No así las lindas alas
Abatas, Jilguerillo
Desdeñando las galas
De su matiz sencillo.
No así guardes cerrado
Ese tu ebúrneo pico,
De dulzuras colmado,
De consonancias rico.
En tu jaula preciosa
¿Qué falta a tu recreo?
Mi mano cariñosa
Previene tu deseo:
Festón de verdes hojas
Tu reja adorna y viste.
¡Mira que ya me enojas
Con tu silencio triste!
No de ingrato presumas
Recobra tu contento,
Riza las leves plumas,
Da tus ecos al viento.
Mas no me escucha,
Que tristemente
Gira doliente
Por su prisión.
Troncha las hojas,
Pica la reja,
Luego se aleja
Con aflicción.
Ni un solo trino
Su voz exhala
Mas bate el ala
Con languidez;
Y tal parecen
Sus lindos ojos
Llorar enojos
De la viudez
Yo conozco, infelice,
Lo que tu voz suspende…
¡Tu silencio lo dice!
¡Mi corazón lo entiende!
No aspiras los olores
Del campo en que has nacido…
No encuentras tus amores…
No ves tu dulce nido.
Yo tu suerte deploro…
¡Por triste simpatía,
Cuando tu pena lloro,
Lloro también la mía!
Que triste, cual tú, vivo
Por siempre separada
De mi suelo nativo…
¡De mi Cuba adorada!
No ya, Jilguero mío,
Veré la fértil vega
Que el Tínima sombrío
Con sus cristales riega;
Ni en las tardes serenas
—tras enriscados montes—
Disipará mis penas
La voz de los sinsontes.
No harán en mis oídos
Arrullo al blando sueño
Sus arroyos queridos
Con murmullo halagüeño.
No verá el prado
Que vio otro día
La lozanía
De mi niñez,
Los tardos pasos
Que marque incierta
Mi planta yerta
Por la vejez.
Ni la campana
Dulce, sonora
Que dio la hora
De mi natal,
Sonará lenta
Y entristecida
De aquesta vida
Mi hora final.
El sol de fuego,
La hermosa luna,
Mi dulce cuna.
Mi dulce hogar…
¡Todo lo pierdo,
Desventurada!
Ya destinada
Sólo a llorar.
¡Oh pájaro! pues que iguales
Nos hacen hados impíos,
Mientras que lloro tus males,
Canta tú los llantos míos.
De tu cárcel la dureza
Se ablandará con tu lloro,
Y endulzarás mi tristeza
Con ese pico de oro.
Pero ¡qué! ¿cantar rehúsas,
Cual condenando mi anhelo,
Y aún parece que me acusas
De ser causa de tu duelo?
¿No es igual mi cruda pena
A la que te agobia impía?
¿No nos une la cadena
De una tierna simpatía?
—“No, porque en extraña tierra
”Tus cariños te han seguido
”Y allí la patria se encierra
”Do está el objeto querido.
”De una madre el dulce seno
”Recibe tu acerbo llanto,
”Y yo, de consuelo ajeno
”Solo lloro y solo canto.
”Eres libre, eres amada,
”¡Yo solitario y cautivo…,
”Preso en mi jaula dorada,
”Para divertirte vivo!
”¡Ah! no, pues, mujer ingrata,
”No te compares conmigo…
”Tu compasión me maltrata
”Y tu cariño maldigo.”
Esto me dicen tus ojos,
Esto tu silencio triste…
¡Ya comprendo tus enojos!
¡Ya, jilguero, me venciste!
Libertad y amor te falta;
¡Libertad y amor te doy!
¡Salta, pajarillo, salta,
Que no tu tirana soy!
Salida franca
Ya tienes, mira,
Goza, respira…
Libre eres ya.
Torna a tu campo,
Torna a tu nido,
Tu bien perdido
Te espera allá.
¡Mas no me olvides
Y a mi ventana
Llega mañana
Saliendo el sol!
¡Que yo te escuche
Sólo un momento,
Libre y contento,
Cantar tu amor!
Tomado de Obras literarias de la Señora doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Madrid, Carlos Bailly-Bailliere, 1869, t.I., pp.7-11.