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El Pisto de hoy (Pisto manchego, 12 de abril de 1924)

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El Pisto de hoy (Pisto manchego, 12 de abril de 1924)

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Tenía el propósito hoy de escribir como siempre el Pisto Manchego, pero he aquí que al llegar esta mañana a la Redacción del periódico, me he encontrado con algo sencillamente desconcertante: con que no tengo un solo tema sobre el cual desenvolver mi diaria disertación. Buscar temas todos los días para hacer un artículo es algo que, contrariamente a lo que opina la mayoría, es más difícil que tomar una gaseosa de Pijuán, porque esto es una cosa que la hace cualquier mortal, a poco que se entere en el lugar en que vive, dónde venden lo bueno y dónde está lo que conviene comprar.

Escribiré sobre la situación económica del país, cuyo tesoro guarda avaramente en sus arcas veinte y siete millones de pesos, a pesar de las huelgas constantes y de las actividades poco recomendables de muchos de sus gobernantes, que, como ha dicho el coronel Despaigne, escriben con dos dedos y cogen lo que pueden con los diez.

Me parece que éste es un tema muy gastado. Ya el público debe de estar cansado de los que a diario le repiten los males que le muerden las entrañas, sin recomendar, a última hora un remedio que valga la pena. Decididamente, no escribo sobre los males de Cuba.

¿Escribiré entonces sobre la importancia que un servicio funerario bien hecho comunica al cadáver que es objeto del mismo, haciendo que sea más respetado aún por lo que bien que es conducido “al hoyo”, como sucede con los enterramientos que sirve la conocida funeraria de Varona, Gómez y Cía… que hasta hace muchos servicios de gratis sobre todo cuando el muerto es “insolvente”?

No puedo dedicarle un artículo a la funeraria, porque ello sería abusivo en relación con otros muchos industriales. ¿Qué diría al ver esa predilección el señor M. Zabalo, el de los admirables trabajos en cemento? ¿Y qué diría Barrios, el conocido sastre camagüeyano, que se sentiría preterido injustamente, ya que sus trajes en el orden “sastreril” valen lo que, desde el punto de vista fúnebre, significa un servicio de esa casa citada? Me expondría a que esos señores me tomaran un odio que no quiero merecer, sobre todo, porque eso traería sobre mí la desventaja de no ser convidado más nunca a tomar el delicioso ron de Vallvey, con el que muchos señores industriales me invitan frecuentemente. No, no escribo tampoco sobre un tema de esta naturaleza.

¿Escribiré sobre el susto que le han dado al Dr. Zayas los miembros de la Asociación del Buen Gobierno, al tratar de que se investigara de dónde ha salido la plata con que se han hecho las hermosas obras que luce la bella residencia presidencial de la Finca María, en cuyos aposentos no faltan lámparas de extraordinaria hermosura, solo comparables con las que en esta ciudad vende la Casa Mendía y en cuyas bodegas brillan con dulce fulgor los vinos admirables que paladea el labio presidencial y muchos de los cuales proceden del establecimiento El Baturro, de esta ciudad?

¿O hablaré, acaso, de la negativa presidencial a que se hurgara en sus comodidades actuales, muy alejadas, por su bien, de aquella estrechez mísera de su casita de Morro 3, en la que no tenía el flamante Strudebaker en que ahora luce su cansada anatomía a través de las calles habaneras, ni gozaba de las cómodas camas en que ahora descansa y solo comparables en Cuba con las que tiene el señor Casildo López?

No. Yo no me atrevo a hablar de estas cosas porque no tengo ganas, ciertamente, de buscarme un lío con el presidente de la República. Él me ha ofrecido protegerme a condición de que me esté callado y no soy de los que echan a rodar por tierra una fortuna después que la tienen casi en el bolsillo. No digo, pues, nada del Dr. Zayas, que aunque sea un juguete de los muchos que venden en el colosal establecimiento del Sr. Robaina en esta ciudad, he de ganarme.

