y juran defender.

Juan Pin Vilar


Lynn Cruz, en su muro en Facebook, tras participar en la reunión:

Ayer en la mañana asistimos a una reunión convocada por funcionarios del ICAIC, el gobierno y el PCC, a raíz de las demandas del gremio de cine a causa de las violaciones cometidas contra el documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar, en el Cine Charles Chaplin.

Las presiones de un gremio cansado de que año tras año se repitan las mismas acciones, condujeron a que se abriera ese espacio en apariencia “de diálogo”.

Confieso que no quería asistir, y la razón es que me sentía entre arenas movedizas, pues, dado que las posibilidades de “diálogo” con las instituciones han estado ensombrecidas por episodios represivos, y por los mismos funcionarios que encabezaban la reunión, los mismos que llevan años en el poder y han acumulado listas de personas tachadas, anuladas de la vida cultural en Cuba por razones políticas. Aquello me daba mala espina. La sensación de caer en una trampa. Muchos se sentían así. Por otra parte, por interno, antes, desde las instituciones habían enviado invitaciones selectivas. Eso generó más incertidumbre. También nuestro único sentido allí era apoyar a los cineastas de la manera que mejor podíamos, tratar de registrar a toda costa. De la misma forma en que hemos hecho nuestras películas.

Dos colegas nos llamaron y fue esa llamada la que nos determinó. Una vez más la Asamblea de Cineastas Cubanos ejerció presión para que no nos dividieran y del 9no piso los funcionarios decidieron abrir la sala del cine, imagino, para que cupiéramos todos.

Al principio, y para justificar la prohibición de que usáramos cámaras, Ramón Samada, actual presidente del Icaic, definió aquello como una reunión “de trabajo”.

Algunos emplazaron a Samada porque “al ser probable que ellos nos estuvieran grabando, lo más justo sería encender nuestras propias cámaras”.

Una reunión para discutir sobre la censura y se censura el registro óptimo de lo que aconteció, como si en vez de una sala de cine, estuviésemos en un cuarto de desahogo.

Otros nos hicimos los tontos y seguimos filmando. Poco a poco Samada con tono grave y autoritario, fue apagando cada uno de los lentes, a pesar de las oposiciones, por tratarse justamente de un gremio de cine. Que conoce el valor de un registro audiovisual.

Era como hablarle a un muro. Samada no tuvo en cuenta ningún reclamo al respecto. Parecía “una orden superior”.

Así, en esa lucha entre apagar y encender la cámara para filmar, transcurrió nuestra jornada. Hubo un momento en el que se mencionó a la Muestra de Cine Cubano que acontece ahora mismo en Madrid en Casa de América y hasta se leyeron cada uno de los nombres de los cineastas y las películas en el programa. Ese instante me interesó registrarlo visualmente. Volví a encender la cámara. Samada una vez más nos emplazó y como resultado, nosotros (Miguel Coyula y yo) lo emplazamos a él, airados, pues nos sentimos agredidos. Puede que nuestra cámara fuera la última. Así que rebelarnos era una declaración de principios.

De antemano, todo lo sucedido antes, para llegar hasta allí fue anómalo, porque no pudimos reunirnos antes como gremio, ni ponernos de acuerdo ni siquiera en eso, en quién sería el encargado del registro y ponerlo como condición.

¿Cómo en una reunión sobre violación de derechos frente a sujetos que han apoyado y apoyan la represión, vamos a entrar impedidos de encender la única arma que tenemos los cubanos, nuestras cámaras?

Como siempre que se rompe una regla hay una lucha entre liberación y conservación, me puse a pensar en el sentido de esa prohibición por tratarse de una reunión, no precisamente “de trabajo”. Para empezar, muchos de los allí presentes, estamos desempleados.

Hace menos de un mes participé en el Stockolm Internet Forum. Allí nos decían que no debíamos filmarnos entre nosotros, a menos que la otra persona lo consintiera. Había figuras relevantes del mundo de la política, el periodismo y el arte. Muchos encendimos nuestras cámaras en varias ocasiones, pero nadie nos emplazó. Éramos todos adultos.

De hecho, fue muy interesante para mí que se hablara de planes educativos que insistan en la concordancia entre el “yo virtual” y el “yo real”. Esa frase llamó mucho mi atención porque está claro que el mundo de hoy es el de la Internet. Nadie va a ir hacia atrás. No es posible.

Nunca debimos pasar por alto que lo de Fernando Rojas, viceministro de cultura, satanizando a los medios y a las cámaras desde el inicio mismo de la reunión, iba en serio. Como es en serio que a los cubanos les apagan los datos móviles durante una protesta, los persigan por mostrar la realidad a través de sus perfiles en redes sociales públicas, les clonan sus cuentas de Whatssapp, como algunos denunciaron allí. Las instituciones nos echan a un lado, como era nuestro caso, para pretender que no existimos o peor lavarse las manos en caso de represión. O se va a la cárcel por levantar un cartel en un espacio público.

Ésas son nuestras realidades.

La cámara debía registrar las repuestas que dieron los funcionarios, por ejemplo (esa parte también le correspondió a Fernando Rojas), a las violaciones legales cometidas contra La Habana de Fito. No sé si eso lo han dado o lo darán por escrito. La intervención de Rojas también provocó disgusto.

