Vivimos un auge del papel del curador en el proceso de la recepción de la obra de arte, lo que en no pocas ocasiones significa una concesión peligrosa a las exigencias del mercado o de la política y hasta de la vanidad de los curadores, que empiezan a entender su trabajo como una nueva y fácil variedad artística, por cierto de carácter vicario, o como una manera de orientar decisivamente a la creación o a los creadores por rumbos predeterminados en las perspectivas conceptuales de ese humilde intermediario que debiera ser el curador. Solamente una debilidad de la creación o de los creadores pudiera continuar alimentando ese riesgo, pero en efecto, la extraordinaria lasitud actual de la idea del arte, el relativismo estético que acarrea el individualismo y la crisis de las ideologías, y el criterio democrático que se supone extensible a la actividad artística, están facilitando una inflación del poder curatorial que amenaza a la difusión de los artistas de verdadera valía, y aumenta la confusión en el gran público y las posibilidades de éxito para la mediocridad y el oportunismo. Los curadores deberíamos ser los primeros en salvar el prestigio de esta noble actividad, comenzando por la identificación de estas mixtificaciones. El curador puede y debe hacer valer cada día más su función como parte del mecanismo social de la recepción de la obra de arte.
El curador es un servidor. No debe señalar rumbos, sino interpretar los rumbos. No debe imponerse al creador, sino, para decirlo en términos socráticos, emplear la exégesis como mayéutica: ayudar a nacer la idea del artista y acercarla al receptor en términos de un arte modesto que no desmerezca del valor del exhibido, y que lo resalte. El servicio de la interpretación y la presentación puede tener, eso sí, tales privilegios de profundidad, que alcance a ser un arte oculto, precioso, incluso misterioso, cuya valía logre trascender el ámbito creativo para participar de la dimensión ética o incluso religiosa. El crítico y el curador pueden estar de tal manera espiritualmente imbricados en la creación de sus amigos —y es el caso del poeta Apollinaire durante la primera vanguardia, por ejemplo—, que en la perspectiva histórica podamos apreciar esa labor colectiva como un discurso único en diferentes autores, revelado precisamente por la capacidad intelectual y moral del crítico y del curador. Semejante realidad es más fácil encontrarla fuera de los circuitos oficiales y comerciales, pero también es cierto que el verdadero arte no suele participar de ellos.
Amor Señor, que por Amor me obligas...
Maydelina Pérez Lezcano
Me ha tocado en suerte detectar, no inventar ni proponer, la asombrosa coincidencia de los trabajos de dos artistas con los que desde hace años mantengo relaciones de colaboración. Sin que se lo hayan propuesto ellos, y mucho menos yo, Dashel y Maydelina, que en determinado momento llegaron a compartir el mismo taller, pero que ahora laboran por separado, han decidido al mismo tiempo crear unas colecciones de miniaturas cuyo tema es el mismo: el Amor como realidad trascendente al hombre. Curiosamente yo mismo ni siquiera había advertido este paralelo, a pesar de que las miniaturas de Maydelina iluminan una serie de sonetos míos. Ha sido la insistencia de Dashel en que ambos exhibieran sus obras en la misma fecha y con mi apoyo como curador, lo que me ha permitido reflexionar sobre las coincidencia profunda y la complementariedad de estas series, que desde luego va más allá del plano puramente técnico, del hecho de que se trata de obras de pequeño formato con una intención evidente de arcaísmo e intertextualidad (la cerámica griega en Dashel, el gótico y el art nouveau en Maydelina), y de buena realización plástica; y en las que participan textos poéticos. Dashel presenta un elenco de visiones sobre el Eros, el Amor a la manera de la cultura griega, en varias de sus direcciones históricas y con la figuración de un orbe personal que se inspira en la literatura helénica clásica; Maydelina, a partir de mis sonetos pero en perfecta coherencia con su obra anterior y con la fe que ambos compartimos, se ocupa de la dimensión cristiana del amor. Como que yo mismo vengo de la cultura griega, curar la obra de estos amigos es para mí como un recuento de mi propia vida y como un providencial saldo de cuentas en el momento de mi madurez.
