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Carta a los miembros del Comité Nobel de Medicina

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Carta a los miembros del Comité Nobel de Medicina

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Clarksville, Tennessee, Noviembre 27, 1905

A los miembros del Comité Nobel de Medicina
Instituto Real Carolina
Estocolmo, Suecia

Señores:

Correspondiendo a su estimada invitación de Septiembre 1905, tengo el honor de propopner al Dr. Carlos J. Finlay, de la Habana, como candidato para el Premio Nobel, Sección de Fisiología y Medicina, que se debe conceder durante el año de 1906. He opinado durante mucho tiempo que no hay nadie que tanto merezca el Premio Nobel de Medicina, como el Dr. Finlay, en reconocimiento de sus brillantes servicios a la Ciencia y a la Humanidad, al descubrir la manera de propagarse la fiebre amarilla, así como los medios de erradicar y evitar epidemias de tan tremendo flagelo. Tan atrás como el año 1881, el Doctor Finlay no sólo promulgó la teoría (hoy hecho aceptado) de la transmisión de la fiebre anarilla por el mosquito, sino que llegó hasta determinar y señalar la especie que la transmitía (Stegomys Fasciata), pudiendo ser considerado este trabajo como la labor un verdadero genio, que precedió por lo menos en dos o tres años a todos los descubrimientos relacionados con la trasmisión del paludismo por el mosquito, debidos a la virtud científica de Manson, Ross y otros.

Es más, el Dr. Finlay presentó ante el Congreso Internacional de Higiene y Demografía, en Budapest el año 1894, un trabajo en el que especifica las medidas necesarias para evitar la propagación de la fiebre amarilla por el mosquito. Estas medidas eras prácticamente las mismas que con tanto éxito fueron llevadas a cabo, en Cuba, por el Coronel Gorgas, al limpiar la ciudad de la Habana de fiebre amarilla en 1901, por lo cual obtuvo una fama mundial. La Conferencia de las Juntas de Sanidad Estatales y Provinciales de Norte América (sic), en New Haven en el 1902, rindió su tributo a esta labor del Coronel Gorgas en estas palabras: Nosotros consideramos ésto, como una de las más brillantes consecuencias de la aplicación de la Ciencia Sanitaria a la pública, que jamás hasta ahora ha sido realizada.

Yo conocí íntimamente, tanto en el orden profesional como en el personal, al Dr. Finlay y al Mayor Walter Reed, antes y después de la famosa labor de la Comisión de Fiebre Amarilla del Ejército Americano en Cuba del año 1900 al 1901.

De lo que personalmente he visto y he oído, de las circunstancias en que se realizó y de sus resultados, he llegado al convencimiento de que es justo concederle un total y absoluto crédito científico al Dr. Finlay, por su extraordinario descubrimiento de que era el mosquito el agente responsable de la trasmisión de la fiebre amarilla en la raza humana; descubrimiento que ya ha salvado millares de vidas y que está destinado a limpiar la faz de la tierra de tan terrible enfermedad.

Las publicaciones que acompaño marcadas respectivamente A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K y L detallan los más importantes trabajos y períodos de desarrollo en la labor del Dr. Finlay sobre el mosquito y la fiebre amarilla; y sus resultados tan completos están perfectamente condensados en el adjunto trabajo marcado L, por el Dr. Benjamín Lee, reconocido como una de las autoridades más eximias sobre cuestiones sanitarias en los Estados Unidos. En carta dirigida a mí, con fecha noviembre 7, de 1905, el Dr. Finlay con su habitual modestia expone en ella los principales argumentos en favor de su tesis en la siguiente forma:

