Jorge Mañach conversa con el general Enrique Loynaz del Castillo.
Ojalá que estos recuerdos puedan contribuir a formar conciencia cubana y a afincar los ideales por los que ustedes lucharon y que están representados en nuestra bandera.
–Jorge Mañach
El anciano general evita lo más que puede el hablar de sí propio, cuando se ve obligado a ello lo hace con admirable sencillez, restándole siempre importancia a su propio esfuerzo (Jorge Mañach). En la imagen, junto a Dulce María, su primogénita.
Cortesía de Pável García.
Fotografía del gran tiempo viejo: el general Loynaz del Castillo de uniforme con su porte gallardísimo y sus enhiestos bigotes, según lo evocara Jorge Mañach.
Cortesía de Verónica Alemán.
...conserva una robustez y una agilidad maravillosas (Jorge Mañach). En la foto, junto a Dulce María y Pablo Álvarez de Cañas.
Cortesía de Pável García.
Otra vez junto a su hija Dulce María y Pablo Álvarez de Cañas, en el grupo también está (es la segunda de izquierda a derecha) María Luisa Gómez Mena, Condesa de Revilla de Camargo. Debemos el dato a la gentileza de Juan Carlos du Bouchet.
Cortesía de Pável García.
El original de esta foto posee el siguiente texto mecanografiado al dorso: El recuerdo es tan vivo en la palabra del Gral. Loynaz que un veterano de los presentes, sufre un shock emocional y tiene que ser atendido por el Cuerpo Médico de la Columna en Marcha. El general luce guayabera.
Cortesía de Pável García.
Si fuesemos a atenernos a sus palabras, habría que pensar que él no fue en la guerra de independencia más que un espectador emocionado, pero todos sabemos que su hoja de servicios a la libertad de Cuba es una constelación de heroísmos (Jorge Mañach).
Cortesía de Pável García.
Nada hay de jactancia o siquiera de exhibicionismo en sus evocaciones (Jorge Mañach).
Cortesía de Pável García.