Para mi gran amigo Rosendo Romero,
Campeón de Ajedrez de las tres
provincias más cubanas.
Como es la astuta guerra por la vida;
a un tiempo emocionante y meditada,
una en ciencia y en acción variada,
así es, en tu tablero, una partida.
Letárgico poder en ti se anida,
tu fuerza de atracción no es superada,
la inquietud y el dolor, la hora pasada...
jugando al ajedrez todo se olvida.
Tus rígidas figuras nos embeben
cuando inmoladas son por el camino,
cuando marchan allá donde las lleven.
¡Símbolo el más exacto y peregrino:
que son las piezas hombres que se mueven
donde quiere la mano del destino!
Tomado de Jornadas líricas. Camagüey, Imp. Ramentol, 1940, p.47. Incluido en la revista Lis. Año I, Núm.1, Camagüey, 10 de enero de 1923.
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