La Procesión representa a la militante Iglesia, que atraviesa la vida pasajera de este mundo bajo el estandarte de su Divino Jefe, y alumbrada por la luz del Evangelio; por eso la Cruz es llevada a la cabeza de la procesión, y la siguen el Evangelio, y los ciriales.
Al regreso se llama tres veces a la puerta, que se abre al fin; recordándonos tal ceremonia que la entrada del cielo nos fue cerrada por el pecado del primer hombre, y que nos ha sido franqueada por J. C. que murió en la Cruz, después de tres horas de agonía.
Mirémosla entrada del Señor en Jerusalén como símbolo también de su venida a nuestra alma, por la sagrada Comunión—que todo cristiano está obligado a hacer en estas augustas solemnidades— y repitiéndonos íntimamente aquellas palabras: —“decid a la hija de Sion, he aquí tu rey que viene a ti”—, preparémonos a recibirle con palmas de triunfos, conseguidos sobre nuestras pasiones desordenadas; con ramas de olivo, emblemas de la paz que esperamos de su gracia.
Entrada de Jesús en Jersusalén
Anónimo
Bendición de las palmas
CORO. Hosanna (salud y gloria) al hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, ¡oh Rey de Israel! Hosanna en las alturas.
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
OREMOS. Oh Dios, en cuyo amor consiste la santidad: multiplica en nosotros los dones de tu inefable gracia; y pues. en la muerte de tu Hijo nos hiciste esperar la que creemos, haz que resucitando él mismo lleguemos al fin para que caminamos. EL cual contigo vive y reina un solo Dios, en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amen.
Lección del libro del Éxodo, c. 15.
En aquellos días vinieron los hijos de Israel a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmas; y se acamparon junto a las aguas. Y partiéronse de Elim, y llegó toda la muchedumbre de los hijos do Israel al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinai; a los quince días del segundo mes, después que salieron de tierra de Egipto, murmuró toda la congregación de los hijos de Israel contra Moisés y Aaron en el desierto, diciéndoles: ¡Ojalá hubiésemos muerto por mano del Señor en tierra de Egipto, cuando estábamos sobre ollas de carne, y comíamos pan en hartura! ¿Por qué causa nos sacásteis a este desierto para matarnos a todos de hambre? Y dijo el Señor a Moisés: He aquí, yo haré llover sobre vosotros panes del cielo: salga el pueblo, y recoja cada día lo necesario, para probar si anda por los caminos de mi ley, o no. Y en el día sesto aparejen lo que recogieren y sea doble de lo que solían recoger los otros días. Entonces dijeron Moisés y Aaron a todos los hijos dé Israel. A la tarde sabréis que el Señor es el que os sacó de la tierra de Egipto; y por la mañana vereis la gloria del Señor.
CORO
R. Los pontífices y los fariseos juntaron concilio, y dijeron: ¿qué hacemos? Porque este hombre obra muchos milagros. Si le dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los romanos, y se enseñorearán de nuestro país y de nuestra nación.
R. Mas uno de ellos, llamado Caifás, como era pontífice en aquel año, profetizó diciendo: Conviene a vosotros que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Así que desde aquel día resolvieron darle muerte, diciendo: y vendrán, etc.
O este otro:
R. En el monte de las Olivas oró al Padre: Padre, si es posible pase de mi este este cáliz. El espíritu ciertamente está pronto, mas la carne es flaca: hágase tu voluntad.
V. Velad, y orad, porque no entréis en tentación. El espíritu ciertamente, etc.
Munda cor mewm, y después el siguiente
Evangelio según San Mateo, 21.
En aquel tiempo habiéndose acercado Jesús a Jerusalén, llegando a Betphage, junto al monte de las Olivas, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: Id a esa aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallareis una asna atada y un pollino con ella: desatadla, y traédmelos, y si alguno os dijere algo, decid que los ha menester el Señor y luego los dejará. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta: Decid a la hija de Sion: Mira a tu rey que viene a ti, lleno de dulzura, sentado sobre una asna y un pollino, hijo de la que está sujeta al yugo. Y los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó. Y trajeron el asno y el pollino, y pusieron sobre ellos sus vestidos, e hiciéronle sentar encima. Mucha gente tendía sus vestidos en el camino, y ramas que cortaban de los árboles, y el pueblo que iba delante y detrás, clamaba diciendo: Hosanna al hijo de David: bendito el que viene en nombre del Señor.
Para bendecir los ramos.
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
OREMOS. Oh Dios, acrecienta la fe de los que en ti esperan, y oye benignamente nuestras humildes súplicas: derrama sobre nosotros la abundancia de tus misericordias: sean también bendecidos estos ramos de palmas u olivas: y así como en figura de la Iglesia bendijiste a Noé al salir del arca, y a Moisés cuando abandonó el Egipto con los hijos de Israel, así también a nosotros, para que llevando estas palmas y ramos de olivo, salgamos al encuentro a Jesucristo con buenas obras, y entremos en la eterna gloria por él, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Elevad los corazones.
