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Hoy es día luctuoso en la Patria: el 19 de mayo. Cuba recuerda la lúgubre tragedia que hace un año tuvo por escena esta llanura y la escarpada margen del Contramaestre engrandecidas de hermosura en el panorama espléndido que los horizontes le ofrecen, como si la naturaleza se vistiera de sus mejores atavíos para asistir al más grande de los duelos.

Sobre esta tierra que en su triste peregrinación el patriota besa, cayó el más puro y el más bueno de los hombres.

En el silencio de este día los recuerdos se multiplican. Aún revela este sitio el fragor de aquella lucha cuerpo a cuerpo en que de sangre española se tiñera el machete libertador.

La cerca echada abajo por los pechos de nuestros caballos en la carga irresistible, la casita en que una familia presa de desesperación y espanto, pasó la hora cruel del combate, y los muebles como quedaron del imponente desorden de aquel día; los árboles atravesados de balazos, todo prepara el ánimo para la tristeza que allí se conmemora.

¡José Martí!... El espíritu del excelso Redentor de Cuba, allí inspira a las almas abnegación y piadosa fe, y el ensueño de una patria generosa en que sean hermanos los hombres y vivan en el bien y en el honor. —Él nos ofrendó en este sitio su vida cuando hubo dado a la humanidad una República, un asilo a la justicia, a los cubanos patria.

A Martí le llora la América, que en él miraba su primer tribuno y más grande estadista y el más virtuoso de sus hijos. Le lloran los desvalidos que le vieron la piedad sincera. Le llora Cuba que le debe honra y existencia surgiendo a su mandato como abnegada, invencible guerra.

El cuadro de Valderrama tal como aparece en el catálogo del Salón de Bellas Artes de 1918.

El tuvo antes de morir su apostolado de mártir, mas no conoció la ira ni contra el error. Y el error le salía al camino; mas siempre le guardó respeto. 

Y ante su obra, la Revolución redentora, se convence el error, y luego ante la tumba del mártir arrepentido llora.

Vendrán los años y los siglos, y colmarse (sic) este sitio de los tributos piadosos de la posteridad: la gratitud nacional levantará sus monumentos y traerá de todas partes a los hombres silenciosos y reverentes que aman la Patria... Y verán que el maestro mártir no ha sido olvidado; que ya depositó sobre este suelo la primera ofrenda de lágrimas, el más humilde de sus discípulos.

E. Loynaz del Castillo.
Dos Ríos, 19 de mayo de 1896


Publicado originalmente en El Cubano Libre, mayo de 1896. Tomado de 
Diario de soldado. Transcripción y revisión de Hiram Dupotey Fideaux. La Habana. Centro de Información Científica y Técnica de la Universidad de La Habana, 1972, t.1, pp.424-425.

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