No estuvimos en la sesión de la tarde, de modo que no sé cómo terminó la jornada.

Me gustó mucho ver a personas que llevan en sí mismas la historia del cine cubano con fuerzas y ánimos para luchar. Con sentido de pertenencia. Esas personas nos dejan un legado. Todos los que demandaban sus derechos, fueron los que le dieron razón a mi presencia ayer en el Chaplin. Que si yo fuera esos funcionarios, habría renunciado a causa de los argumentos que esgrimieron los cineastas allí. Sentí vergüenza ajena.

Borrarnos la memoria ha significado también desapego con los espacios. Despierta un apetito por la destrucción. Y ese es nuestro día a día. Esos cineastas, son la prueba viviente de que existió una industria de cine con sus conflictos y contradicciones, pero existió. Lástima que hoy, entre los filmes restaurados de la década del sesenta, no aparezca Desarraigo, por ejemplo, de Fausto Canel, la primera película cubana que obtuvo un premio fuera del antiguo campo socialista y fue en San Sebastián. De nuevo, lo político, sigue pendiente en este caso. Se siguen omitiendo las películas de los cineastas que salieron de Cuba en el año 1968. ¿Si no hay reconciliación con el pasado, que se puede esperar del presente?

Hay una gran incertidumbre, justamente por la duda de si será posible o no, filmar nuevamente bajo los diseños tradicionales del ICAIC, pues, debido a la inflación y privatización, puede que ese formato desaparezca y tal como veníamos notando, ser “independiente” sea la nueva “institucionalidad del cine cubano”. En ese caso, los productores pusieron sobre la mesa el tema del derecho de autor, al parecer, entre las formulaciones del Decreto Ley 373 como apéndice al cuerpo legal del ICAIC deja sin amparo a las películas. Siendo el Icaic, aún sin tener el peso financiero en la producción, el dueño legítimo. Esto último no me quedó del todo claro, parece ser un problema no sólo con los contenidos (Dentro de la Revolución todo) sino con los derechos de autor.

Antes de salir, al mediodía, y para cerrar la primera jornada, Samada anunció un “modesto refrigerio”. No era nada modesto para los tiempos que corren, y sabiendo que esas invitaciones, casi nunca se rechazan. Sin duda, los funcionarios (a diferencia de nosotros como gremio) sí estaban preparados). Obvio, las reuniones, la retórica, son su fuerte y les es permitido reunirse a planear sus acciones sin que esto se considere un acto “contrarrevolucionario”.

Me atrevería a afirmar que, respecto al cine, los funcionarios han subido a otro nivel dentro de la transición: hacer valer “sus nuevos Decretos leyes”.

Foto de la reunión efectuada el 23 en el cine Chaplin. 
Perfil en Facebook del Ministerio de Cultura

Ulises Aquino, director de la Ópera de la Calle, quien participó en la reunión, publicó en su Facebook: 

ASAMBLEA DE CINEASTAS

Tuve el honor de que me invitaran a participar hoy 23 de junio a la Reunión de los cineastas con el Ministro de Cultura, y sus viceministros, así como la Viceprimera Ministra Inés María Chapman. La Presidencia de la Uneac, del Icaic, y de la AHS, además de otros importantes funcionarios de la Cultura.

Asistí a un encuentro y debate de un altísimo vuelo intelectual donde lo más significativo, para mí, han sido las exposiciones e intervenciones de los jóvenes cineastas, de los menos jóvenes y también de nuestros mayores.

Particularmente resalto la intervención del cineasta Jorge Fuentes, quien hizo un repaso impresionante de nuestra realidad. Emocionante exposición que me hace pensar que aún quedan reservas extraordinarias de sabiduría y de honestidad en nuestra patria.

Ciertamente los representantes del estado estuvieron también a la altura de las circunstancias.

No quiero hacer un reporte del encuentro, ni hacer énfasis en los desaciertos y momentos tensionantes, que también sucedieron.

Quiero quedarme con la satisfacción de un encuentro que reclamamos hace mucho, que demuestra que el diálogo es más que útil e imprescindible en nuestros días.

Quedarme también con la satisfacción de haber escuchado a cineastas muy jóvenes expresarse a una altura de honestidad intelectual y ciudadana que me enorgullece, que me hace pensar que quedan fuerzas brillantes para construir el futuro.


Ian Padrón, en su muro, sobre un intercambio entre Ramón Samada y Juan Vilar:

¿ENTRE JUAN PIN y SAMADA… no pasó NADA? VARIOS testimonios revelan que en la reunión de ayer, el presidente del Icaic (Ramón Samada), dejó su puesto en la mesa y fue groseramente hasta donde estaba Juan Pin Vilar, lo cual provocó la reacción airada del realizador, que de no ser por la interacción de algunos artistas presentes, podría haber llegado a un intercambio físico entre ambos. Yo creo que esto es un hecho gravísimo que lleva una respuesta pública de los presentes y que a falta de testimonios filmados o grabados, no puede quedar impune y exento de responsabilidades individuales. LA VIOLENCIA, LA CENSURA y el ABUSO DE PODER NO PRESCRIBEN. ¡NO se pueden naturalizar hechos así! Liberen la grabación y déjennos saber qué pasó y se dijo allí realmente! 

