Soy un hombre de 31 años. Aún no me he casado. Por supuesto, he tenido la oportunidad, pero he logrado mantenerme fuera de ese extraño pacto que establecen las leyes entre dos seres incognoscibles. Mi punto de vista, realmente, no es contrario a este acuerdo secular que ha preservado la raza a través de su evolución. Pero el amor yo lo comprendo de otro modo. Es probable que nunca llegue a casarme.
Para mí, un poema ha de vivir por su contenido y no por el poeta que lo hizo; su función terminó con el poema y por lo tanto, es independiente del poeta. El verso ha de ser interpretado y sentido como un soliloquio, o un dúo, etc., y nada más: pues esos “hipitos” de la cadencia en la voz, destruyen el contenido y sentido del poema.
Acepto todas las formas y escuelas como una parte integrante, cada una, del cosmos que es la poesía, pero combato a los remendones de estilos, propios de las voces que me son conocidas.
Mi arte es el aporte de mi existencia humana, y no hay nada más distante de mí mismo que mi propio arte.
La poesía es un modo de “deleite” y no un modo mercantil.
No estoy de acuerdo con que los versos se reciten. Creo que la poesía debe ser leída.
Mis preferidos son: Vallejo, Eliot, Rilke, Juan Ramón, y los “cinco malditos”.
La obra de arte es, el resultado de uno mismo y no el encasillamiento determinado de sonoridades y construcciones aprendidas en el Instituto.
La edición especial de Lunes de Revolución incluyó también este conjunto fotográfico.
Preguntas
Del artista y del arte:
Si se me hiciera esta pregunta, diría por separado lo que entiendo por artista y lo que entiendo por arte. Artista y arte son dos elementos completamente opuestos entre sí, vinculados únicamente por una necesidad producto de una circunstancia causal del espacio. El artista, dimana del hombre: el arte es motivado por la conciencia superior del artista, no del hombre. Ahora bien, el arte en sí no representa la visible personalidad del hombre, sino del artista, quien a su vez. desdoblado en el anhelo interior, despersonaliza su personalidad de hambre, para convertir su actitud. en arte, la que se desprende permaneciendo, distante y fija, en el espacio.
Del amor:
Si somos buenos, si somos comprensivos, si nos conmueve el ruido de la lluvia sobre la última tarde del oído, o el fulgor de la luz, resplandece en nuestra mente.
De Dios:
Si se me hiciera esta pregunta no dudaría en contestar: Yo soy Dios. Porque mi idea de Dios no puede situarlo en ningún punto determinado, ni identificado con forma alguna determinada. Si Dios habita en toda especie, forma y alma, ¿cómo determinar entonces su existencia si no es idealizándolo en todo árbol, pez, hombre, mineral o líquido? La mayor comprobación de la existencia de Dios soy yo mismo y los demás hombres; las miríadas de estrellas y soplos de vida. Por tanto, yo soy Dios mismo y Dios son todas las criaturas bajo el firmamento, compuestas de bondad y maldad, pues Dios contiene en sí mismo lo que está contenido en nosotros; repartido en iodo como un fulgor indivisible.
Tomado de Lunes de Revolución. La Habana, número 83, octubre 31, 1960, p.10. (Número a cargo de Oscar Hurtado y Virgilio Piñera.)