El proyecto pues establece la separación espacial de las exposiciones, no solo porque son realmente muy individuales, muy intensas, muy incompatibles en su propia excelencia con la excelencia del otro, sino porque el Eros y el Amor cristiano son realmente momentos y realidades distintas de la historia y del hombre. Cada uno de estos orbes tiene una organicidad y una completitud que no pueden ser mezclados sin adulterarlos; y cada sala funcionaría así como la integridad y hasta cierto punto la hermeticidad de una cultura. Pero así como el tránsito del Eros al Amor cristiano puede cumplirse en una persona cualquiera, ese ha sido el camino de la cultura occidental: ya se sabe que Grecia llevó la percepción de las latencias humanas hasta un punto en que clamaban por una superación, por una continuidad en otra dimensión más alta, y quizás no fue una casualidad que los Evangelios fueran escritos en griego y que el cristianismo asimilara real, rápida y definitivamente muchos de los más raigales conceptos helénicos, especialmente la noción del alma, un término que no estaba dentro de sus originales presupuestos hebreos. Aunque algunos teólogos actuales califican ese proceso como una desviación del mensaje cristiano original, el hecho es que seguimos guiándonos en Occidente —incluso fuera del ámbito religioso o filosófico, inculturados hasta lo indeleble—, por la idea del alma, del amor como eros o ágape, y por muchas otras orientaciones fundamentales en los arcanos del hombre, que fueron descubiertos en la Hélade.
Por eso, se impone no sólo la separación espacial de las exposiciones, sino también el enlace entre ellas, aunque no por el espacio sino por el tiempo. Respetando la secuencia histórica, esto es, el paso de la era helénica a la cristiana, la inauguración de Eróntika precederá a la de Del amor divino, en días sucesivos. Un performance las enlazará: la llama que arderá en una lámpara griega en la exposición de Dashel, prenderá la lámpara medieval que atravesará las calles de la ciudad hasta la exposición de Maydelina, y que ella recibirá solemnemente. Asimismo, en esta última exposición un texto de los Evangelios será leído en griego por Dashel, y repetido en latín y luego en castellano criollo por nosotros, como signo expreso del relevo de esos significantes culturales en la historia. Buena parte de los contenidos que aquí expreso serán dichos en mi presentación de ambas exposiciones, y subrayados por otros elementos de los performances. En la exposición de Dashel, el artista y yo conversaremos, en traducción mutua al castellano, con textos griegos clásicos en esa lengua. En la exposición de Maydelina, ese traspaso por los idiomas, del griego al latín y del latín al castellano, introducirá mi lectura de los sonetos, magistralmente iluminados por la artista. También en eso se parecen las dos exposiciones, puesto que las obras de Dashel incluyen esos textos clásicos, que leeremos, desde luego, con gracia y sin afectación. Soñamos con la posibilidad de filmar la ceremonia de encendido y traslado de las llamas, y presentarlas en la inauguración de Maydelina: dependerá de que encontremos el apoyo y los recursos necesarios[1]. La inauguración de ambas exposiciones supone una agenda más elaborada que la que aquí describo, pero no queremos prometer ahora lo que no sabemos si podremos lograr[2]. Se trata pues de un proyecto curatorial de dos alas, dotado de una simetría, un equilibrio y una unicidad casi mágicas, en las que el espacio y el tiempo, los creadores y el presentador, lo cerrado y lo abierto, el público y la ciudad son convocados para una operación superior de pensamiento y belleza.
Si hay que precisar aún unos objetivos más manejables, yo diría que en mi caso quiero compartir con todos este hallazgo maravilloso, el de las obras de unos amigos dotados de genio y de espíritu que están profundamente comunicados nada menos que con la dimensión del amor, que es como decir lo que vale en el hombre, lo que el hombre es. Magnífica lección para cualquiera, empezando por mí mismo, este ejemplo de arte en serio, tan raigal que trasciende a los creadores y hasta al posible exégeta, para que el Amor mismo nos invite a hacer y defender, con los recursos del día y por encima de las expectativas del día, el arte poderoso, el arte exigente, el arte de veras que nuestra desamorada época necesita.