  • En cuanto yo conozco, soy el primero que sugirió y llevó a la práctica el empleo de mosquitos, que previamente habían picado a un enfermo de fiebre amarilla durante los primeros cinco días de su enfermedad, como un instrumento inoculador, al hacerlo picar después a otra persona no inmune y producir un ataque experimental de fiebre amarilla. (Junio 30, 1881).
  • Desde un principio había fijado el Culex Mosquito (Robineau-Desvoidy), ahora clasificado como Stegomyia fasciata Theobald, como la especie particular de mosquito por la cual la fiebre amarilla era transmitida en Cuba y probablemente en otros lugares.
  • Cualquiera que sean las objeciones que han sido opuestas a los resultados obtenidos por mi amigo el Dr. Claudio Delgado y por mí, en nuestros experimentos, basadas en que nuestros mosquitos no habían nacido en un laboratorio, no impiden que en un caso, por lo menos, he demostrado positivamente que un ataque de fiebre amarilla fue producido ocho días después, por la picada de un mosquito (Stegomyia) infectado, en un paciente que no fue expuesto a ninguna otra fuente de infección durante los dos meses precedentes a dicha experiencia. Me refiero al caso P. U. descrito detalladamente en mi trabajo Fiebre amarilla experimental y leído ante la Sociedad de Estudios Clínicos de la Habana, en Enero de 1884, y recientemente impreso por aquella sociedad (véanse pp. 25-30 del folleto que acompaño). En este caso, considerando la posibilidad de que el mosquito antes de ser capturado, ya hubiera picado a otro enfermo de fiebre amarilla, además de las dos en que se le había permitido intencionalmente saciarse, queda siempre firme el hecho de que la única fuente de infección a que se expuso P. U., fue la picada de mi mosquito infectado.
  • Otro punto es el hecho de que la final comprobación de mi teoría de la transmisión por el mosquito obtenida en una forma tal que llevó convencimiento a toda mente imparcial, sólo fue obtenida después de la aplicación práctica en la Habana, del principio por mí recomendado en el Congreso Internacional de Higiene y Demografía de Budapest, en 1894, en mis comunicaciones a la Academia de Medicina de la Habana en 1898, y al N. Y. Medical Record en mayo 27, de 1899. Finalmente ha sido necesaria la prueba crucial a la cual ha sido sometida mi teoría durante los cuatro últimos meses desde el 5 de julio del presente año, en New Orleans y otros puntos de los Estados del Golfo de la República Norteamericana, para aclarar los últimos datos, de manera que en la Conferencia de las Repúblicas Americanas celebrada en Washington en el año 1905, los delegados de toda la América aprobaron y votaron por unanimidad una resolución aceptando plenamente la teoría de que el mosquito es el único medio natural por el cual la fiebre amarilla es transmitida.

Con sinceras gracias por el alto honor conferido a mí por su petición, soy de Vds. respetuoso servidor,

John W. Ross
Director Médico U.S.N

Carlos J. Finlay, cuyo trabajo puede ser visto como la labor un verdadero genio, que precedió por lo menos en dos o tres años a todos los descubrimientos relacionados con la trasmisión del paludismo por el mosquito, debidos a la virtud científica de Manson, Ross y otros.


Fuente: Gregorio Delgado y José A. López Espinosa: Los cubanos y los Premios Nobel. Editorial Ciencias Médicas, La Habana, 1999. 
Disponible en http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/histologia/premiosnobelcubagreg.pdf

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Comentarios
Yaniel Pérez Guerra
4 años

Me parece excelente ,uno de los grandes descubrimientos que por su trascendencia aún no ha sido superado.

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Alma Flor Ada
4 años

Gracias por reproducir esta carta. Finlay merece recibir mucho mayor reconocimiento en el mundo que el que se le ha dado.

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Lourdes Fernandez
4 años

Eminente e inigualable científico. ❤

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Romel Hijarrubia Zell
4 años

Este párrafo es desconocido para la mayoría de los cubanos, incluso personal médico: "..., , soy el primero que sugirió y llevó a la práctica el empleo de mosquitos, que previamente habían picado a un enfermo de fiebre amarilla durante los primeros cinco días de su enfermedad, como un instrumento inoculador, al hacerlo picar después a otra persona no inmune y producir un ataque experimental de fiebre amarilla. (Junio 30, 1881)". Lo que la mayoría sabíamos es que el Dr. Finlay expuso su "teoría" en 1881 en International Sanitary Conference, donde no fue bien recibida su propuesta. Un año más tarde Finlay identificó al mosquito del género Aedes como el organismo transmisor de la fiebre amarilla. Su teoría fue seguida por las recomendaciones de control en la población del mosquito y fue así como pudo controlarse la diseminación de la enfermedad". Por si fuera poco, tuvo el "atrevimiento" de experimentar con seres humanos para demostrar lo que afirmaba: "En cuanto yo conozco, soy el primero que sugirió y llevó a la práctica el empleo de mosquitos, que previamente habían picado a un enfermo de fiebre amarilla durante los primeros cinco días de su enfermedad, como un instrumento inoculador, al hacerlo picar después a otra persona no inmune y producir un ataque experimental de fiebre amarilla. (Junio 30, 1881)". No sólo teorizó, sino que aplicó experimentalmente su tesis. Por otra parte, "..., el Dr. Finlay presentó ante el Congreso Internacional de Higiene y Demografía, en Budapest el año 1894, un trabajo en el que especifica las medidas necesarias para evitar la propagación de la fiebre amarilla por el mosquito. Estas medidas eras prácticamente las mismas que con tanto éxito fueron llevadas a cabo, en Cuba, por el Coronel Gorgas, al limpiar la ciudad de la Habana de fiebre amarilla en 1901, por lo cual obtuvo una fama mundial". Debe quedar explícito que el Dr. Walter Reed NUNCA intentó restar mérito al trabajo de Finlay, aunque el merecedor de los reconocimientos públicos fue el Coronel Gorgas que limpió La Habana de sumideros y depósitos de agua, logrando el control de la fiebre amarilla basado en lo que la Comisión Médica Militar de EE.UU. había comprobado de la teoría cierta de Finlay. No es ocioso añadir que una enfermera y un médico estadounidense se brindaron como voluntarios para ser sometidos al contagio a través del mosquito muriendo. Otro médico se salvo. El ilustre camagüeyano todavía no ha visto suficientemente reconocido su aporte a la Humanidad. Algún día será. R.