El actor Ulises Toirac en Facebook el 24 de julio:

La Censura no existe mi amor
La Censura no existe
La Censura
La..
.
Juan Carlos Baglietto


La evolución de la sociedad cubana desde 1959 ha dado giros como si faltara una pierna y siguiera tratando de andar. Lo que en un principio fue necesidad de la dictadura del proletariado, que se insiste en que ha sido rebasada con la creación del “poder popular” y el “voto democrático” (y no es paʼ menos, tendría pelos hasta en las uñas), por el contrario se anquilosó, enraizó e hizo metástasis al punto de poner en evidencia la razón misma por la que se dice haber fundado una nueva sociedad.

Y es lo que está sucediendo públicamente a raíz de la puesta en pantalla de La Habana de Fito de Juan Pin Vilar y toda la historia previa y posterior incluyendo un movimiento alrededor del cual se ha sumado una impresionante calidad y cantidad de intelectuales y artistas que rebasan el marco de la cinematografía. Y es lógico. Porque la Censura es polimorfa, polifacética, y como Dios, tiene poder de ubicuidad. En cada uno de los posibles procesos creativos imaginables en nuestro país, de una manera u otra la Censura ha hecho acto de presencia al grito de “Unidad” (que es como se disfraza el deseo real de “singularidad”, que es otra cosa bien diferente).

Y como bien apunta Juan Pin en una de sus intervenciones en el encuentro de la Asamblea, se trata de DERECHO. No sé si hay otro país en el que suceda, pero en el nuestro, las leyes y regulaciones muchas veces no buscan dar curso a la Constitución de la República, refrendando en la práctica su espíritu y su letra, sino por el contrario, muchas de estas leyes y regulaciones (decretos reales en dos palabras) limitan, restringen y hasta contradicen la “Ley de Leyes”... y es que “en buena ley” la Constitución postula muchas cosas por las que se censura de mil maneras que van desde listas “secretas” de “indeseables” en los locales e instituciones estatales (restricción de empleo de la forma más artera, sin que nadie te de la cara para decir que estás en una lista negra) hasta la prisión por disentir, pasando por el plumazo “ese documentalito no se exhibe y más ná.” Amparados en la diatriba “unidad en la compleja lucha de ideas de la actualidad” lo que se esconde realmente es una necesidad de perpetuación en el poder a cualquier precio que le ronca los verocos. Y “cualquier precio” incluye negar la propia esencia de lo que se dice defender. La “Información del Ministerio de Cultura” acerca de lo sucedido en el encuentro con artistas, cineastas e intelectuales es de una cobardía sin precedentes. Prohibir filmar el encuentro, otro acto de censura.

Junio atesora dos fechas significativas de Nelson Mandela: su condena el 12 (1964) y su muerte el 16 (1999). Mandela haló reja de verdad. 27 años. En cuartico maloliente y húmedo. Con golpes, torturas, intimidaciones y toda clase de humillaciones. Llegó a prisión además por luchar contra la certeza de que negro era lo peor que se podía ser en su país. O sea... cargaba toda la vida llena de motivos más que suficientes para abrir un lanzallamas tamaño corporativo, arrasar, y luego mantenerse en el poder hasta que no quedara cucaracha viva. Nada de eso. No solo pluralizó la sociedad, sino que terminado su mandato no se escudó en ninguna estratagema de poderoso y se jubiló. Una de las sociedades más divididas y agresivas del planeta se convirtió, gracias a la sabiduría de Mandela, en una sociedad vivible, desarrollable, PLURAL.

Y Sudáfrica no es de cañaverales y níquel, vamos a estar claros. Los intereses en sus riquezas son ultrapoderosos.

La real unidad viene del encuentro de la mejor alternativa, de la comunión de todas las voces. Como en los coros. Si malanga canta la misma nota es una porquería el coro, si cantan solo una melodía en una mierda el coro. El verdadero coro usa distintas melodías a la vez, las hace encontrarse, aqui un verso, allá otro, detrás sonidos guturales y “aaaah” u “ooohhh”... y en cada una de ellas, mientras la armonía sea más rica, mejor. Cuando las voces disímiles hacen notar su singularidad y cada una de ellas, sin ir por la misma notación, complementa a las demás, se siente lleno el oído y el alma. Hemos llegado al sinsentido de un coro en el que se escucha una sola voz. Y un eco.

También el 24, Gustavo Arcos publicó lo siguiente:

¿Y ENTONCES, PARA QUÉ HACEMOS CINE?

No podrá haber ningún cambio profundo en los reales problemas que acompañan a los cineastas cubanos, si el problema esencial no queda resuelto o se solapa bajo asuntos colaterales y ese, es el problema del ejercicio libre del pensamiento en un país que ha convertido los justos ideales revolucionarios en un dogma, en una entelequia que no puede ser impugnada.

La censura no se detendrá, aunque se conformen mil comisiones porque no es el problema particular de un individuo con poder, es una cuestión de sobrevivencia para toda una estructura empoderada cuyos procedimientos a la hora de gestionar los destinos de una nación, se ven atacados y cuestionados.

El ejercicio crítico que tanto ha molestado a los funcionarios durante décadas es consustancial al arte porque en algún momento el artista, si es verdadero, necesita romper con todos los modelos para superarlos. Mientras se entienda que ese gesto, natural a todo proceso creativo, es nocivo, todas las obras serán apartadas, prohibidas y sus autores castigados.