San Juan de Dios, Camagüey, 24 de mayo de 2005
Eróntika, de Dashel Hernández Guirado (selección)
Eros Diáfano
Eros Elegíaco
Eros Epíforos
Eros Taúreios I
Eros Taúreios II
Tripodia órfica I
Tripodia órfica II
Tripodia órfica III
Del amor divino, de Maydelina Pérez Lezcano (selección)
Creo en Dios Padre Todopoderoso...
Creo en un solo Dios, que me confía...
Escúlpeme, Creador, en tu poder...
He nacido de Dios y nunca acabo...
Hermano Amor, que en el Amor igualas...
La alegría divina me ha creado...
Más allá de mí mismo estoy...
Texto tomado de Servicio del criterio. Colección Estudios. Ediciones Homagno, 2022, pp.380-384.
Las imágenes de las obras fueron facilitadas a El Camagüey por sus autores.
Comentarios
Ernesto Piñero
9 mesesAsistí a la inauguración de Eróntika, en San Juan de Dios, donde todo se desarrolló según el bien concebido guion que anunciaba el curador. Como amante de las artes gráficas me encantó el proceso al que mi amigo Dash sometió simples hojas de papel bond, sumergidas en té y secadas al sol, para lograr una textura y color de apariencia antigua, parecida al pergamino. Ojalá otros empeños curatoriales de tamaña envergadura, pudieran llevarse a vías de hecho.
Aurelio Márquez-Machado
9 mesesMe alegra saber que se logró y estoy seguro que con el talento conjunto de los artistas y curador, la exposición merece una visita y la atención generosa de la prensa y los ejecutivos de la cultura en la ciudad. No visito a San Juan de Dios por muchísmos años porque vivo fuera pero el lugar se ve bien cuidado y parece ser uno de esos lugares que con su encanto de calma aporta a cualquier exposición. Como artista consideraría un sueño poder exhibir en tan solariego recintoEspero ver fotos y seguir soñando.
María Antonia Borroto
9 meses@Aurelio Márquez-Machado: Sí, se hizo, en el 2005, y si la memoria no me traiciona fue en el contexto de un salón de las artes visuales Fidelio Ponce de León. Y tuvo alguna atención de la prensa. Mi nota en el periódico Adelante, donde entonces trabajaba, fue modificada. Al anunciar la exposición de Maydelina (prevista para la Iglesia de El Carmen, donde se hizo), modificaron, sin consultarme la nota: se decía que en El Carmen, sin mencionar la palabra iglesia. Fue una de las más encendidas discusiones que tuve en mis tiempos allí. También tuve otra tras haber escrito que el 8 de septiembre es un día importante para la cultura cubana... (De esa experiencia nació un cuento publicado en mi libro "El escritor y la bibliotecaria".) Volviendo a las exposiciones: se hicieron en un ambiente de mucha tensión. Y fue una experiencia formidable. Puedo suponer que los directivos en esa época del Consejo de las Artes Plásticas debieron utilizar las más diversas estrategias persuasivas para convencer y lograr la autorización, aun cuando fuera con reservas, de las autoridades de la provincia. Sin embargo, sólo al editar el texto con vistas a su publicación aquí, supe que la promotora Osleyvis Romero fue separada de su puesto de trabajo (consta en una nota del propio Almanza). En San Juan de Dios está enclavado ahora un Museo de la Medicina (no sé el nombre oficial), muy interesante y con amplia información en las vitrinas. Ya no se utiliza, según tengo entendido, para exposiciones transitorias. Cuando aún el museo no existía, el departamento que estaba a cargo de las investigaciones para su montaje, y en particular Dignoris Rodríguez, fueron muy colaborativos con El Camagüey, hasta el punto que muchas de las imágenes que se aprecian en las paredes (sobre todo las relacionadas con la inauguración del Hospital Infantil en 1952, fruto de la tenacidad de Julieta Arango) aparecieron mucho antes en este sitio web. Siento tremendo placer, cada vez que acompaño a algún amigo de paso por la ciudad, al constatar ese detalle y al sugerirles, a las propias veladoras de las salas, que se auxilien de las publicaciones de El Camagüey para ampliar sus explicaciones sobre lo allí mostrado. Textos relacionados con San Juan de Dios ya disponibles en El Camagüey: -Eduardo Nápoles: Corona fúnebre dedicada a la memoria del nuestro inolvidable Padre Olallo con algunas notas biográficas, https://bit.ly/3YwZRct -Adriana Loredo: En el día de las madres, https://bit.ly/46vwsB5 -Gustavo Sed Nieves: San Juan de Dios, monumento nacional, https://bit.ly/4doslZV
Dashel Hernández
9 mesesMuchas gracias a El Camagüey por esta publicación. Fue un honor trabajar junto a Rafael Almanza y Maydelina Pérez Lezcano en ese hermoso proyecto. Recuerdo igualmente con mucho cariño a todos cuántos nos ayudaron, en especial a Osleyvis Romero, promotora cultural del Museo San Juan de Dios en esos años. Es muy bueno saber que, a casi dos décadas, aún se recuerda Del Amor Universal.