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María Antonia Borroto
4 años

@Romel H. Zell Muchísimas gracias por sus observaciones. Queremos publicar también facetas de la vida y la obra de Arístides Agramonte Simoni, el hijo de Eduardo y Matilde, colaborador de Finlay, y nominado al Nobel. Y gracias a una entrevista a María Elena Molinet que preparo con vistas a su publicación, acabo de recordar que su padre, el general mambí Eugenio Molinet Amorós, oriundo de Guáimaro, también colaboró con Finlay. Poco a poco iremos redescubriendo esta historia y justipreciando estos hallazgos a los que tanto les debe la humanidad.

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Y. J. Hall
4 años

Carlos Juan Finlay ha estado en mi mente al menos desde que tenía cuatro años, pues la escuela primaria donde estudié lleva su nombre. Si mal no recuerdo, él se llamaba Juan Carlos pero se invirtió el orden. Me viene a la memoria también un serial de televisión donde Salvador Wood lo encarnaba.

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Y. J. Hall
4 años

Leyendo un poco más sobre él, descubro que su padre era escocés y su madre francesa. ¿Cómo habrán ido a dar a Camagüey?… Y ahora me viene una pregunta retórica: ¿Cuándo volverá Cuba a ser un país receptor de emigrantes? (Incluyendo a los millones de cubanos que nos fuimos y que hoy somos extranjeros en la tierra que nos vio nacer.)

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Y. J. Hall
4 años

Leyendo ahora el famoso libro de Hugh Thomas "Cuba: A History.", específicamente la parte que habla de la transición de España a Estados Unidos, me tropiezo con este fragmento (Página 268. Traducción de este servidor): "Uno de los mayores logros del gobierno militar de los Estados Unidos sigue siendo la conquista de la fiebre amarilla. Esta enfermedad había sido una aflicción crónica del imperio español, con su primera incidencia aparentemente en Yucatán en 1648. Era considerada un flagelo sin esperanza del Caribe. Se creía que era causada por la suciedad y, bajo Wood, la epidemia en Santiago había sido aplastada. En 1900 La Habana, efectivamente, había sido limpiada, pero inmediatamente una nueva epidemia surgió. Wood, médico de profesión, se dio cuenta de que esto probaba que lo que se creía del origen de la fiebre amarilla estaba errado. De hecho, Carlos Finlay, un cubano de origen escocés, había dicho antes, con excentricidad, que la fiebre era transmitida por el mosquito stegomyia. Wood nombró una comisión dirigida por el doctor Walter Reed para que investigara el asunto. Dos médicos estadounidenses, Dr. Jesse Lazear y Dr. James Carroll, se ofrecieron de voluntarios como conejillos de indias. Ambos contrajeron la enfermedad; Carroll se recuperó, Lazear murió. Al final se evidenció que una forma clave de transmisión de la enfermedad era a través de la hembra del stegomyia, que tenía que haber picado a una persona infectada durante los primeros tres días del ataque. El doctor William Crawford Gorgas, viejo amigo de Wood, viajó a La Habana con el propósito de la destrucción sistemática del mosquito. Como resultado, la fiebre amarilla, que había golpeado a La Habana cada año desde 1761, cayó de 1400 casos en 1900 a 37 en 1901 y a ninguno en 1902. No atacó más."

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María Antonia Borroto
4 años

@Y. J. Hall Muchísimas gracias por ubicar en su contexto esta carta de uno de los médicos norteamericanos, J. W. Ross, que participó en el enfrentamiento a la fiebre amarilla primero en Cuba (era el director del hospital Las Ánimas, puesto a disposición del tratamiento de esa enfermedad) y luego en Panamá, junto a Gorgas.

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Rolando Emilio Chavez Miranda
3 años

@Y. J. Hall Gracias por tan profunda investigación. Finlay es siempre venerado..También es.muy interesante el aporte de Sanidad del Ejército y Médicos Norteamericanos. Con su permiso comparto.

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Jaine Labrada Ching
2 años

Interesantes y valiosos aportes!! Muchas gracias!!

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Romel Hijarrubia Zell
4 meses

Esta es una de las pocas ocasiones que he tenido de conocer los aportes de Finlay y el de los médicos estadounidenses y su personal auxiliar. El que conserve los diez volúmenes de la Historia de Cuba publicada en el Centenario de José Martí, encontrará información imparcial, honesta, dando al Cesar lo que es del Cesar. También encontrará lo que se llamó "El Plan Varona" que fue una verdadera campaña de alfabetización con el aporte de locales, libros, maestros, etc. durante la ocupación de EE.UU. en 1,896. ¡Hay que divulgar la verdad histórica sin criterios seudo ideológicos: reconocer errores y aciertos es el deber del que escribe para otros! R.

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