Gustavo Arcos

El cine cubano seguirá filmando películas críticas o amargas inspiradas en nuestra realidad porque lo que tiene que cambiar no es el artista, sino el universo que los rodea e impulsa a tratar los temas que los conmueven y afectan.

En las bases y manifiestos de todos los movimientos de vanguardia, sean estos del campo artístico o político, aparecen como principios esenciales: las rupturas con todo lo que consideran caduco, retrógrado o enquistado. Toda vanguardia lucha contra una hegemonía y al hacerlo se vuelve revolucionaria, pero tiene que estar alerta, para no olvidar sus propósitos porque de lo contrario se vuelve reaccionaria.

Hace seis décadas los cineastas independientes de Norteamérica cercanos al nuevo cine latinoamericano, suscribieron un manifiesto donde puede leerse: …estamos por el arte, pero no a expensas de la vida. No queremos filmes falsos y bonitos, los preferimos toscos y sin pulir, pero vivos. No queremos filmes rosas, los queremos del color de la sangre.

No es cuestión de si en el cine se habla bien o mal de la Revolución. Lo verdaderamente importante es, que se hable de Cuba y de su gente. Tuvimos una Revolución, pero Cuba y su destino es mucho más grande e importante que su Revolución.

Gustavo Arcos / Junio 24, 2023

Juan Antonio García en Facebook el 24 de junio:

Recuerdo que cuando escribí este texto hace más o menos cuatro años, se originaron criterios encontrados. Y eso me parece lógico, y hasta deseable. Porque la polémica y el desencuentro intelectual tiene que ser una aspiración permanente, si de veras queremos que la sociedad se desarrolle.

Yo sigo pensando que el Icaic “tiene a sus espaldas un desafío mayor, pues si bien sigue siendo un punto de referencia insoslayable en la cartografía dominante del audiovisual cubano, ya no goza del monopolio de la acción creativa”.

Como intelectuales estamos obligados a hablar del cine cubano (y de la cultura cubana) desde la complejidad. Y con el rigor que ello demanda. En lo personal, tengo bien claro que no existe el cine del ICAIC, el cine independiente, el cine de la diáspora, el cine joven o el cine pobre, sino el cuerpo audiovisual de la nación, donde confluyen todas estas imágenes en movimiento que enriquecen hasta el infinito nuestra identidad.

El Icaic y el cine cubano
Hubo un tiempo en que era imposible pensar el cine cubano más allá del Icaic. Como institución cinematográfica parecía totalizarlo todo: producción, distribución, exhibición, formación de nuevos públicos.
Su nacimiento el 24 de marzo de 1959 adquirió de inmediato un carácter marcadamente simbólico: fue la primera institución cultural creada por la Revolución encabezada por Fidel.
Pero los cineastas de entonces estaban lejos de creer que el cine que hicieran debía convertirse en mera propaganda del nuevo gobierno. Conducidos por Alfredo Guevara, y protegidos por una Ley donde en su Primer “Por Cuanto” todavía se avisa que “el cine es un arte”, se propusieron acompañar el proceso político con un conjunto de películas que respondían más a las búsquedas y experimentaciones del cine moderno, que al confort que reporta el uso de estructuras clásicas.
En uno de sus libros Foucault anota: “Lo que se encuentra al comienzo histórico de las cosas no es la identidad aún preservada de su origen, es la discordia con las otras cosas, es el disparate”. Cuando pienso en el Icaic de esos primeros días, viene a mi mente esa observación, y esta foto que alguna vez me hiciera llegar Fausto Canel, donde, entre otros, aparecen Alfredo Guevara (extremo izquierdo), Tomás Gutiérrez Alea (al centro), el propio Canel muy joven, y Guillermo Cabrera Infante, cortado por la mitad, y todavía ocupando su fugaz puesto de vicepresidente de la institución.
Una foto como esa resulta difícil de asumirla de un modo natural sesenta años después, toda vez que no responde a esa imagen del ICAIC que ahora mismo tenemos, que es la imagen de una institución estatal que, contra viento y marea, ha conseguido mantener como un sistema eso que mencionábamos al principio: producción, distribución, exhibición, formación de nuevos públicos.
Pero es evidente que en todos estas seis largas décadas la riqueza del legado que perdura se ha nutrido de la contradicción permanente, más que de una armonía artificial que solo existe en la mente de quien evoca y festeja las efemérides; como diría Giacomo Marramao, otro filósofo, “tenemos que aprender a pensar la continuidad como algo diferente de la identidad”.
El Icaic que cumple hoy sesenta años de fundado tiene a sus espaldas un desafío mayor, pues si bien sigue siendo un punto de referencia insoslayable en la cartografía dominante del audiovisual cubano, ya no goza del monopolio de la acción creativa. Por suerte, la propia institución no vive ajena a esa realidad, como puede testimoniar el auspicio de esa Muestra de Jóvenes realizadores que creara en los inicios de este nuevo siglo.
De modo que, tarde o temprano, se irá naturalizando (no con la rapidez que uno quisiera) una mirada que deja atrás la lógica excluyente de la identidad única, para reparar en lo múltiple, en lo inclusivo. No sucederá de inmediato, porque aún buena parte de la defensa del ICAIC se sostiene sobre el argumento solapado o paternalista de la carencia o inferioridad de lo otro.
Creo que el Icaic no necesita ese tipo de protección: el Icaic seguirá creciendo en la misma medida en que ayude a iluminar un entorno donde proliferan las producciones más allá de sus predios, se segmentan los públicos, se afianzan nuevas prácticas de consumo. En lo personal, no me imagino un futuro cubano donde no exista un Icaic: quiero decir, un ente rector que (más allá del nombre), ayude a establecer Políticas Públicas en función del bien común y el cine cubano en general.