¿De qué hablo pues, de qué hablo? De nada. No tengo tema. Mañana trataré de ser un poco formal. Pero lo que es hoy… ¡hoy me voy a dormir!, que tengo bastante sueño y me espera en el Hotel Habana una habitación la mar de fresca y cómoda, y en la que, después de “entrarle” a una cajita de conservas comprada en el Colmado La Palma y obsequio de un amigo mío, me dejaré caer en los brazos de Morfeo, dulcemente embriagado por el suave aroma de un cigarrillo de Calixto López.

Conque… hasta mañana

Interino
Sábado 12 de abril de 1924


Incluido en el periódico El Camagüeyano, el 12 de abril de 1924. Tomado de Nicolás Guillén: Pisto manchego. Compilación y prólogo de Manuel Villabella. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2013, t.I, pp.129-131.
Nota de El Camagüey: Entre 1924 y 1925  Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Mendía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria —tal como lo asegura en este texto— y muy ocurrente. Había sido creada por un periodista español, quien firmaba como M. Santoveña, y su nombre, el de un plato español, es una metáfora precisamente de la mezcla consustancial a su espíritu, a medio camino entre el periodismo y la publicidad.

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Comentarios
El Camagüey
3 años

Entre 1924 y 1925 el joven Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Medía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria —tal como lo asegura en este texto— y muy ocurrente. Con una prosa muy ágil, con humor e ironía, el novel periodista revela en los cientos de textos compilados por Manuel Villabella el rostro del Camagüey de esos dos años, un rostro no siempre amable, por cierto.

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María Antonia Borroto
3 años

Es imposible no evocar a Manuel Villabella al hablar de los Pistos de Guillén. Varias veces le escuché hablar del asunto en conferencias dictadas en eventos del periódico Adelante, donde coincidimos durante ocho años, los primeros de mi vida profesional. Fue el suyo un trabajo minucioso, respaldado por la editorial Ácana —en particular, Yamilet Aiello— y luego por Letras Cubanas para lograr reunir esta zona del periodismo de Guillén, de la que no se tenían otras noticias, pues el propio autor la tenía a menos. Un exhaustivo prólogo del Villa —como le seguimos diciendo quienes estuvimos cerca de él— muestra los entresijos de esos años. Tomo de allí los primeros párrafos: "Cuando en 1924, Nicolás Guillén sube las escaleras del edificio que en el callejón conocido desde el siglo XIX por Cañón o Ángel —hoy Finlay— ocupaba la Redacción y talleres del diario El Camagüeyano, comenzaba su verdadero quehacer periodístico. Llega a instancias de su director Walfredo Rodríguez Blanca que le ofrece empleo, informado de su cesantía como oficinista del Ayuntamiento de Camagüey, ejecutada por el alcalde liberal, Dr. Domingo de Para Raffo. "El hecho fue muy comentado en la ciudad —sobre todo en los corrillos políticos—: Nicolasito, el hijo mayor del exsenador y periodista Nicolás Guillén Urra, asesinado en la revuelta de La Chambelona y fundador del Partido Liberal, era echado a la calle por un correligionario. Resulta increíble y bochornoso sobre todo sabiendo que junto al hermano Panchito, Nicolás era el sostén de su casa, timoneada estoicamente por su madre, la viuda Argelia Batista Arrieta. "Guillén comienza en El Camagüeyano, el 20 de marzo. De Para había tomado posesión de la alcaldía el 24 de febrero de 1923 y es muy probable que el joven fuera suspendido de su empleo de oficinista entre los días 18 y 19, si se tiene en cuenta la información que publica el diario el jueves 20 de marzo en primera plana, columna tres, con destaque en negrita y en recuadro: Nicolás Guillén, hijo, ha sido declarado cesante en el Ayuntamiento por el delito de pensar con su cabeza. Del mismo modo y por el mismo delito, Nicolás Guillén, padre, habría sido maltratado en estos tiempos, si por la causa del liberalismo no hubiera perdido la vida. Nuestro director, señor Walfredo Rodríguez, supo este hecho estupendo anoche. Pensó en la amargura que experimentaría un joven de modestísima posición y con graves responsabilidades en el hogar y, recordando el buen afecto que tuvo al padre, de quien fue compañero tantos años, invitó al joven Guillén a trabajar en El Camagüeyano, en la casa donde no se pregunta a nadie como piensa en política, porque a diferencia de nuestros centros oficiales, en vez de perseguir el fomento del servilismo, se persigue el fomento de la eficiencia. Y desde hoy, Nicolás Guillén Jr., figura entre nuestros empleados." En un texto aparecido en La Jiribilla, Villabella explica que: "M. Santovenia, español, era un colaborador fijo del periódico que redactaba la sección Pisto-Manchego, que se caracterizaba por la inserción de anuncios comerciales (...), los que alternaban con chistes, comentarios de actualidad y en ocasiones, incluso, fragmentos de obras literarias. El resultado, insípido y desabrido. Eso era, más o menos, la sección "Pisto manchego" cuando Guillén se hizo cargo: propaganda comercial diluida en un texto que podía tratar sobre cualquier cosa, porque el tema no era lo importante. "Seguramente se preguntó Guillén lo que cualquiera en tal circunstancia: ¿Qué hacer con esto?, y aplicó una solución ingeniosa: invertir los términos. En lo adelante, el texto sería lo fundamental y los anuncios pasarían a un plano secundario, a jugar un papel como escenográfico. Así, la sección podría atraer a los lectores abordando asuntos cotidianos o no, con el sabor (o al menos el tufillo) de los costumbristas españoles y sus seguidores cubanos del XIX."

