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Ayer fue el Día de las Madres... (Pisto Manchego, 11 de mayo de 1925)

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Ayer fue el Día de las Madres... (Pisto Manchego, 11 de mayo de 1925)

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Ayer fue el Día de las Madres. La simpática fiesta americana extendida a Cuba por el inolvidable Víctor Muñoz, se ha asentado ya definitivamente en nuestro pueblo y cada año reviste mayor importancia.

En lo que respecta a Camagüey, el día de ayer coincidió con la inauguración de la estatua de la Maternidad, en el Parque Infantil, una obra de positiva belleza y, según tengo entendido, la única de esa naturaleza que hay en la República.

Todo estuvo muy bien, naturalmente, y sólo una cosa a la que voy a referirme enseguida no hubo de gustarme, como seguramente no le gustaría a nadie que, además de ser un admirador de los excelentes trajes de dril blanco que está cortando el Sr. Leoncio Barrios, sepa respetar el alto sentimiento del amor maternal. Esa cosa es la serie de frases equívocas y de alusiones de poco gusto que se hacen alrededor de la madre y de la flor, alusiones y frases impropias de las personas decentes.

Fue el propio Billiken, el festivo y culto redactor de “Arreglando el mundo”, quien, cuando se celebró en La Habana por primera vez la fiesta de las madres, bordó alrededor de un tema tan casto un asqueante rosario de frases de pésimo gusto, impropias de un periodista ilustrado, poeta por añadidura, y admirador, según me consta, de los excelentes artículos que está liquidando La Gran Señora, la conocida de los precios estrechos y de las telas anchas.

Ayer, aquí, en Camagüey, tuve oportunidad de oír yo cosas que me desagradaron profundamente y nada menos que en boca de gentes que se precian de delicadas, de finas y hasta son admiradores fervientes de la Nueva Funeraria de los señores Varona, Gómez y Cía., la mejor de toda la isla de Cuba y una de las primeras con que cuenta el continente americano.

No me gusta dármelas de moralista. Sé que cada cual hace lo que le da la gana y que yo no tengo autoridad, desde luego, para corregir a nadie. Por eso es por lo que me limito a apuntar el mal efecto que me produjo esto a que me he referido sin pedir ni querer más.

Interino
Lunes 11 de mayo de 1925


Incluido originalmente en 
El Camagüeyano, el lunes 11 de mayo de 1925.  Tomado de Nicolás Guillén: Pisto manchego. Compilación y prólogo de Manuel Villabella. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2013, t.3, pp.228-229. (Éste texto, como otras tantos, apareció en el periódico sin título propio, eso explica las cursivas en el título con que la publicamos y con que aparece en el citado volumen compilado por Manuel Villabella).
Nota de El Camagüey: Entre 1924 y 1925 Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Mendía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria y muy ocurrente. Había sido creada por un periodista español, de apellido Santovenia, y su nombre, el de un plato español, es una metáfora precisamente de la mezcla consustancial a su espíritu, a medio camino entre el periodismo y la publicidad.

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