El cineasta Rolando Díaz en su muro en Facebook (24 de junio de 2023):

ÉRASE UNA VEZ, UNA REUNIÓN

Los reunidos, a través de un Vocero elegido libremente exigieron al Tribuno, con gallardía inusual, que les explicara para qué EXACTAMENTE se les había citado. Argumentó el Vocero, disciplinadamente pero firme, que habían asistido en masa porque deseaban descubrir el Sentido de la Verdad.

En la Tribuna del Acto, solemne como pocas, se encontraba El Contador Supremo de Historias, rodeado de algunos de sus acólitos. El Hombre, reconocido por todos los presentes, respondió pausadamente:

—No los cité para que conozcan la VERDAD, es complicada y tiene demasiadas aristas y matices. Por ello el ENEMIGO la utiliza para confundir y MENTIR. Sólo les convoqué para preguntarles si querían escuchar el Cuento de la Buena Pipa.

Un murmullo incómodo se escuchó en la Sala hasta que el Vocero, valiente y directo UNA VEZ MÁS, pidió hablar de Censura.

—Al grano… dijeron otras voces convocadas. Y se escucharon algunos envalentonados aplausos.

El Contador Supremo de Historias esperó el silencio y respondió:

—No he venido a hablar de CENSURA. Es un término que se utiliza para separarnos y dividirnos. Escúchenme bien; Los cité SOLAMENTE, para hacerles El Cuento de la Buena Pipa.

—No más manipulaciones… gritó algún corajudo desde el público, saltándose la figura del Vocero.

Pero el Contador Supremo de Historias, sin perder la calma respondió:

—¿Quién ha hablado de MANIPULACIONES? Sólo; SÓLO les estoy pidiendo que si quieren que les haga El Cuento de la Buena Pipa.

Se escuchó entonces otra voz:

—Necesitamos RESPUESTAS!!!

Y EL Contador Supremo de Historias dijo:

-Uffff, no voy a perder la calma Compañeros, ni el profundo amor que les tengo, ese Amor que hemos construido juntos COMPAÑEROS, durante tantos años. Ustedes saben que siempre les hemos dado respuestas a sus inquietudes. Por ello, por el respeto que les profeso, reitero mi petición:

¿Quieren que les haga El Cuento de la Buena Pipa?

Desde el lunetario alguien gritó:

—Esto es buñuelesco!

Y El Contador Supremo de Historias respondió:

—Acertada afirmación. Porque las puertas de este Local están abiertas y veo que nadie quiere irse…y aunque “pueden”, veo que permanecen en sus puestos VOLUNTARIAMENTE porque se, que en el fondo, todos desean que les haga El Cuento de la Buena Pipa.

Desesperado, un asistente se puso en pie e intentó salir del lugar y al no poder conseguirlo (y miren que lo intentó) se giró enardecido hacia la Tribuna, pero no pudo pronunciar palabra. Cayó fulminado llevándose las manos al pecho. El Contador Supremo de Historias abandonó urgido la Tribuna y fue a su encuentro lo tomó en brazos y le habló al oído:

—No mueras, te amo tanto. Le dijo.

El Joven abrió los ojos casi suplicantes y pronunció un Urrrgggg inextricable.

Entonces, El Contador Supremo de Historias, sosteniéndole aun en sus brazos, mientras TODOS lo rodeaban expectantes sentenció:

—Compañero, yo no le digo que Urrrgggg…lo que le digo es que si usted y ustedes, todas y todos, dijo dirigiéndose a los demás, quieren que les haga El Cuento de la Buena Pipa.

Конец.

Rolando Díaz 
Imagen tomada de miradasdoc.com

El realizador Carlos Lechuga en Yucabyte.org el 24 de junio:

EL GLOBO, EL CINE Y LA MÁQUINA DEL TIEMPO CUBANA

Llevo años siguiendo al grupo de estudio Matías Pérez de La Habana. Sí, como lo leyeron, en Cuba hay un club de fans del aeronauta portugués, que el 29 de junio de 1856 salió volando en un globo y no volvió a aparecer jamás.

El club de fans está compuesto por doce cubanos, ocho hombres y cuatro mujeres, que rondan los sesenta años, más o menos. Se reúnen una vez al mes y comparten los recuerdos y los souvenirs que han quedado del exitoso taller de marquesinas y toldos del señor Pérez.

La vida de estas personas es envidiable: es como si las preocupaciones del día a día de la Isla en crisis no les afectaran. Como en un globo, van flotando y no caen en los temas diarios y terrenales, como el problema del alimento, el transporte, la salud o la electricidad.

Sus preocupaciones tienen que ver con el primer vuelo de Matías, y sobre todo con el segundo y final. Se fajan y se interrumpen divagando con posibles respuestas a lo que le pasó al desaparecido.

