La historia no es cera que se amolda a nuestras manos caprichosas,
y no cabe en obra severa fantasear sobre motivos históricos.
José Martí
I. Motivos del debate
La historia no es cera que se amolda a nuestras manos caprichosas,
y no cabe en obra severa fantasear sobre motivos históricos.
José Martí
I. Motivos del debate
En vísperas del aniversario 500 de la fundación de las siete primeras villas cubanas (2010-2015), las autoridades de esas ciudades se interesaron por tener su correspondiente fecha fundacional, a pesar de que ninguna había podido ser precisada con absoluta seguridad por historiadores y arqueólogos. La urgencia de las administraciones locales por delimitar un día para conmemorar el onomástico oficial de sus comunidades chocaba con la parsimonia metodológica de los científicos, requerida de evidencias contrastables para comprobar sus hipótesis y llegar a conclusiones válidas.
La decisión de las autoridades locales de Camagüey de asumir la fecha tradicional del 2 de febrero de 1514 para los festejos oficiales por el aniversario 490 de su ciudad en el marco de la Semana de la Cultura Camagüeyana 2004 trajo consigo un debate historiográfico cuya solución se ha postergado por intereses extracientíficos, cuando, en realidad, la necesidad de aparentar unanimidad en todo no debería tener cabida en los predios de la ciencia.
La cuestión no está en prohibir a una comunidad y sus autoridades escoger su fecha fundacional a partir de criterios culturales —La Habana, por ejemplo, celebra su aniversario no en su fundación como la quinta villa en 1514, cerca de Batabanó, sino su primera misa en su emplazamiento actual en 1519—; lo discutible es que una decisión como la de Camagüey, avalada por criterios pseudocientíficos, provoque la alteración tanto del orden fundacional de las primeras villas, demostrado por la historiografía, como su tratamiento en la historia oficial que se imparte en los diferentes centros docentes del país.
Transitando el año 520 de las fundaciones —real una, supuesta la otra— parece llegada la hora de poner las cosas en su lugar, aun cuando, pese a los insistentes reclamos de la comunidad espirituana, su filial de la UNHIC, medios de prensa y personalidades del campo cultural, no haya sido convocado ningún evento nacional sobre esta temática.
II. Historiografía de las fundaciones
La causa última del supuesto dilema de la cuarta villa es el desconocimiento y/o menosprecio de las nuevas fuentes aparecidas a finales del siglo XIX en la profusa Colección de Documentos Inéditos de la Conquista y Colonización de las Indias publicada por el Archivo de Indias. A partir de ese momento, las tesis de los historiadores anteriores debieron ser contrastadas con los nuevos materiales que ellos no pudieron emplear en sus obras, más aún cuando los más pertinentes fueron publicados por Hortensia Pichardo en el tomo 1 de su colección Documentos para la Historia de Cuba, 1971.
Aunque las actas fundacionales de las primeras villas cubanas nunca han aparecido, existen tres textos imprescindibles para arrojar luz sobre este proceso y servir de fuente primaria a los investigadores: las “Cartas de Relación del Repartidor de Indios Diego Velázquez a Su Alteza Fernando El Católico” (la del 1ro. de abril de 1514 —“el documento más interesante que se conserva sobre la conquista de Cuba”, según Pichardo— y la del 1ro. de agosto de 1515) e Historia de las Indias, de Bartolomé de las Casas[1].
Otros documentos de la época que contribuyen a revelar lo sucedido en aquellos años iniciales son: “Carta del Rey Fernando El Católico a Diego Velázquez”, del 19 de octubre de 1514, y el Memorial de los Remedios, de Fray Bartolomé de Las Casas[2].
Fernando Portuondo, en su Historia de Cuba, manual empleado en las escuelas cubanas desde 1959 hasta los años 80, sostuvo que: “La Santísima Trinidad, Sancti Spíritus y San Cristóbal (La Habana) quedaron fundadas en la primera mitad de 1514. Mientras, en el verano de 1515 fue erigida Santa María del Puerto del Príncipe, en comarca cuyos indios trataba el conquistador de apaciguar primero”.
En 1986, su esposa Hortensia Pichardo publicó un texto que devino en clásico sobre el tema: La fundación de las primeras villas de la Isla de Cuba, donde reitera a Sancti Spíritus como la cuarta. En consonancia con esa obra, la historiografía oficial más reciente, Historia de Cuba, plantea: “Entre abril y mayo de 1514, ambas expediciones habían materializado sus objetivos. Narváez fundó la villa de San Cristóbal de La Habana y, casi simultáneamente, Velázquez establecía la de Sancti Spiritus”[3].
