Emilio convalece, la barba se le viste de una grama sutil, una fina corteza que es un musgo terrestre, y un signo de lo triste dejados al marcharse remota la pureza.
Ya comienza a inquietarse por todo lo que existe detrás de los murmullos de su hogar fortaleza. Ya le importa la fiebre deslumbrante que insiste en decorar su sangre e incendiar su cabeza.
Yo he visto en su escalera una sombra partiendo. Algo pide que salga, que salga y que ría porque viene el Otoño, [que] viene construyendo
con sus aires serenos, con su grave alegría, un reino que consiste en irnos descubriendo el rostro de la nieve lejano todavía.
Domingo, 4 de Octubre de 1942
Nota de Ediciones La Luz: Sin duda, Emilio Ballagas. Manuscrito regalado a Eliseo Diego, que publicamos por gentileza de su hija Fefé. El Camagüey agradece a Nayris Fernández la posibilidad de publicar este soneto. Tomado de Gastón Baquero: Como un cirio dulcemente encendido. Poesía completa. HolguÍn, Ediciones La Luz. 2015, p.424.
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Comentarios
Y. J. Hall
2 años
No me gusta la palabra "sutil" en el segundo verso. Aunque correcta la métrica, esa palabra aguda allí me rompe el ritmo en el alejandrino. Fíjense que es la única palabra aguda del poema.
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Y. J. Hall
2 añosNo me gusta la palabra "sutil" en el segundo verso. Aunque correcta la métrica, esa palabra aguda allí me rompe el ritmo en el alejandrino. Fíjense que es la única palabra aguda del poema.