No soy nadie para juzgar, pero realmente envidio la facilidad de abstracción de esta gente, sobre todo estando en un país tan jodido. Quizá es eso lo que los salva. No sé.

Hace unos días censuraron en la Isla el documental La Habana de Fito, de Juan Vilar. Luego, sin su autorización, lo transmitieron en televisión nacional. Sin invitar a Vilar o darle derecho a réplica, unos comentaristas le dieron leña por los cuatro costados. Era una película que no le pertenecía al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) ni a la Televisión Cubana. Enseguida un grupo de creadores se pusieron las pilas y llamaron a una reunión para defender los derechos de los cineastas cubanos y para recriminar la burda censura y el robo del material (para colmo, la versión transmitida no era la definitiva).

En la reunión de los cineastas pasaron varias cosas interesantes y también pasaron cosas horrorosas. El realizador Jorge Luis Sánchez, que en el pasado ―por un tema de censura también― agredió al cineasta Ian Padrón, estaba entre el público. Cuando Ian Padrón, en videollamada, trató de hablar fue interrumpido por la Asamblea de Cineastas.

Cineastas que se oponían a la censura del documental de Juan Vilar, pero que al mismo tiempo abrazaban a un realizador violento y mandaban a callar a un cineasta cubano que ahora vive en el exterior.

Eso me causa un desconcierto tremendo: ¿Por qué unos sí podían hablar y otros no?

Más allá de las buenas intenciones de muchos de los que estaban ahí, hubo otros que mandaban, que regían y que a espaldas del grupo ya se estaban reuniendo con las autoridades; que querían que todo el diálogo se hiciera “dentro de la Revolución”.

No por gusto la reunión ocurrió en un cine estatal. ¿Por qué no se reunieron en la casa de alguien?

Afiche de la película Santa y Andrés, de Carlos Lechuga

Ojo, yo estoy lejos, afuera, pero sé de lo que hablo porque a mí mismo me pasó con mi película Santa y Andrés. Mientras me desgastaban entre reunión y reunión y yo me “portaba bien”, a espaldas de las reuniones me habían mandado a la Seguridad del Estado a vigilarme.

No se puede seguir actuando como en los 80.

Ya hoy se sabe que a muchos de los jóvenes cineastas que fueron a esta reunión los están vigilando. También se sabe que los han obligado a borrar sus chats de WhatsApp.

La sociedad civil cubana sigue cometiendo los mismos errores desde hace 60 años: 60 años que el Estado lleva censurando, encarcelando, golpeando; de lo que nadie parece percatarse, o peor, muchos se hacen los que no se percatan.

En el año 2023, con tantos presos políticos, después del 11 de julio (11J), es imposible que alguien levante la mano en una asamblea y diga las mismas cosas que en 1987. Es como si el tiempo no pasara.

“Los mismos gestos, las mismas palabras”, se dice en Memorias del subdesarrollo.

Todo el mundo busca sus mecanismos de supervivencia: los seres humanos y el resto de animales sobreviven gracias a la capacidad de adaptación. La vida en la Isla es muy dura, pero el exilio, emigrar, tampoco es fácil; no soy nadie para juzgar, pero creo realmente que hay que bajarse del globo y acabar de poner los pies en la tierra.

Una amiga acaba de regresar de la Isla. Ella vive aquí en España. Hacía seis años no iba y tenía ganas de ver a su mamá. Se sacó un pasaje de 21 días y, luego de estar tres días ahí, sentía que llevaba seis años. No tenía nada que hacer. El tiempo se extendía y el aburrimiento se la comía. Su cara envejeció. Su ánimo decayó.

Mi amiga me dijo: “El tiempo en Cuba no pasa”.

Ella quería una máquina del tiempo que la lanzara a España 20 días más adelante.

Otro amigo me dice que quiere una máquina del tiempo para volver al 2017. Me dice que en ese año con un poco de dinero se podía comprar un pollo y una cerveza en cualquier parte de la Isla.

Un jodedor con más mala leche me decía que si tuviera una máquina del tiempo se iría directo para el Birán de 1926.

A las puertas de 2024, a muchos, cientos, miles de cubanos les resulta más fácil hablar del pasado, mirar hacia atrás, volver a los cuentos del Moncada, a cómo se vivía cuando Batista, a de qué color eran las casitas Villa Jabón Candado, en vez de correr el velo y mirar al horror presente de frente.

Definitivamente Cuba es un país donde el tiempo pasa distinto. Quizá el tiempo no existe allí. Quizá es parte de un multiverso diferente, un multiverso donde los que gobiernan te oprimen y exprimen al máximo, y los afectados se mantienen haciendo lo mismo de siempre: esperar resultados diferentes.

En este multiverso diferente que es la Isla, que tiene sus propios códigos y tiempos, seguro que los dirigentes culturales empezarán a tratar bien a los creadores, y al fin, en la Ciudad Deportiva, nos podremos reunir todos para esperar el aterrizaje de Matías Pérez.

Eso viene ya.

(Disponible en Yucabyte.org)

Caricatura de Alen Lauzán que acompaña este texto en Yucabyte.