María Antonia Borroto
9 meses@Dashel Hernández : Muchas gracias a ti, y a Maydelina y Almanza por ese espléndido momento que vivimos en el 2005, y gracias, en nombre de El Camagüey, por la posibilidad de publicar aquí tanto las imágenes y como el texto. Ando tras el documental que menciona Almanza. Aquí lo podríamos publicar. El Camagüey es un proyecto en permanente construcción.
José Manuel García Vázquez
9 mesesEste evento cultural, signado por la unión entre los artistas con el propósito de enaltecer el arte contemporáneo más cu.plido con las formas clásicas griegas y las de larga tradición occidental en la representación del amor y la palabra divinos, nos adentra en una percepción sensorial e intelectual inespert
José Manuel García Vázquez
9 mesesInesperada, debido a que la figuración no responde a lo acostumbrado en cuanto a representación moderna del cuerpo y su circunstancia. Las sucesivas escenas de Eros alcanzan un grado de capitulación tal que narran eficazmente los estados y estaciones del sujeto artístico, protagonista infaltable en la progresión del arte in extenso hasta nuestros días, concebido con tal maestría que suelen parecer mosaicos rescatados arqueologic
José Manuel García Vázquez
9 mesesarqueológicamente y los lienzos de Maydelina se perciben como pergaminos antiguos santificados, encontrados de repente en la biblioteca de un monasterio lejano y todo esto nimbado por la praxis de la fe humana, fe de los hombres, logrado con el talento de quienes en esta ciudad, aquí, poseen la facultad de una expresion estética universal primorosa, además de reinterpretadora del modelo y los valores heredados y percibidos por generaciones, por demás este proyecto se materializa en un contexto de debate entre la función y el.rol del arte, su compromiso con la época y una constante intención de reinterpretar lo bello, precisamente desacralizarlo, cuestion que nos coloca como individuos en un punto de reconocimiebn y negación r ello que ante este proyecto en que a la vez un poeta y crítico da de su sustancia a la composición y visualización de lss obras,
Jenny Hernández Carbó
9 mesesSublimes Artistas!!!...sus obras tocan de las fibras más esenciales y fundamentales del Ser y para el Ser.Gracias María A. Borroto Trujillo por este regalo que mediante .El camagüey nos haces llegar con tanta entrega y dedicación.
María Antonia Borroto
9 meses@Jenny Hernández Carbó: Y agradezcamos también a quien, medio en serio y medio en broma (más en serio que en broma), llamo el Dios Padre de este microcosmos que ya es El Camagüey. Siempre me siento en la obligación de aclarar que es en broma porque no quiero sonar (ni ser) sacrílega. Verlo a él así, verme a mí como una suerte de espíritu que anima, y ver el fruto (El Camagüey) como el hijo, ha sido una metáfora bastante exacta para estos casi cuatro años de faena. Hemos creado un pequeño universo. Y doy gracias todos los días (y lo haré siempre) por haber tenido esa posibilidad.