R. Los tenemos elevados hacia el Señor.
V. Demos gracias a nuestro Señor Dios.
R. Digno y justo es.
Verdaderamente es digno y justo, saludable y de nuestro deber, que os demos gracias en todo tiempo y lugar, oh Señor santo, Padre omnipotente, eterno Dios, que os gloriáis en la congregación de vuestros santos. A la verdad todas vuestras criaturas os sirven, porque os reconocen por su único Dios y Hacedor; y todas vuestras obras os alaban, y vuestros santos os bendicen. Porque en alta voz confiesan a la presencia de los reyes y potestades de este siglo, el augusto nombre de vuestro unigénito Hijo. Al cual sirven los ángeles y los arcángeles, los tronos, y las dominaciones, y acompañados de toda la milicia del celestial ejército, entonan este himno a vuestra gloria, diciendo sin cesar:
CORO. Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos. Los cielos y la tierra están Henos de vuestra gloria. Hosanna en las alturas. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosana en las alturas.
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
OREMOS. Pedímoste, oh Señor santo, Padre omnipotente, eterno Dios, que te dignes bendecir y santificar estos ramos que hiciste nacer del tronco del olivo, semejantes al que llevo al arca la paloma con su pico; para que todos aquellos a quienes se distribuyeren, reciban la protección de su alma y cuerpo, y lo que es símbolo de tu gracia sea, oh Señor, remedio para nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive, etc.
OREMOS. Oh Dios que congregas lo que anda disperso, que conservas lo congregado, y que bendijiste a los pueblos que con ramos salieron a recibir a Jesús: bendice también estos ramos de palma y olivo, que reciben con fe tus siervos a gloria de tu nombre, para que en cualquier lugar donde fueren llevados, alcancen tu bendición los que en él habitan; y ahuyentada toda adversidad, defienda tu diestra a los que redimió Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, que contigo vive, etc.
OREMOS. Oh Dios, que con admirable providencia, aun por las cosas insensibles quisiste mostrar los caminos por donde nos conduces a nuestra salvación: concede, como te suplicamos, que los devotos corazones de tus fieles entiendan provechosamente los misterios que se encierran en el hecho de aquel pueblo, que alumbrado de la celestial luz, salió hoy a recibir al Redentor echando ramos de palmas y olivos debajo de sus pies. Por tanto, nosotros, conservando con entera (é este hecho y su significación, humildemente te rogamos, oh Señor santo, Padre omnipotente, eterno Dios, por el mismo Señor nuestro Jesucristo, que pues nos elegiste para miembros suyos, haciéndonos triunfar en él y por él del imperio de la muerte, merezcamos ser participantes de su gloriosa resurrección. El cual contigo vive, etc.
OREMOS. Oh Dios, que por medio de la paloma mandaste fuese anunciada la paz a la tierra con un ramo de olivo; dígnate santificar con tu celestial bendición estos ramos de olivo, y de otros árboles, a fin de que a todo tu pueblo le sirvan para salvación. Por Cristo Señor nuestro.
OREMOS. Bendice, señor, como te pedimos, estos ramos de palmas u olivos: y haz que lo que tu pueblo practica hoy exteriormente para gloria tuya, lo cumpla en lo interior con una muy encendida devoción, consiguiendo victoria del enemigo, y amando de todas veras las obras de misericordia. Por nuestro Señor etc.
El celebrante rociará tres veces los ramos con agua bendita.
Rocíame, oh Señor, con hisopo, y seré limpio; lávame y seré emblanquecido mas que la nieve.
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
OREMOS. Oh Dios, que para nuestra salvación enviaste a este mundo a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, a fin de que humillándose él a nosotros, nos hiciese volver a ti, haz que como la muchedumbre de creyentes tendía con sincera devoción sus vestidos y ramos de palmas en el camino, cuando entró en Jerusalén cumpliendo las Escrituras, así también nosotros le preparemos el camino de la fe, quitando todo tropiezo y motivo de escándalo; para que siguiendo sus pisadas florezcan ante su acatamiento las ramas espirituales de nuestras buenas obras. Por el mismo Jesucristo que contigo vive y reina, etc.
Se distribuyen en seguida los ramos.
ANTÍFONA. Los niños de los hebreos salieron a recibir al Señor con ramos de olivo en las manos, clamando y diciendo: Hosanna en las alturas.
OTRA. Los niños de los hebreos tendían en el camino sus vestidos, y clamaban diciendo: Hossanna al hijo de David: bendito el que viene en el nombre del Señor.
Estas antífonas se repetirán hasta la conclusion de la bendición de ramos.