Hilda Landrove en su muro en Facebook:

La mayor operación de la política cultural del Estado cubano ha sido hacer pasar el totalitarismo por revolución. La máxima de esa política cultural ha sido la famosa frase de Fidel “dentro de la Revolución todo, fuera de la revolución nada”. Un principio explícitamente totalitario y de corte fascista que condiciona el derecho a pertenecer al país y a la cultura misma con la correspondiente exclusión de cualquiera que no comulgue con la lectura particular que el régimen otorgue a Revolución.

Desde el momento en que fue expresada en 1961, la “revolución” de esa famosa frase, en nombre de la cual se han cometido y se siguen cometiendo vejámenes interminables, es el único sujeto que tiene derecho y contra ella, ningún derecho tiene valor, ni siquiera el derecho de cualquier persona a pensar por sí misma y disentir del mundo en que vive. Y puesto que la revolución no puede hablar por sí misma, el gobierno es el vocero auto asignado para determinar qué quiere la revolución y cuáles sacrificios han de realizarse en su nombre. Es de alguna forma sorprendente que, durante décadas, lo que hoy aparece como una declaración instituyente típicamente totalitaria, incluso fascista, de la vida social, haya podido ser esgrimida como un logro, una razón de orgullo, por funcionarios que van de la grisura a la violencia y de vuelta. No por gusto la represión y la censura no son accidentes sino formas de acción estatal imprescindibles para el sostenimiento del Estado totalitario.

Hoy es todo más claro; la fachada no tiene cómo apuntalarse, pero ni así renuncian a sus amagos de diálogo, a sus simulacros de escucha, a sus pantomimas de poder empático, siempre mediadas por el secreto, la difamación, la mentira y el silencio.

Luis Manuel está preso, Maykel está preso, junto a cientos de cubanas y cubanos que se atrevieron gritar en voz alta que el espejismo no es más que una vulgar dictadura; decenas de artistas y personas de todos los sectores viven hoy en el exilio, el insilio (sic) y el destierro. ¿Cómo creen que van a ser creíbles sus simulaciones?

La “revolución” expulsó a sus hijos y dejó en ese interior pretendidamente intocable a burócratas tristes y pedantes esbirros. Todo está roto, y el simulacro no es más que una mueca macabra, todavía otra.


Diego Santana Caunedo en El Estornudo (26 de junio)

EL CINE, LOS CINEASTAS Y LOS DINOSAURIOS

El cine lo hacen los cineastas, no los funcionarios. Es el cuarto viernes de junio, son las nueve de la mañana, y la acera del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en 23 entre 10 y 12, comienza a llenarse de cineastas. Uno de los problemas del cine cubano es, sin dudas, que hace años dicha acera está más poblada de funcionarios que de cineastas.

Hay ahora, en cambio, un ambiente en que los cineastas son mayoría: los de gran obra —aquellos con el Premio Nacional de Cine y películas clásicas o de gran popularidad— conversan con quienes juntan los pesos para hacer su primer largometraje y vibra con fuerza lo que escribió Gastón Baquero para el número fundacional de la revista Encuentro de la Cultura Cubana (valdría la pena volver una y otra vez a Encuentro, cuya lucidez colectiva posee una actualidad que espanta): “Los encuentros de artistas, escritores y demás elementos ligados a la actividad cultural, ofrecen el más seguro y el mejor de los caminos”.

Dialogar ha sido siempre el mejor de los caminos, el más seguro, el más perdurable, el que se ha escogido muy pocas veces a lo largo de la Revolución cubana.

Es, en un escenario de crispación ante la censura, que funcionarios del gobierno escucharán por fin los reclamos de un gremio que se ha unido contra injusticias recientes y que ha reflotado viejos sufrimientos, interdicciones y otros malos ejercicios de la política cultural. Habrá diálogo y sucederá en la misma sala en la que hace veinte años se estrenó esa gran película que es Suite Habana, de Fernando Pérez, presente ahora en esta reunión que, nadie lo sospecha al entrar, se prolongará hasta poco más de las seis de la tarde. Una jornada de fuertes y profundas reflexiones sobre el modelo social cubano, el funcionamiento de las instituciones, las libertades de expresión y de creación, el velo ideológico que gravita sobre la cultura cubana.

   1

“Lo que está en juego es el derecho de cualquier artista a, sin mentir, expresar su punto de vista”, dijo Juan Pin Vilar, director del documental La Habana de Fito, detonante de un encuentro que, como la asamblea del 15 de junio en el cine 23 y 12, no tardó en superar ese tema específico para concentrarse en la dicotomía entre libertad y censura que mantiene en tensión al gremio.

Son mil 472 las butacas del cine Chaplin y muchas de ellas no estarían vacías si las complejas circunstancias económicas y políticas del país no hubiesen obligado a emigrar a buena parte de los jóvenes cineastas cubanos. “Nuestro cine está dañado”, dijo Fernando Pérez, y agregó, con autoridad moral, lo que debe ser la esencia de cualquier empeño artístico contemporáneo: “Nunca más el caso Padilla”.

Al frente, escuchando las verdades de un gremio que bulle, hay decisores gubernamentales de peso, cuya implicación en este asunto —más allá de la lectura de algún informe y de las mismas palabras de siempre— está por demostrar. La viceprimera ministra del país, Inés María Chapman, así como el jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, el ministro de Cultura y sus viceministros, los presidentes del ICAIC y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), escucharon al director Ernesto Daranas cuando dijo: “Lo que estamos discutiendo aquí abarca a toda la nación, y es el derecho a disentir”.

