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¿Qué hace nuestro pueblo?

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¿Qué hace nuestro pueblo?

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Un refrán más que se justifica en el argot de nuestras realidades, es ése que se refiere a “Que los pueblos tienen lo que se merecen” o el de: “De nuestros grandes males, somos nosotros los responsables”. Y no puede decirse lo contrario en los casos concretos de los problemas nacionales, que en la actualidad afectan a la nación y que no se resuelven porque no hay empeños en los hombres del Gobierno por servir y atender a los problemas del pueblo, en la cumplimentación de sus jornadas y de sus deberes en el manejo de los departamentos del estado, en los que descansa la suerte o la tragedia de nuestro porvenir.

Estamos en la actualidad atravesando problemas de significación y de transcendencia extraordinaria en el orden de la vida, en los hechos que se suceden en los principales ministerios del Gobierno, y de manera básica, en el caso concreto del Ministerio de Comercio, departamento que no es otra cosa más que un centro de inutilidad pública, porque nulos o ninguno los beneficios que rinden a las clases colectivas, a las que por el contrario de proteger como es debido, se condenan a la indiferencia y al abandono sin importar en lo absoluto los problemas que se confrontan.

Estamos —y mucho se ha hablado de ello—, ante el alza criminal y escandalosa de los principales artículos de primera necesidad; ante la especulación cruel y sanguinaria de los sedientos de oro, de los que deleitan sus sueños de apretar las arcas con el dinero sacado de las entrañas populares, abriendo en manera extraordinaria e incontenible, sus tentáculos opresores, para ahogar en la necesidad por la explotación, a los que luchan y sufren los sinsabores de la vida de hoy, llena de injusticias y desasosiegos.

Todos los artículos han subido de una manera alarmante, propiciando fabulosas utilidades a los agiotistas. Todo está por las nubes, propiciando un 150 y hasta el 200 por ciento de utilidad, sin que pese a todas las declaraciones oficiales, a las listas de precios que como burla popular se ordenan, sin que pese a cuanto se ha prometido en este aspecto se haya hecho nada absolutamente, por poner coto a tales desmanes, que en otros países se castigan severamente por los tribunales de justicia con días de reclusión, a los engreídos en sus posiciones adineradas, en las que se creen facultados para explotar a sus antojos, a los humildes y a los laboriosos trabajadores.

La situación económica de Cuba sería en los actuales momentos otra, si los gobernantes cubanos, el Presidente Batista y su inútil Consejo de Ministros pusieran sus ojos y empeños en enfocar los problemas que afectan a las clases colectivas, pero lo que ocurre es que a las miras personalísimas de los señores del momento, se sacrifican y condenan a funestos continuismos los legítimos derechos y necesidades populares, y a ello se debe el auge escandaloso de los trust que explotan al trabajador y al consumidor, al invasionismo de las alzas incontenibles de todos los artículos, que no entrañan otra cosa más que privación y hambre en los hogares humildes.

Pero... ¿Qué hace el pueblo ante estos estados alarmantes de cosas...? ¿Qué hace nuestro pueblo ante tantos hechos escandalosos...? Nada absolutamente. Resiste cual dócil esclavo, las punzonadas sangrantes de tantas y tantas cosas, se comenta y se critica solamente en la sombra y la tranquilidad del hogar; pero no surgen los gestos enérgicos que dignifican, de expresar la rebeldía popular a tales cosas, con la condenación a los gobernantes que tranquilamente permiten el continuismo de esos hechos.

Nuestro pueblo, si juzgamos en la comparación por el adagio, tiene en este orden lo que se merece, y es responsable de sus desastres y tragedias, porque es indiferente este pueblo cubano de hoy, que peca por ser generoso y noble, y que sufre así las humillaciones y postergaciones a que se le condena. Pero no es lógico que justifiquemos en ese aspecto el estado de cosas reinantes, hay que ir a la realidad de los hechos y animar nuestro pueblo a las jornadas activas contra la opresión económica que sufren los hogares todos.

¿Saben los hombres del Gobierno de Batista cómo viven los pobres que ganan el sustento de sus hogares, en las duras faenas del trabajo corporal? ¿Saben los señores Ministros del Gabinete como viven los trabajadores que están a expensas de los míseros 30 pesos por las jornadas agotadoras durante todo un mes...? Viven con la desesperación en los labios y con el cuello oprimido, porque cada mañana cuando se abandona el lecho para ir a la faena del trabajo, se teme el alza de uno de los tantos artículos imprescindibles para su subsistencia diaria, y ese orden de cosas, esas escenas desagradables y trágicas, parece que en nada interesan a los hombres del Gobierno que deben de abandonar sus locos afanes de especulaciones y de intereses particulares, para caer aunque sea en momentos, en los problemas que afectan al pueblo para propiciar sus fórmulas de solución.

¿Hasta cuándo va el Gobierno a mantener su plano de indiferentismo en este momento económico, en el que se debaten por vencer nuestros hogares en desgracia, el hambre y la miseria...? El pueblo debe movilizarse sin barreras ni detenciones de ningún aspecto, para iniciar la jornada de actividad y de progreso, para llevar la satisfacción por el esfuerzo y el sacrificio a todos los hogares que sufren hoy en cada escala de la vida social, para exigir y obligar a los hombres del Gobierno a que salgan de sus planos de intereses personales, y se sitúen en el que tienen su deber, en el que tienen responsabilidad y que no es otro que el de proteger y velar por las clases del pueblo que bastante, desdicha tienen con los sinsabores que en otros aspectos la vida les pone en su camino.

Nov. 6-41


Tomado de
Tropeles de rebeldía. Selección de editoriales radiados en el diario aéreo La voz del pueblo. Primera Edición, Camagüey, (s.e.), 1942, pp.21-23.

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