El ambiente nacional cada vez se hace más y más difícil, y el estado de ánimo en las clases vivas va alterándose a cada momento, porque responsabilidad de ello tienen los hombres que están en los actuales momentos en los destinos oficiales, que relegan al plano de indiferencia criminal los problemas del momento, en los que se debe actuar con mano enérgica y firme. No es posible en manera alguna que problemas de verdadera transcendencia y significación, como lo es el de la subsistencia nacional, se mantenga en ignorancia a la necesidad de actuación firme que dé por resultado, funesto futuro a nuestro pueblo, en estos momentos de situación bélica, en la que todo el interés parece consumarse por los señores del Gobierno en la cuestión de preparación militar, etc.
El problema nacional es tan grave y tan crítico, como la amenaza de la guerra sobre nuestro panorama. Hay que emprender ahora la lucha por detener la acción de esos elementos enemigos de la tranquilidad personal de cada hogar, y que no son otros más que los agiotistas, los especuladores de oficio, los que encarecen por las nubes sin justificación, viendo oportunidad de enriquecimientos en los artículos de primera necesidad, que juegan papel importante en la actual situación.
Un problema nacional de grave significación, que si no se toman las cuentas oportunas; sino se procede como los hechos aconsejan; sino se toman las rutas necesarias mirando el porvenir, ha de traer lamentables consecuencias al pueblo cubano, es el de la carestía de los artículos del transporte motorizado. El anuncio de no suministros por la nación productora de Estados Unidos, etc., han sido lo suficiente para el encarecimiento injustificado de lo que a un precio mezquino se había antes obtenido.
El pueblo cubano por la dejación criminal que en este problema de la subsistencia nacional se viene demostrando, está siendo explotado, está siendo indebidamente esquilmado por los elementos que aprovechan esa situación improcedente del Gobierno, para apretar sus arcas del oro que sacan de las entrañas de nuestras clases populares.
¿Cómo es posible que se abandonen los problemas interiores, y se vea solamente la significación de la guerra en la preparación y las medidas militares? ¿Cómo es posible que el Gobierno dé la indiferencia, que se convierte en hecho criminal, a las circunstancias que flotan en el ambiente de alteraciones en los precios de los artículos de primera necesidad, etc., etc....? Ya las cosas van tomando un grado de extraordinaria significación; ya estamos llegando a momentos que pueden ser decisivos en la vida nacional, porque nuestro pueblo no puede soportar en manera alguna que por dejación, por inconsciencia o porque no se quiere cumplir el deber de protegerle, se dejen a la ventura las grandes cuestiones nacionales.
El Gobierno, si reconoce la necesidad de emergencia al país para dictar medidas y disposiciones en distintos aspectos, tiene que reconocerla, en bien del propio pueblo, para dictar medidas de seguridad económica, que deben ser severas y urgentes, porque no es posible ya dedicar el tiempo a formulismo y hechos de medias tintas.
Si hay un Ministerio que cuesta al pueblo millares de pesos anuales y su misión se relaciona con el problema precisamente de los precios, etc., el Gobierno debe exigir esas responsabilidades al Ministro indiferente, que permite el estado alarmante de cosas, que de continuar por más tiempo, harán imposible la vida en nuestro país por falta de protección interior.
El Ministerio de Comercio tiene que actuar. Es hora de que se dé la sensación de protección y actuación en pro de nuestro pueblo, es hora ya de que se labore en la forma que exigen las circunstancias, para dar a nuestro pueblo la íntima seguridad de que se vigila su futuro y que no está solo en esta hora de incertidumbre y de tragedia. Mirando el futuro, mirando el problema económico del país, hay que detener el escándalo que amenaza la paralización de la industria del transporte motorizado, porque de llegarse a registrar tal cosa, llevará aparejado miseria y desolación a centenares de hogares, que en la actualidad dependen de ese sector de nuestra vida nacional. ¿Qué espera el Gobierno para actuar en este orden de cosas...? Nuestro pueblo no puede seguir soportando con brazos cruzados que cuestiones tan primordiales y de significación se releguen a un plano de indiferencia y de abandono. Nuestro pueblo no puede en forma alguna soportar que se le condene por indiferencia al caos y la privación.
Es necesario que salgan los hombres del Gobierno de su plano de dejación criminal en estos problemas nacionales, que amenazan crear grave situación interior en no muy lejanos meses, si sigue el indiferentismo hasta ahora mantenido.
Salgan los hombres del Gobierno de sus planos de personalismos y de indiferencias, y enfoquen los grandes problemas del momento que requiere la emergencia de la situación. Salgan, que la hora no es de inactividad, que caro puede costar a nuestra patria. Resuélvase de manera urgente el problema del control de nuestras cuestiones de subsistencia nacional.
Enero 1942
Tomado de Tropeles de rebeldía. Selección de editoriales radiados en el diario aéreo La voz del pueblo. Primera Edición, Camagüey, (s.e.), 1942, pp.37-39.