Para mi gran amigo Rosendo Romero,
Campeón de Ajedrez de las tres
provincias más cubanas.
Como es la astuta guerra por la vida;
a un tiempo emocionante y meditada,
una en ciencia y en acción variada,
así es, en tu tablero, una partida.
Letárgico poder en ti se anida,
tu fuerza de atracción no es superada,
la inquietud y el dolor, la hora pasada...
jugando al ajedrez todo se olvida.
Tus rígidas figuras nos embeben
cuando inmoladas son por el camino,
cuando marchan allá donde las lleven.
¡Símbolo el más exacto y peregrino:
que son las piezas hombres que se mueven
donde quiere la mano del destino!
Tomado de Jornadas líricas. Camagüey, Imp. Ramentol, 1940, p.47.