Todos los días tiene uno oportunidad de aprender algo.
Hasta ayer estaba yo completamente seguro que la palabra “ibero” se escribía con i simplemente.
Todos los días tiene uno oportunidad de aprender algo.
Hasta ayer estaba yo completamente seguro que la palabra “ibero” se escribía con i simplemente.
Ha tenido que modificar, empero, mi creencia: la voz en cuestión se escribe “hibero”, con una hache más grande que la carroza Santa Marta, de la Nueva Funeraria, que en esta ciudad poseen mis amigos los señores Varona, Gómez y Cía.
Y con la particularidad de que no puede quedarme lugar a dudas, porque se trata de periodistas conscientes y documentados, maestros en el género y que no perdonan oportunidad de enseñar a sus colegas ignorantes.
¡Viva “Hiberia”, caballeros!
S. M. el Rey de España, don Alfonso XIII, tiene el propósito de venir a la América, según me entero.
Hace bien el rey demócrata. En el Nuevo Continente hay muchas cosas dignas de admirarse, sobre todo en nuestra Cubita bella.
Si acaso se le ocurre, como es de suponer, venir a la tierra de Agramonte, estimo que lo primero que don Alfonso debe hacer es visitar el establecimiento La Gran Señora para que tenga ocasión de comprobar cómo se las gastan los hermanos Boves, que vinieron de España expresamente a fundar en Camagüey el más grande establecimiento de ropa y zapatos que existe en las Antillas.
Por cierto que, según he leído, se está armando en España una escuadra para traer al rey.
¡Lo que son las cosas, caballeros! El viaje del monarca español va a tener por consecuencia un hecho verdaderamente trascendental: el aumento de la marina de guerra española, en la que ingresarán, por supuesto, todas esas nuevas unidades navales que ahora van a ser botadas al agua para que surquen el Atlántico imponente.
La única desconfianza que tengo en este particular es que la noticia anterior me la dio el mismo que hubo de empujarme lo de “hibero”.
Un individuo que, aquí en confianza, tiene para mí dos defectos capitales: que habla de todo sin saber de nada y que no se viste con el gran Barrios, el sastre de los sastres.
Sin embargo, quizás acierte por equivocación. ¡El demonio son las cosas!
Interino
Tomado de El Camagüeyano. Diario independiente. Año XXII, Número 112, Miércoles, 22 de abril de 1925. p.4.
Nota de El Camagüey: Entre 1924 y 1925 Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Mendía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria y muy ocurrente. Había sido creada por un periodista español, quien firmaba M. Santoveña, y su nombre, el de un plato español, es una metáfora precisamente de la mezcla consustancial a su espíritu, a medio camino entre el periodismo y la publicidad.