III. Argumentos espirituanos
El análisis de la Carta de Relación del 1 de abril de 1514 de Velázquez al Rey, demuestra que la erección de las villas de Puerto Príncipe y Sancti Spíritus nunca pudo ocurrir antes de esa fecha, pues el remitente no la menciona, olvido impensable en un informe de esa naturaleza. Desgraciadamente, la Carta de Relación del 1 de agosto de 1514, donde debió hacer referencia al origen de Sancti Spíritus y San Cristóbal de La Habana, no ha sido hallada jamás. Sin embargo, en la respuesta del Rey al Adelantado (19 de octubre de 1514) ya se habla de la existencia de Sancti Spíritus y no de la de Puerto Príncipe.
En su Historia de Las Indias, Las Casas proporciona los elementos principales para conocer en qué momento se encontraba ya establecida la villa de Sancti Spíritus y se procede a fundarla:
En mi artículo: “El proceso fundacional de la villa de Santi Spiritus” concluí que el análisis de los criterios especializados sobre la fundación de la villa espirituana (Martínez-Moles, Marín García, Prieto Cápiro) con un enfoque de proceso (1514-1522) permite sostener que:
Sancti Spíritus es una de las pocas villas primeras que puede determinar con exactitud una fecha trascendental de los primeros años de su historia, momento en que debió haber ocurrido la ceremonia oficial de fundación, clímax de todo el proceso. La trascendencia histórica de aquel sermón fue tal, que este hecho solo hubiera bastado para conferirle al 4 de junio el carácter de fecha conmemorativa que Ie otorgaron las autoridades y el pueblo de esta localidad.
Al respecto la Dra. Pichardo señaló:
Aunque Sancti Spíritus fue la Villa del Tuinucú sólo por algo más de un lustro, en aquel asentamiento ocurrieron importantes acontecimientos que dejaron huella en la historia de la localidad, Cuba y América, como fueron el citado Sermón del Arrepentimiento del Padre Las Casas (1514); la partida del Capitán Francisco Fernández de Córdoba y su hueste para Tierra Firme, en un viaje que traería consigo el descubrimiento del Imperio Azteca y la llamada Rebelión de los Comuneros Espirituanos, que costó la vida al Alcalde rebelde Hernán López, muerto a puñaladas por el terrible Vasco Porcallo de Figueroa (1520), en un drama imperecedero que representó el primer conflicto entre los colonos y el poder central en la Isla.
IV. Sinrazón de los argumentos camagüeyanos
En el texto de Elisdany López, Ana González y Gretel Díaz: “Fundación de las primeras villas: ¿El huevo, la gallina, Sancti Spíritus o Camagüey?”[6] se resumen varios de los argumentos pseudocientíficos, insuficientes y contentivos de aseveraciones falsas y/o confusas, que se esgrimen sobre la supuesta fundación de la villa de Puerto Príncipe, no de un simple asentamiento, en Punta del Guincho, Nuevitas, en 1514:
Un punto de vista interesante, aunque cuestionable, fue el de la respetable y querida historiadora Elda Cento Gómez en su texto: “Acerca de la fundación de Santa María del Puerto del Príncipe”. Sus tesis principales son:
Elda se acogió al enfoque de la existencia de un proceso fundacional que muchos hemos compartido y argumentado. Para ello se remite a las pruebas de la existencia de asentamientos españoles en el territorio que podrían remontarse a 1513 según una Memoria de la segunda mitad del siglo XIX del presbítero Antonio Miró, “Refracciones y aumento en dos naves de la Iglesia Mayor de Puerto Príncipe”.
No obstante, su razonamiento acerca del texto de Las Casas Memorial de los Remedios... donde apoya que se convierta en villa un asentamiento de colonos, prueba fehacientemente que ésta no existía aún: “vuestra reverendísima señoría mande que una villa de los españoles, que estando yo allá querían hacer, que si no se ha hecho, que las hagan”.
Esos asentamientos de Punta del Guincho y Caonao —cuya ubicación tampoco ha sido localizada— podrían ser parte del proceso fundacional de Puerto Príncipe, pero no podía estar fundada la villa porque esa responsabilidad recaía únicamente en el Adelantado o un delegado expresamente designado por él para hacerlo, como fue Narváez en el caso de la sureña San Cristóbal.
Tampoco es aceptable su criterio de que si “sus moradores e historiadores se debaten entre las heredadas tradiciones y los resultados académicos. ¿No sería de mayor connotación cultural respetar aquello que tiene mayor peso en la formación de la identidad?”. Por supuesto que es una solución legítima, pero no puede confundirse tal decisión gubernamental/comunitaria con los verdaderos resultados científicos y anteponer la continuidad de la tradición local a las verdades de la historiografía basadas en fuentes primarias.
De lo que trata este dilema historiográfico no es de la fundación de cualquier asentamiento de colonos sino de VILLAS, núcleos poblacionales que solo podía acometer el Adelantado o personas por él comisionadas. El orden que se debate es el de las siete primeras villas, de lo contrario habría que añadir a esta lista otras localidades donde hubo asentamientos hispanos desde los primeros momentos de la conquista (Remedios) y aún antes (Las Tunas).
Tomado de La Joven Cuba, y publicado con el consentimiento del autor...