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
OREMOS, Omnipotente y eterno Dios, que ordenaste que nuestro Señor Jesucristo, montase en un jumentillo, y que las gentes de los pueblos le extendiesen en el camino sus propios vestidos, y las ramas de los árboles, enseñándoles a cantar Hosanna en su alabanza; concédenos que podamos imitarlos en la inocencia, y ser partícipes de sus merecimientos. Por el mismo Cristo Señor nuestro.
Entrada de Jesús en Jerusalén
Scipione Compagno
Procesión
El diácono vuelto al pueblo dice: Procedamos en paz; y el coro responde: En el nombre de Cristo. Amén.
ANTÍFONA. Acercándose el Señor a Jera salen, envió a dos de sus discípulos diciendo les: Id a esa aldea que está enfrente de vosotros, y hallareis un pollino atado cerca de su madre, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traédmelo. Si alguno os preguntare, decid: El señor lo ha menester. Desatándole, pues, trajéronlo y cubriéndole con sus vestidos se sentó Jesús sobre él. Unos tendían sus ropas en el camino, y otros echaban ramas de árboles, y los que seguían clamaban: Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor; bendito el reino de nuestro padre David: Hosanna en las alturas: ten misericordia de nosotros, oh hijo de David.
OTRA. Habiendo oído el pueblo que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmas y saliéronle a recibir diciendo: “Éste es el que ha de venir para salvación del pueblo. Este es nuestro libertador y la redención de Israel. ¡Cuán grande es éste a quien salen a recibir los tronos y las dominaciones! No temas, oh hija de Sion; he aquí, tu Rey que viene a ti, como está escrito, sentado sobre un pollino. Dios te salve, oh Rey, Hacedor del mundo, que viniste a redimirnos”.
OTRA. Seis días antes de la solemne Pascua, cuando vino el Señor a la ciudad de Jerusalén, le salieron a recibir los niños, y llevaban ramos de palmas en las manos y clamaban en alta voz diciendo: Hosanna en las alturas: bendito seas tú, que viniste con la muchedumbre de tus misericordias: Hosanna en las alturas.
OTRA. Mucha gente con flores y palmas sale a recibir al Redentor, rindiendo al vencedor triunfante dignos obsequios: publican las naciones que él es Hijo de Dios: y en alabanza de Cristo resuenan voces por los aires: Hossanna en las alturas.
OTRA. Unamos nuestro obsequio al de los ángeles y los niños, cantando la gloria del triunfador de la muerte: Hosanna en las alturas.
OTRA . Una gran muchedumbre de pueblo que babia acudido a la solemnidad, del día, clamaba al Señor: Bendito el que viene en el nombre del Señor: Hosanna en las alturas.
Al volver la procesión, dos o cuatro cantores entran en la iglesia, y cerrando la puerta y vueltos de cara a la procesión, empiezan el verso Gloria, laus, y cantan los dos primeros versos. El sacerdote permaneciendo con los demás fuera de la iglesia, los repite. Luego los que están dentro cantan los versos que siguen, y los de afuera a cada dos versos responden Gloria, laus, como en el principio.
V. Gloria, alabanza y honor a ti, oh Dios y Redentor Jesucristo, a quien consagró los loores la graciosa devoción de los niños.
Tú eres Rey de Israel e Hijo esclarecido de David: bendito Rey que vienes en nombre del Señor.
R. Gloria, alabanza, etc.
En las alturas te alaban todas las celestiales jerarquías: y en la tierra el hombre mortal con todas las demás criaturas.
R. Gloria, alabanza, etc.
El pueblo hebreo te sale a recibir con palmas; y nosotros aquí nos presentamos a ti con ruegos, votos e himnos.
R. Gloria, alabanza, etc.
Aquellos te tributaban loores cuando ibas a nosotros te cantamos con dulces versos Rey inmortal.
R. Gloria, alabanza, etc.
Aquellos te agradaron: agrádete también nuestra devoción, oh Rey bueno, Rey benigno, a quien todo lo bueno agrada.
R. Gloria, alabanza, etc.
Luego que el subdiácono da un golpe a la puerta con el astil de la cruz, al instante se abre, y entra la procesión en la iglesia cantando:
R. Al entrar el Señor en la santa ciudad, los niños de los hebreos anunciando la resurrección de la vida, con ramos de palmas, clamaban: Hosanna en las alturas.
V. Habiendo oído el pueblo que venía Jesús a Jerusalén, le salieron ti recibir con ramos de palmas, y clamaban, etc.
Luego empieza la Misa, y mientras se cantan la Pasión y el Evangelio, tienen todos en las manos los ramos benditos.
Entrada de Jesús en Jersusalén
Giotto
Tomado de Devocionario nuevo y completísimo en prosa y verso, por la Sra. Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Sevilla, Imprenta y librería de D. A. Izquierdo, 1867, pp.260-272.