Arquímedes E. Méndez y Rodríguez salió al campo de la Revolución, desde la ciudad de Camagüey, el día 6 de junio de 1895 cuando contaba quince años de edad, incorporándose a un grupo de veinticinco hombres mal armados mandado por el Marqués de Santa Lucía, que estaba acampado en la finca San Antonio de Montalván, al que se unió dos o tres días después Paco Recio, con otro pequeño contingente. Con esas fuerzas permaneció operando hasta el día 11 del mismo mes que se unieron al General en Jefe Máximo Gómez.
Después que el General Gómez tomó el pueblo de Altagracia, donde murió combatiendo heroicamente el General Paquito Borrero, acampó en el potrero América, y Méndez, que era soldado a las órdenes del Comandante Paco Pecio, fue designado para ser uno de los números de la guardia del rastro.
Una vez que el General Doctor Eugenio Sánchez Agramonte terminó de hacer la curación de los heridos habidos en la acción de Altagracia, pasó por esa guardia donde se encontraba el soldado Méndez, v al verlo sobre un árbol con la carabina al brazo, al saludarlo le preguntó si quería ir para el Estado Mayor como auxiliar suyo, teniendo en cuenta que era hijo de farmacéutico y algo pudiera saber de sanidad. El soldado Méndez aceptó la oferta y más tarde se presentó en el Cuartel General, para recibir órdenes del General Sánchez Agramonte. que lo hizo cargo de sus papeles: indicándole que su obligación era ayudarlo a curar enfermos y heridos etc., advirtiéndole, que donde viera que se sentaban todos a comer, lo hiciera él también y comiera— pues en aquella época no había más asistente que Morón, el del General en Jefe, y todos participaban de la despensa del fiel servidor del caudillo.
Al acampar al día siguiente, no se olvidó Méndez de la recomendación que le hiciera su jefe, ni fue de los últimos en sentarse donde vio que lo hacían los demás (en el suelo) comiendo hasta quedar bien satisfecho. Únicamente el General Máximo Gómez y el Marqués tomaron asiento en unos catrecitos de campaña: entre ambos jefes puso Morón una media botella, conteniendo un líquido amarilloso, del cual tomaron pequeñas cantidades; y como Méndez creyera que eso también era del menú, al acabar de almorzar echó un buen trago del líquido en un jarro y se lo bebió muy sin novedad, sin haberse fijado que dejaba medio vacía la botella.
¡Y para que hizo aquello el soldado Méndez!
El General Máximo Gómez que lo vio cuando se empinaba el jarro, lo increpó duramente, diciéndole:
—¿Quién le ha dado a Vd. permiso, jovencito, para beber licor en mi presencia, atrevido....?
Y fue de tal naturaleza el susto que se llevó Méndez con aquella filípica del viejo, que se quedó sin habla durante algunos minutos, y ese mismo día determinó dejar el Cuartel General, para continuar haciendo guardia sobre los árboles.
Tomado de Mambiserías. Episodios de la guerra de independencia. 1895-1898. Con un prólogo del teniente del Ejército Nacional Alberto Castilla del Busto, Secretario del Departamento de Dirección. La Habana, Imprenta del Ejército, 1930, pp.177-178.