Trágico y doloroso el panorama que presentan las poblaciones cubanas al transeúnte que usando las distintas líneas de transporte recorren uno y otro pueblo de la isla, y que se ve agobiado por las legiones de hombres, mujeres y niños, que en caravanas de hambrientos y desnudos reclaman la caridad pública, haciendo si se quiere, y sin que ello se pueda calificar como de inhumanidad, imposible la vida de los que en el desenvolvimiento de la actividad diaria, desarrollan tales actividades. No hay pueblo de la isla que no presente esas legiones de elementos en situación desesperante y trágica que en los rudos dolores de sus débiles estómagos, pestilentes y llenos de harapos, reclaman la ayuda del centavo o el pedazo de pan del que en un hotel satisface sus necesidades y deseos. El panorama es ciertamente doloroso y cada día que pasa en que se van limitando más y más los medios del trabajo honrado de cada día, aumentan las legiones de mendigantes, sin que a ese pavoroso problema se le busque solución por los hombres, responsables del gobierno; que ya es hora que abandonen los politiquismos y las ambiciones, las luchas intestinas, para atender la solución de estos males que son ciertamente denigrantes para nuestra historia y que deben de ser eliminados de una manera radical.
Desde épocas del gobierno de Machado y obligado por las circunstancias difíciles económicas porque se destacó aquella época, se viene en Cuba descontando a los empleados de sus haberes y a los contratistas en la hora de recibir el pago de sus cuentas, determinada cantidad que se destinaban al llamado Fondo de Indigentes, que en aquella ocasión, en aquellos días negros en que vivíamos, y donde surgieron las legiones de los indigentes mendigantes, sostenían las Cocinas Económicas donde resolvían las necesidades alimenticias de cada día, y en estos últimos años, en que la situación crítica del país ha ido engendrando cientos de cientos de nuevos desempleados y prodigando el auge de los barrios de “Llega y Pon” en nuestras poblaciones, y sin que se sepan los lugares donde se destinan esos fondos, ni quienes se benefician; el llamado Fondo de Indigentes recibe importantes cantidades sin que se dé ninguna de las atenciones que en aquella situación se ofrecían. ¿Es justo acaso, que para bochorno de nuestros pueblos las caravanas de indigentes mendigantes asolen el transeúnte de café en café y de ómnibus en ómnibus solicitando el centavo o el pedazo de pan en condiciones deplorables, cuando se hacen esos descuentos a los empleados precisamente para atender esas necesidades de los que sufren los rigores del destino...? ¿A dónde van a parar esos dineros que en cifras alarmantes se recaudan para la atención de los indigentes... que para tragedia pública éstos aumentan cada día, sin que el Gobierno se entregue a la solución de estos problemas?
Es necesario —porque ya es hora de detener la marcha acelerada que llevan esos ejércitos de mendigantes de la calle— que el Gobierno inicie las gestiones de su recogida y los lleve a lugares de asilo, donde se atiendan sus necesidades con cargo al Fondo existente; que no puede ser que siga constituyendo un mero adorno, pagado por el pueblo... sabe Dios para que beneficiados de la época presente. ¿Si hay un Fondo de Indigentes y el mismo tiene poderosas fuentes de ingresos, suficientes para dar una atención humana a las legiones de infelices que pululan por nuestras calles en busca del pan o del kilo con que calmar sus débiles y enfermos estómagos, por qué el Gobierno no atiende como es debido a esos desheredados del destino? ¿Es humano acaso que se estén escribiendo en la historia del momento, las negras y dolorosas páginas de esos cuadros desastrosos que no propician nada más que descrédito para nuestro Gobierno y nuestros pueblos a ojos de los extraños, cuando existen medios con que reparar esos males, y sólo hace falta la buena fe y el deseo de poner término a tales hechos?
Por otra parte, es necesario que el Gobierno atienda como es debido las necesidades de nuestros pueblos, propiciando la realización de obras urgentes en las que puedan encontrar trabajo centenares de padres de familia que hoy carecen de él, que se propicie le consolidación de nuestra economía con el buen manejo de la cosa pública, para así alentar en una era de progreso el bienestar y mejoramiento popular con el surgimiento de nuevas industrias y centros de labor, donde puedan ganar el pan de sus hijos, tantos millares de padres de familia que hoy se acuestan sin haber comido.
No es posible que sigamos en el desenfreno de las luchas partidaristas, en las pasiones personales y en el ambiente viciado del desmanejo y la indiferencia, porque esos planos son precisamente los que hacen aumentar de manera notable las caravanas de hombres sin trabajo que luego descienden al plano de indigentes.
El Gobierno tiene que comenzar a dar aplicación a los millares de pesos que se recaudan mensualmente para la atención de los indigentes, porque no hacerlo, no constituye otra cosa que un delito popular, que nuestra historia recoge y que no se justifica en su sucesión, cuando esos fondos no deben de tener más fines que, precisamente, los que obligaron su creación: o sea la atención de los necesitados, suministrándoles los medios donde buscar los alimentos de cada día.
Inicie el Gobierno una cruzada contra esa indigencia pestilente y mugrienta que asola nuestros comercios, industrias, centros de esparcimientos y estaciones de empresas de transporte, causando perjuicios a los negocios de cada entidad, porque es ciertamente doloroso y más aún bochornoso, las escenas que se tienen que observar en cada oportunidad, en que se presentan esos desfiles de indigentes mendigantes a ojos de propios y extraños. Yo reclamo de los hombres del Gobierno la inversión de los descuentos que se hacen para el Fondo de Indigentes; en medios de atención de esos millares de ciudadanos desdichados del destino que pululan por nuestras calles buscando la caridad pública, y que en más de una ocasión, se acuestan sin haber comido.
¿Qué se hace el dinero del Fondo de Indigentes? ¿Dónde se emplean esos millares de pesos que se recaudan para la atención del necesitado? Esas dos interrogaciones tiene el Gobierno que despejarlas ante el pueblo de una manera urgente, y en la realización de verdaderas obras de atención al que sufre los embates de la vida.
Julio 1941
Tomado de Tropeles de rebeldía. Selección de editoriales radiados en el diario aéreo La voz del pueblo. Primera Edición, Camagüey, (s.e.), 1942, pp.9-11.