Escucharon también al director Enrique Álvarez cuando repitió, ahora frente a autoridades responsables de muchos de los asuntos por los que ahora protestan los cineastas: “Este país tiene que superar una política cultural que está basada en un principio excluyente, una política que tiene a la cultura fracturada”.

“Tendríamos que tener”, dijo también Álvarez, “al menos una sala de cine libre de censura, para ver todo lo que se ha censurado durante muchos años y todo lo que se censura ahora… Ojalá esa sala se llamara PM: sería un gesto de justicia poética”.

“Hay que hablar también de las oscuridades de la Revolución”, dijo la directora de casting Gloria María Cossío, y el clamor fue unitario: “Sí”. No hay cómo negarlo; hay censura y siempre la ha habido. También hubo aclamación tras preguntarse: “¿Hasta cuándo? ¿Cuántas reuniones y asambleas son necesarias? Nos decimos las mismas cosas una y otra vez y no pasa nada”.

“¿Quién decide lo que está dentro y lo que está fuera de la Revolución?”, preguntó el actor Luis Alberto García, y lanzó varias advertencias a las autoridades: “Ustedes existen porque existimos nosotros”; “las instituciones no deben pastorear a los artistas”; “tienen que parar de censurar”. “Todos los años hay un petate diferente con el cine”, dijo. “Yo quiero vivir en un país en el que tenga libertad como creador, en el que yo no sienta que me estoy ahogando”.

“¿Qué le hace más daño a este país? ¿La libertad de expresión, la libertad de creación, o los grandes errores de las instituciones?”, preguntó el joven productor Manuel Alejandro Rodríguez Yong. “Nosotros no somos un problema para la seguridad nacional de este país”, agregó. “Díganle a la Seguridad del Estado que nosotros no somos el enemigo”.

“No hay país que avance mientras el discurso ande por un lugar y la realidad por otro”, dijo también Rodríguez Yong. “No hay país que avance mientras ustedes anden por un lugar y nosotros por otro”“.

“La censura es muestra de ignorancia y la ignorancia no puede señorear en nuestras instituciones culturales”, dijo la directora Magda González Grau. Y concluyó así la sesión matutina de la larga reunión.

   2

“Soy hija de unos padres que me pidieron que no hablara. Me lo dicen porque tienen miedo, porque saben de la violencia institucional hacia los artistas”, dijo la productora y directora Rosa María Rodríguez. “No voy a permitir, como mujer y como obrera del cine, que me quiten el derecho a filmar en mi país las historias que yo decida”. En su voz resonó, otra vez, el imperativo que une a los cineastas presentes: “Tenemos que reconstruir el cine cubano”.

“Si toca a la puerta la intolerancia, seguiremos defendiendo nuestras películas, y lo haremos sin miedo”, dijo el veterano director Jorge Luis Sánchez. En consonancia, el documentalista Jorge Fuentes afirmó, en su larga y vehemente intervención, que “esto no puede ser un hecho extraordinario; los funcionarios deben acostumbrarse a las protestas gremiales”. “La Uneac debe parecerse menos al gobierno, menos al Partido y más a los creadores”, dijo también Fuentes.

Hubo intervenciones impactantes, libres; un oasis en medio de las pesadumbres cotidianas de esta isla. Hubo rostros anonadados de los funcionarios. Hubo muchas butacas vacías; un intento de pelea a golpes, rápidamente sofocado… Y hubo, en particular, una exigencia por parte de los cineastas: “Necesitamos que no existan represalias por lo expresado aquí”.

   3

Hacia el final de la tarde hablaron los funcionarios, y fue como si, algunos de ellos, no hubiesen escuchado nada de lo dicho hasta entonces. La misma retórica de siempre; el mismo escenario de guerra que están acostumbrados a dibujar. Entendimos entonces lo que ha pasado: mucho ruido y pocas nueces. Es justo decir, con lo anterior, que la viceprimera ministra Chapman, más allá del discurso habitual, envuelto en palabras amables, pareció una persona inteligente, capaz de enfrentarse a los problemas sin la prepotencia del resto de dirigentes que la acompañaban en la mesa. Ella se comprometió a seguir reuniéndose con el gremio, aunque los cineastas, como la nación toda, no necesitan reuniones: necesitan soluciones.

El cine y los cineastas cubanos no desaparecerán… Siempre hubo en ellos, y habrá, ideas valientes y transformadoras. Uno siente que en la jornada del 23 de junio de 2023 vibró la Cuba del futuro; no importa el viejo poder de los burócratas, sus prejuicios y sus muecas al escuchar las verdades. Buenas películas se seguirán haciendo, aun en las más difíciles circunstancias. Ya sabemos, porque lo canta Charly García, qué va a pasar con los dinosaurios.

(Disponible en El Estornudo)

Una tribuna para la paz democrática 
Antonia Eiriz



Es continuación de Caso La Habana de Fito (2)

2
También en El Camagüey:

El boletín de El Camagüey

Recibe nuestros artículos directamente en tu correo.
Subscribirse
¿No tienes cuenta? Créate una o inicia sesión.