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Javier Vázquez
3 años

¡Los Pistos! ¡Gracias!

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Alma Flor Ada
3 años

Muy interesante conocer los detalles de cómo llega Guillén a escribir Los Pistos... y poder apreciar cómo consigue hacer comentarios críticos a la realidad social mientras con una sonrisa recuerda las empresas que debe anunciar... A quienes las conocimos, nos alimenta la añoranza. Yo viví en la Calle República entre San Martín y San José, en cuya esquina estaba El baturro. Jamás he olvidado sus sandwiches. Nadie de los numerosos establecimientos que venden "sandwiches" cubanos en diversas áreas de los Estados Unidos ha conseguido acercarse siquiera a los que ofrecía El baturro.

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Alma Flor Ada
3 años

Continuando los recuerdos, mi abuelo, el periodista, locutor y maestro masón Modesto Ada Barral vivía también en la calle de República, precisamente al lado de El Colmado La Palma. Confieso que mi familia no compraba allí, porque aunque su mercancía era excelente e incluía productos como el caviar que no se encontraban en otros lugares de Camagüey, los precios reflejaban la calidad de la mercancía y para mi familia hubiera sido un gasto injustificado. Un evento relacionado con este establecimiento es que fue presa de un terrible incendio que lo destruyó casi por completo.

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Alma Flor Ada
3 años

A la gaseosa Pijuan la conociamos como "pinita Pijuan" y de hecho paso a ser "pinita" por antonomasia. Si uno enia la oportunidad de refrescarse con una, bastaba que pidiera "una pinita" nadie dudaria de que se trataba. Otros nombres como el de Casildo Lopez me resultan familiares, pero no tengo detalles que aportar.

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Alma Flor Ada
3 años

En algun momento relatare mi grata experiencia al conocer a Nicolas Guillen en 1980

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María Antonia Borroto
3 años

@Alma Flor Ada ...y en El Camagüey lo publicamos, ¿verdad?

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Fernando Ibarra
3 años

Excelente artículo que define el humor y la inteligencia del joven Nicolás Guillén. Gracias por estas publicaciones, nuestra historia debe ser transmitida a las nuevas generaciones.

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Yamila Ferrá
3 años

Gracias. No conocía este texto de Guillén donde el humor y la sátira se saludan. ¿Cómo hago, desde la virtualidad, para leer todos los "Pistos"? Estaré muy agradecida si me ayuda, esta suerte oasis que es El Camagüey org.

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María Antonia Borroto
3 años

@Yamila Ferrá Hasta dónde sé, no existe una edición digital de los Pistos, y la realizada por Letras Cubanas prácticamente está agotada. Aquí los iremos publicando poco a poco.

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